Desde Cornellá: "Thelema", un relato del escritor y guionista Iván Humanes

En esta historia, seguimos los pasos de un autor que se enfrenta a la presión de escribir su segunda novela después de un relativo fracaso con su primer libro. Con dificultad para concentrarse, encuentra un diario oculto en la mesita de noche de su esposa, titulado "Thelema". A medida que profundiza en el contenido del diario y descubre referencias a esta misteriosa palabra, se sumerge en un mundo de teorías y filosofías ocultas. La historia se desarrolla entre la obsesión del escritor por la palabra y la de sus propios demonios internos, mientras lucha por completar su novela a tiempo. En un ambiente cargado de ansiedad y oscuros pensamientos, el protagonista se enfrenta a su propia mente y a la perturbadora influencia de "Thelema".




Thelema

1.
Esperaban el manuscrito. Su primer libro fue un relativo fracaso. Dos mil ejemplares vendidos; unos números muy inferiores a la media de la editorial. Jugaba en las grandes ligas y eso era un fiasco. Pese a ello no le negaron una segunda oportunidad. Debía dar con el final preciso de la novela. Apenas podía concentrarse. Puso Fear of the Dark de los Maiden en su iPod. Ese tema le transportaba lejos. Había conseguido que su pequeño se durmiera. En la cuna, a su lado, respiraba relajado en el sueño. Su mujer tardaría en llegar del trabajo esa noche. Cantó en voz baja. (I am a man who walks alone / and when i´m walking a dark road / at night or strolling through the park). Caminó y fumó sin parar, hojeó unas revistas, encendió la televisión y recorrió todos los canales. Se sentó de nuevo delante del teclado. Las palabras se resistían. Acudió a las obras de su estantería, buscó y no encontró. Se levantó. Volvió a pasear nervioso, fue a su habitación y se estiró en la cama de matrimonio. Recordó haber leído que la ansiedad era la experiencia anticipada del fracaso y procuró calmarse. Ni siquiera quería volver a pensar en una palabra como esa. El fracaso no era una opción. Estuvo concentrado en el blanco del techo un buen rato. Se dio la vuelta a un lado y a otro, hasta que su mirada se quedó fijada en la mesita de noche de su esposa. 
Abrió el primer cajón. Medias, bragas y camisones. Lo cerró con violencia. Escuchó a su bebé llorar unos segundos. Esperó hasta que la casa estuvo de nuevo en silencio, entonces abrió el segundo. Sin saber el motivo del impulso siguió removiendo la ropa. Excitado, arañaba con las uñas la madera en su pesquisa. El llamamiento a la búsqueda rebotaba en su cabeza. «¿Qué quería encontrar allí?», se preguntaba. «¿Acaso estaba tan loco como para querer que, precisamente en “ese momento” algo interrumpiera su trabajo?», se decía. Tuvo que cerrar los ojos y respirar para no desmayarse, un dolor punzante en el abdomen le mantuvo unos segundos sin respiración. Finalmente encontró un pequeño diario. Su portada estaba raída, las hojas amarilleaban, las palabras que dentro se contenían eran ilegibles. Era lo suficientemente interesante como para llevárselo al despacho y descubrir qué tipo de libro escondía su mujer entre la ropa interior. Se preguntó si acaso no sería lo que estaba buscando sin saberlo, el detonante preciso de la obra final. Una vez instalado en sus dominios, estuvo un buen rato descifrando el título de la portada, impreso en una tipografía carcomida, hasta que concluyó que el título tenía que ver con Thelema. De lo inexplicable: Thelema, leyó en voz alta. El bebé se removió en la cuna y emitió sus ruiditos habituales hasta volver a caer en el sueño profundo. Le tapó con una manta y siguió con el hallazgo mientras los Maiden seguían con los platillos. (When the light begins to change / I sometimes feel a little strange /a little anxious when it´s dark ). 

