Me llamaron porque no podían sacarle una palabra. Al cruzarme con “El Oso” en la puerta de la sala me dijo: Oscar a ver si vos tenés más suerte, pero andá suave, no te pases. Es que todos lo saben, me gusta el olor a carne chamuscada y los chispazos azules del corto-circuito. Que puedo hacer si eso me hace sentir que soy importante. Es como que dejo mi cuerpo, entro en éxtasis y puedo gobernar el planeta en el encierro sofocante de esas cuatro paredes. Debo decir que es delicioso, que nada se compara a ese idioma incomprensible que les sale de la boca cuando la lengua choca contra el trapo apretado entre sus dientes. Ahí me siento en la cima, la cara se me ilumina y puedo ver todo con tal claridad que sería capaz de dictarle a un escribiente mi Biblia y mi credo. Adoro el aleteo inútil y violento de los brazos descarnados cuando los desgraciados quedan como pollos sin cabeza bailando en círculos intentando eludir el momento siguiente.
Que puedo hacer si soy un genio apretando alambres contra las muñecas desolladas, en golpear entre las costillas y el hígado sin dejar moretones. Eso si que duele y hace que se desmoronen por la montaña de la voluntad. Soy un experto. Por eso me eligieron, por eso me temen, porque soy poderoso. Después de todo no me importa si los de arriba tienen más estrellas en el traje, ellos están para hacer las preguntitas, sin embargo acá el que manda soy yo. Me tratan de loco, pero saben que en este infierno yo soy dios, puedo redimir a propios y extraños de todos los pecados. La puta madre este ya dejo de patalear, los coágulos de sangre se le escapan por la mordaza y los ojos le quedaron en blanco. Se volvió carne muerta, gajes del oficio. Yo lo dejo acá y que ellos hagan lo de siempre. Hoy tengo que llegar a casa temprano, la familia espera, estamos de fiesta. Es el cumpleaños de mi mujer, le voy a dar el regalo que compré y un lindo ramo de rosas. Seguro que ella al besarme me dirá como siempre: Mi flaco divino, sos un santo, hace rato que te ganaste el cielo.
Adrián "fino" Sosa: Montevideano. Lector, melómano, "escribidor". Durante los años 80, coordine y edite diversas revistas alternativas en forma independiente (Atrás de todo, Culos de botellas, Perro Andaluz) que divulgaban poesía, dibujos, arte callejero y música: el nervio latente bajo la aparente inactividad de esos años. Publiqué de forma artesanal libros de "muy mala poesía" de distribución gratuita "El Grito", "Lobos en la Buhardilla", "Lo que quedó allá arriba " y " Cuadernos Mojados". Actualmente participo en el taller de creación literaria "La Tribu" que dirige y coordina Alberto Gallo, escritor y periodista cultural. Colaboro en la revista literaria digital "La Atemporal". He publicado en coautoría el libro de relatos “El Gen de la Bestia.
Correo electrónico: fino38@montevideo.com.uy
Llevo adelante el blog: Luces de la city.
Lee otro texto de Adrián "Fino" Sosa (en Herederos del Kaos): Algún puente
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