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'El hijo del cocodrilo', relato de Miguel Rodríguez Otero


Aline eligió el pretexto de la limpieza para entrar en aquella habitación que la inquietaba y la atraía por igual y que hacía años que no visitaba. Seis, exactamente, desde que él desapareció. No sabía bien qué buscar, o siquiera si buscaba algo en concreto, tan solo quería echar un vistazo, ver si aún quedaba algún rastro que no conociera, algo suyo que rescatara algo de ella misma. 

– ¿Qué miras, abuela? 

'Las cosas íntimas', relato de Miguel Rodríguez Otero


La noche antes de que ocurriera, Anne y Arthur se acostaron en la cama de ella por primera vez. Hicieron el amor, tomaron té, hablaron un poco, y luego se quedaron largo rato en silencio acomodándose a la curva del abrazo. Apenas durmieron. De vez en cuando se hacían esas preguntas que conducen sin filtros al alma de la otra persona. 

'La blusa turquesa', relato de Miguel Rodríguez Otero


Aquel día trajeron un armario a la habitación de mi abuela. Mi yaya había tenido otros armarios antes, pero según me contó de niño todos habían tenido un mal final por diversos motivos: carcoma, humedad excesiva e incluso un pequeño incendio. Mi madre y ella pasaron meses buscando en los almacenes de última moda, hasta que un día la abuela se plantó, dijo que prefería mirar a solas, y en un par de semanas encargó el que – decía – era ‘tan boniiito’. A decir verdad, era bonito; usado, pero bonito; con un espejo de luna que hacía aguas en cada ojo de la puerta y de color un poco verde por fuera, con este tono que suaviza los días de invierno. Total: vinieron unos señores, lo metieron en su cuarto y se fueron. 

'Antonio, El impares', relato de Miguel Rodríguez Otero


Antonio, el Impares, nació sin pedirlo con tres pies. No hay por qué alarmarse, no es monstruoso, a veces pasa. El médico que asistió en el parto les informó a sus padres mientras cortaban el cordón umbilical de que todo había ido bien, que felicidades y que en breve trasladarían a la mujer a planta y al poco les darían el alta. Todo normal. Nadie vio este miembro adicional en la sala de partos, ni lo habrían visto o sentido por más que hubieran palpado en caso de sospecha.

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