Regresaba a su texto cuando se cansaba de buscarle el significado al hallazgo. No avanzó demasiado, pese al empeño, ni en una ni en otra cosa. Tomó notas y creyó descubrir en la composición del libro un patrón que componía las palabras siguiendo una combinatoria. Estaba dividido en días y años, era un diario hermético. Fracasó en el intento de descifrarlo y buscó en el navegador información sobre Thelema. Asoció ese nombre a personajes como Rabelais y Crowley, a la máxima «haz tu voluntad: será toda la ley» y al grupo secreto denominado Los monjes de Medmenham. Thelema fue una abadía cirstense, lugar de encuentro de un club conocido como el Hell-Fire, donde la máxima antedicha estaba inscrita con sangre en la entrada. No pudo evitar reírse cuando leyó que Crowley quiso derivar sus dioses de la mitología egipcia, adoptar la cosmología de Thelema donde la diosa suprema era Nut, una mujer que se arqueaba sobre la tierra, la Gran Madre. Sabía que Crowley era un charlatán, era uno de esos personajes que había llegado a él en la adolescencia y que había olvidado a los cuarenta. No fueron pocas las horas que gastó entonces leyendo manuales para hipnotizar y controlar la mente, en un acceso pueril y fantasioso de dominar a las amigas que le rechazaban con pseudofilosfía maoísta. A través de la Magia, recordaba, se descubría la Voluntad Verdadera. Y le vino a la mente Theodor Reuss, Maestre de la Ordo Templi Orientis que acusó a Crowley de haber publicado el secreto de la orden: unos rituales de alta magia sexual. Al propio Reuss también se le había acusado de plagiar las proposiciones que en su día redactó Mesmer. En suma, Thelema era una amalgama de nombres orientales y de supuesta cultura elevada reconvertida a doctrinas populares sin más sentido que conseguir captar a gente para el aprovechamiento personal de los fundadores. Puso más fuerte a los Maiden. (Fear of the dark, fear of the dark / I have constant fear that something´s / always near / fear of the dark, fear of the dark / I have a phobia that someone´s / always there).

El libro sería fruto de eso mismo: de las ideas sonadas de algún principiante a satanista, quizás. Dibujos de calaveras en los márgenes, estrellas abigarradas y una frase repetida que ahora sí descifró utilizando una simple combinatoria que recordaba del Ars Magna de Ramón Llull. Una frase destacaba en el encabezado de cada una de las páginas: “Amor es la ley, amor bajo la voluntad”. Ése era el eje central de la filosofía del diario. “Si lo deseas, lo tienes”. Así también se podía decir. De esa manera había convencido a salir a más de una cuando iba al instituto, con teorías maoístas y liberadoras se habría llevado a más de veinte a la cama en la universidad, cuando le dejaron ser profesor unos años. Incluso, recordaba con sorna, las últimas teorías políticas eran claramente satanistas: “Sí, se puede”. Se encendió otro cigarrillo y siguió con el análisis. Lo demás un compendio de cifras, números y dibujos bizarros. Descubrió unos microgramas en los márgenes, notas tomadas a lápiz con tamaño mínimo. Era la letra de su mujer, podía asegurarlo. Escaneó sus páginas para poder ampliar la grafía en el ordenador. Los trazos eran tan irregulares que muchas de las palabras no podían asociarse a ninguna letra del alfabeto. Era un sinsentido que le mantuvo atrapado demasiado tiempo. El dibujo de la que sería Thelema le atrapó: desnuda y sin rostro se arqueaba sobre la Tierra. Se dio cuenta cuando escuchó girar la cerradura de la puerta de entrada de la casa y el bebé comenzó a llorar desconsolado. Su esposa había llegado. Ya había acabo su jornada. Eran las once de la noche y su agente le había advertido de que no cedería más allá de las doce. No podía fallar a su mujer y a su hijo, ella trabajaba de camarera con un sueldo miserable y el niño necesitaba tener un futuro más feliz que el de ellos. Su esposa entró en el despacho, le reprochó que el niño estuviese destapado y que fumase delante de él. (Fear of the dark, fear of the dark...) Cogió al pequeño y cerró la puerta.
Y si algo le excitaba era el dolor. Tenía que imaginar dolor, sentir el dolor, estimular sus sentidos, abofetear su creatividad interrumpida, escribir, escribir, escribir. Le vino a la mente Thelema desnuda, sensual, cabalgando encima suyo. Thelema con dientes de sierra y disfrutando con violencia de su pene en su vagina sangrienta. Disfrutando en ese éxtasis ficticio se lanzó al final de su novela. A la primera palabra escrita Thelema le arrancó los labios. El escritor, así, con los dientes al descubierto y la encía sangrando apenas acertó a escribir otra letra. En ese momento ella estiró la piel de su rostro hacia atrás y todos sus ligamentos vibraron. Los músculos orbiculares, superciliares y el transversal de la nariz temblaron espasmódicos. (Have you ever been alone at night / thought you heard footsteps behind /
and turned around and no one´s there?) La borla del mentón borboteaba a cada aullido del escritor que, constante, anotaba un par de palabras más y experimentaba el rasposo amasar en su cerebro de Thelema. Los cortes en los nervios ópticos vinieron con la palabra final. (Watching horror films the night before / debating witches and folklores / the unknown troubles on your mind). Los ojos arrancados tras el punto y final. Las cuencas hervían y la cara que era un amasijo de carne. Su esposa llamó a la puerta del despacho. Él era un muñeco sanguinolento que se arrastraba por el suelo. Se incorporó agarrándose del pomo de la puerta. La abrió. Se quitó los cascos para escucharla. Qué quería para cenar, le repitió ella. Y el escritor ya regresaba de ese lugar extraño que se situaba en otro plano, con su rostro de cada día y le comentaba que esa noche no iba a cenar, que esa noche nada de comida. Que bebería hasta caer muerto, que había que celebrar el fin de la novela. Su esposa cerró de un portazo, enfadada. Y él otra vez solo. Con media sonrisa. La novela acabada. La fantasía de Thelema ya había finalizado. Estaba contento. Llegar al éxtasis fingido siempre actuaba de detonante hacia el paraíso de la ficción. Situarse en el otro lugar le había servido. (Maybe your mind is playing tricks / you sense, and suddenly eyes fix / on dancing shadows from behind). Le llamó la atención la contraportada del diario. Allí estaban impresas las iniciales T.R. Theodor Reuss, pensó. El libro estaba, definitivamente, lejos de ser veraz. Ese supuesto material representaba ser una copia de la obra del Gran Maestre, la que plagió Crowley y que justificó diciendo que las semejanzas eran una milagrosa coincidencia.

