Salí con cierto sabor amargo. Te dicen andá y hacé este trámite, comprame este remedio. En mi cabeza era “¡estoy para atrás, rajá y conseguime un buscapinas!”. Al mal tiempo, buena cara. Salí con la prisa de siempre.
Afuera soplaba un vientito rancio y olía a silencio, de ésos que se cortan con serrucho. En ese entonces, vivía relativamente cerca de la avenida principal. Decidí hacer el camino largo. Algo tenían estas pausas breves. Caminé lento.
La calle estaba muy vacía. Los negocios se regalaban a un cliente que había desaparecido tras la gran pandemia. No se solía ver