Llegué a la casa cargando la carpeta llena de papeles, relatorios, estudios, investigaciones, propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la cama, un vaso de whisky en el velador, dijo, sin sacar lo ojos de las cartas, estás con un aire de cansado. Los sonidos de la casa: mi hija en su dormitorio practicando impostación de la voz, la música cuadrafónica del dormitorio de mi hijo. ¿No vas a soltar ese maletín?, preguntó mi mujer, sácate esa ropa, bebe un whisky, necesitas relajarte.
- Inicio
- Entrevistas
- Narrativa
- Microrrelatos
- Poesía
- Ensayos
- Artículos
- Reseñas
- Autores
- Literatura por países
- Mapa del sitio
- Archivo & Descargas
- Dossier #1 – EPUB
- Dossier #2 – EPUB
- Dossier #3 – EPUB
- Catalogo de revistas
- Outsiders
- Pandemónium
- Fotoreportaje
- Música
- Traducciones
- English Corner
- Colaboraciones
- Quiénes somos
- El Manifiesto
- *Webmaster»
'La blusa turquesa', relato de Miguel Rodríguez Otero
Aquel día trajeron un armario a la habitación de mi abuela. Mi yaya había tenido otros armarios antes, pero según me contó de niño todos habían tenido un mal final por diversos motivos: carcoma, humedad excesiva e incluso un pequeño incendio. Mi madre y ella pasaron meses buscando en los almacenes de última moda, hasta que un día la abuela se plantó, dijo que prefería mirar a solas, y en un par de semanas encargó el que – decía – era ‘tan boniiito’. A decir verdad, era bonito; usado, pero bonito; con un espejo de luna que hacía aguas en cada ojo de la puerta y de color un poco verde por fuera, con este tono que suaviza los días de invierno. Total: vinieron unos señores, lo metieron en su cuarto y se fueron.
«Catedral», un relato de Raymond Carver
Un ciego, antiguo amigo de mi mujer, iba a venir a pasar la noche en casa. Su esposa había muerto. De modo que estaba visitando a los parientes de ella en Connecticut. Llamó a mi mujer desde casa de sus suegros. Se pusieron de acuerdo. Vendría en tren: tras cinco horas de viaje, mi mujer le recibiría en la estación. Ella no le había visto desde hacía diez años, después de un verano que trabajó para él en Seattle. Pero ella y el ciego habían estado en comunicación.
'Antonio, El impares', relato de Miguel Rodríguez Otero
Antonio, el Impares, nació sin pedirlo con tres pies. No hay por qué alarmarse, no es monstruoso, a veces pasa. El médico que asistió en el parto les informó a sus padres mientras cortaban el cordón umbilical de que todo había ido bien, que felicidades y que en breve trasladarían a la mujer a planta y al poco les darían el alta. Todo normal. Nadie vio este miembro adicional en la sala de partos, ni lo habrían visto o sentido por más que hubieran palpado en caso de sospecha.
'La muerte empieza como un sueño, lleno de objetos y de la risa de mi hermana', poemas de Anne Sexton
Dijo el poeta al analista
Mi negocio son las palabras. Las palabras son como etiquetas,
o monedas, o mejor: como un enjambre de abejas.
Yo confieso que sólo me quiebra la fuente de las cosas;
como si las palabras se contaran como abejas muertas en el ático,
Poemas: «El que no entendió nunca» y «De lo que soy», de Raúl Gómez Jattin
Fuiste un testigo indolenteNi comprendisteNi a ayudaste a la víctima.
Fuiste un cómplice de la perfidia y la ignoranciaTácitamente aceptasteQue aquel hombre no valía la pena.
Cuando lo llevaban al mataderoEstabas cerca de élY sólo miradas de rencor le prodigaste.
Cuando te preguntaronSi aquel amigo que aparecía en sus poemas eras túLo negaste airado.
Hoy que vives entre cosas cotidianas,¿Te olvidas de aquella época ilustreCuando a tus pies tuviste la poesía?
'La tienda de muñecos', relato de Julio Garmendia
No sé cuándo, dónde ni por quién fue escrito el relato titulado “La tienda de muñecos”. Tampoco sé si es simple fantasía o si será el relato de cosas y sucesos reales, como afirma el autor anónimo; pero, en suma, poco importa que sea incierta o verídica la pequeña historieta que se desarrolla en un tenducho. La
'El diario de Porfiria Bernal', de Silvina Ocampo
A Juli
Pocas personas creerán este relato. A veces habría que mentir para que la gente admitiera la verdad; esta triste reflexión la hacía en la infancia por razones fútiles, que ya he olvidado; ahora la hago por razones trascendentes. Las personas consideradas honestas, son muchas veces las insensibles, las que no se conmueven ante un destino complejo, o las que saben con sumo sacrificio o habilidad
Xu Lizhi: poesía de un trabajador de Foxconn (1990-2014)
"En mi lecho de muerte"Quiero mirar otra vez al océano, contemplar la inmensidad de lágrimas de media vidaQuiero trepar otra montaña, intentar recuperar el alma que he perdidoQuiero tocar el cielo, sentir ese azul tan ligeroPero no puedo hacer nada de eso, así que dejaré este mundoTodos los que oyeron de míNo deberían estar sorprendido de mi partidaAún menos deberían suspirar o afligirseEstaba bien cuando vine, y bien cuando me fui.
'Palabras para Julia', de José Agustín Goytisolo
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
'Un poema crece inseguro en la confusión de la sangre', de Herberto Helder
(De “PHOTOMATON & VOX”)(walpurgisnacht)Yo no duermo, apenas respiro como la raíz sombríade los astros: raya la laceración sangrienta,estancada entre el sexoy la garganta. Yo nuncaduermo,con la herida de mi propio sueño.A veces muevo las manos para sostener la luz que salta
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
ENTRADA DESTACADA
Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure
En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...