Le gustaba estar en su habitación, rodeado de la seguridad que le daban sus libros y el mail escupiendo mensajes. Envió la versión final de la novela. Quiso cambiar de música. Se puso a Brahms. Le aburría. No tenía que aparentar lo que no era, pensó. Puso a los Foo Fighters. Le pareció que eran unas nenazas. Luego más rock. Nada. Se encendió un cigarro. De nuevo sonaba en sus auriculares Iron Maiden. Era feliz. Utilizaba la fantasía de sus personajes para exprimirse en el oficio de la literatura. Bebió una cerveza. Repasó otra vez el libro de su esposa. Se sorprendió de la similitud de unos dibujos que descubrió al final con la Thelema que había imaginado. Ese librito quizás era fruto del delirio de su esposa, pensaba. O una de esas locuras que encuentras en las tiendas de viejo, hecho por cualquier idiota con ansias de destacar por sus excentricidades, se decía. Que estuviera firmado por Reuss le añadía más falsedad aún. Lo lanzó a la papelera. (Fear of the dark, fear of the dark...) Miró unos cuantos vídeos en el ordenador, chateó con una amiga en Facebook. Volvió a las anotaciones escaneadas de su mujer, las leyó. Comenzaban con una frase demasiado poética, muy inferior a su nivel literario: “Existe una influencia mutua entre las uñas, la tierra y los cuerpos inanimados”. Se rio, dijo la palabra neurótica en voz alta un par de veces. Al acabar notó que algo se arrastraba por el suelo. Rozaba sus pies con insistencia. Se agachó. Nada debajo del escritorio. Fue al reincorporarse al teclado cuando sucedió. Su bebé sentado en la mesa, delante suyo y desollado que no paraba de decir papá, papá. La esposa abrió la puerta de repente: era un esqueleto roñoso con la mandíbula colgando. El bebé comenzó a arrancar a mordiscos parte de su brazo. (When i´m walking a dark road / I am a man who walks alone) Estaba paralizado. Por primera vez experimentó dolor. No estaba en su mente. Era real. La carne que su pequeño estiraba con sus dientecitos era la suya. Era una molestia punzante, agresiva. Los dientes del pequeño rechinaban al estirar sus músculos. Gritó. No emitió ningún sonido, sufría. Su esposa delante, sus dedos macilentos ansiaban arrancarle los ojos. La lengua del pequeño chupaba su carne abierta, enloquecido.
 ―Querido, nuestro pequeño sí que tiene hambre ―le decía ella sacando su lengua muerta―. Tu voluntad es toda la ley ―sentenció. Luego se lanzó a su garganta.

 Arrasó con los dientes rotos su cuello. Se separó un momento y pronunció unas palabras incoherentes, con los brazos pútridos en cruz invocó en su dialecto, las paredes del despacho se ennegrecieron, comenzaron a surgir decenas de telemitas consumidos que atacaron con rabia su cuerpo. Él cerró los ojos. Se abandonó al destino. A la voluntad falsamente deseada que ahora había tomado forma. A Thelema. 
«Amor es la ley», susurró.
(Fear of the dark, fear of the dark / i have constant fear that something´s
always near / fear of the dark, fear of the dark / i have a phobia that someone´s
always there)
Llegó un nuevo mensaje a la bandeja de entrada. Era de la agencia. En él acusaban recibo del libro enviado. Que lo leerían pronto, le decían. Pese a su escaneado amarillento y la tipografía errática, matizaban. Celebraban, eso sí, que hubiera decidido firmar son seudónimo. ¡Larga vida a Theodor Reuss!, concluían eufóricos. 
Los Maiden tocaban sin cesar su canción preferida. Él un montón de escombros de carne y huesos.

(Fear of the dark, fear of the dark...)

2.
Addendum dobadum errata

INEDICABILIS: THELEMA, por Theodor Reuss
Anotaciones
Publicación original como adenda por Penguin Inc. Or. Editorial, 2017

1.Existe una influencia mutua entre las uñas, la tierra y los cuerpos inanimados. 

2.Thelema es bóveda celeste.

3. El barro universalmente estancado, de manera que un pie dentro del lodo y un perro negro observando tras los arbustos, la cabeza ladeada y dentro del mundo pero fuera del mundo, con los brazos desencajados; el barro, decíamos, da como resultado sin admitir más duda para suponer la identidad del sujeto que ése es el material sin comparación y que es vehículo para esta influencia.

4. Esta acción entre los elementos está sometida a leyes irracionales poco conocidas, sí supuestas, pero no admitidas. Así: no es normal que mano parta cuello, ni que después uno se convierta en enemigo de la propia situación, ni que mujer deje rastros de muerte fácilmente detectables con las nuevas técnicas que se aplican (esto último es lo de menos pero no pierde su importancia). En quitar el aliento, soplo de vida, está la solución y así es la vía hacia Thelema.

5. De esta acción resultan una serie de efectos alternativos que pueden considerarse como un flujo y reflujo. Thelema separa a su marido Geb (Tierra) y a su padre (Shu) el aire. Separar aliento y descanso.

6. Este flujo y reflujo tienen la facultad de conversión de general a particular, más o menos concreta según la naturaleza de las causas que la determinan. Dichas causas determinantes, a veces, conllevan la conversión del lenguaje técnico-físico al lenguaje humanista. Error. La expresión debe ser cósmica o no será. 

7. Es por esta operación, ver los elementos disociados: a una con otro, o ni siquiera sin relación parental alguna, la más universal que nos ofrece la naturaleza (flujo y reflujo, recuerden y no confundir porque no es lo mismo borboteo que flujo y líquido-sangre hacia boca que reflujo) por la que se ejercen las relaciones de actividad entre las uñas, la tierra y los cuerpos inanimados. Sobre los brazos y las piernas de Thelema se apoya el cielo.  

8. Las propiedades de la materia y de los cuerpos relajados en exceso (lengua afuera, ojos enormes) dependen de esta operación.

9. Thelema pare cada día al Sol. El cuerpo animal siente los efectos alternativos de estos agentes (barro y uñas negras), y es al insinuarse en la sustancia de los nervios cuando los afecta inmediatamente: Oh, voluntad. Tú serás la Ley.

10. Se manifiesta, sobre todo en los cuerpos, con las mismas propiedades que el barro. Relación entre los cuerpos y el imán. Toma importancia suprema el «magnetismo animal» en todo esto pero sin poder considerarse como la única variable. Más importante es el barro, tómese la frase contenida en el Génesis 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado.” Y se pueden distinguir polos entre el cuerpo con barro y el cuerpo sin barro que pueden ser comunicados, cambiados, destruidos y reforzados; incluso puede observarse el fenómeno de la inclinación en un cuerpo inanimado y sumergido, casi totalmente, en el lodo. 

11. La propiedad de las uñas negras es la que la hace susceptible a practicar influencia sobre el cuerpo humano, incluso sobre los cuerpos celestes, y a la acción recíproca de los que rodean a aquél que practica barro y cuerpo inanimado, manifestada con su analogía con el animal, me ha llevado a llamarla «Atracción». Thelema es refugio de almas cansadas.

12. La acción y la virtud de la atracción puede ser comunicada a otros cuerpos animados o animados. Para ello bastan las estrellas y el bosque, invocar a Thelema.

13. Esta acción y esta virtud pueden reforzarse y propagarse por estos mismos cuerpos con respecto a otros cuerpos. La lectura de la invocación genera Voluntad. Y la Voluntad será la peste negra (ya lo fue). 

14. Con la experiencia se observa el flujo de una materia cuya sutilidad penetra a todos los cuerpos, sin perder actividad.

15. Su acción tiene que producirse a una distancia cercana, sin necesidad de cuerpo mediador, cierto, pero quizás sí de sustancia mediadora. A saber: MDPV, mefedrona, o más técnicamente 2-methylamino-1-p-tolylpropan-1-one, 4-methylmethcathinona (4-MMC), 4-methylefedrona, Tigre, Meow Meow, Miau, burbujas. O metilona: MDMC, bk-MDMA. Cualquier sustancia y quererlo invoca a la Verdad.

16. Es aumentada o reflejada en las grabaciones con cámara. Se expandirá también así.

17. La atracción se comunica, propaga y aumenta por el grito.

18. Esta virtud puede ser acumulada, concentrada y transportada. Por más que el transporte (aconsejamos) debe ser previo, al lugar donde los tres componentes del punto 1 suelen darse cita.

19. ¿He dicho ya que los cuerpos inanimados no eran tan susceptibles de la atracción? Ello entraría en la categoría de filias. Véase que en ocasiones hay cuerpos animados también muy raros, con propiedades adversas y que sólo tendríamos que practicar sobre ellos la atracción en caso de que no haya reservas de los cuerpos triple A. Los inanimados y los raros pueden destruir el efecto de la atracción, entonces viene la pregunta que mantenemos en estudio objetivo: ¿qué es más importante la atracción o el cuerpo? 

20. La virtud tendría que penetrar los cuerpos. Podemos acumularla durante tiempo, propagarla sólo cuando sea indispensable, concentrarla y trasportarla hasta el lugar que, previamente, habremos señalado en un mapa con una X; lo que constituye no sólo una privación, sino incluso una virtud opuesta positiva. La propagación comenzará en un punto, luego se extenderá sin remisión y todo el mundo será Voluntad. O sea: llamas/lodo.

21. El barro natural es susceptible de la atracción o de la virtud opuesta, sin que se altere su acción; siendo importante aplicar las manos al cuello antes de la operación (matar para vivir, de una forma más coloquial. Muere la mentira y se propaga así la Verdad del hombre).

22. Este sistema dará la clave para conocer la naturaleza del fuego y de la luz, así como la teoría del flujo y del reflujo, de la atracción, del barro y de las uñas negras: Thelema. Thelema es amor. El amor es voluntad. Haz que lo que quieras, pues. Será toda la ley. Amar es ley. Carne.

23. El barro y las uñas no tienen, en las atracciones más diversas, más que propiedades comunes a una serie de otros agentes, y que si resultan algunos efectos útiles a la administración de éstos, se deben a la atracción, más concretamente al magnetismo animal y a la destrucción del hombre por el hombre, eso provoca la “Suma de Voluntades”

24. Tendría que reconocerse que este principio puede curar todas las enfermedades. Póngase en el lugar: bosque, uñas negras, cuerpo a los pies y cómo cantan los árboles al crepúsculo. Acariciar nalgas. La grandeza del lobo, decía un poeta. Pues bien, algo así. Dicha teoría puede considerarse reactiva, pasadizo secreto. El muerto no está enfermo. Jamás. El bien es aspirar a ello. Que todos aspiren a muertos y entonces la paz sobre la tierra, gobierno de telemitas. Justicia de Seth.

25. Thelema es refugio de almas cansadas. Baste para invocar a Thelema decir: Thelema, Nut, protectora de los muertos, alimento, favor. Alas extendidas. Prometo entregar cuerpo. Origen no engendrado. Ra. Mehet-Urt. Shu y Tefnut. Hija. Geb. Madre de Osiris, Isis, Seth, Neftis y Horus. Sea tu voluntad. Yo soy la Ley y te suplico, oh, Ubbo-Sathla. Álzate.

26. Todo lo que se envidia será también Verdad.

27. Prepárate. Llega. Verdad.

3.

Hace ya unos meses que el puente está en calma, cadáveres en la orilla. Seguir los cuerpos es dar con la ciudad. Explanada de silencio, aves negras. Coches quemados en la gran avenida, plantas trepando en los rascacielos, incendios sin apagar. Apenas algún grito. En el parque agua estancada. Una mujer sentada en uno de los bancos con su pequeño en brazos. A sus pies un cartel viejo de los Maiden.

(Fear of the dark, fear of the dark I have a constant fear that something's always near / Fear of the dark, fear of the dark / I have a phobia that someone's always there).






Iván Humanes (Cornellá, 1976). Ha publicado los libros de relatos La memoria del laberinto (CyH, 2005) y Los caníbales (Libros del Innombrable, 2011) con el que fue finalista del premio Setenil al mejor libro de relatos publicados en España, la novela La emboscada (Inéditor, 2010), y en coautoría los volúmenes Malditos: la biblioteca olvidada (Grafein, 2006) y 101 coños (Grafein, 2008). En el 2015 publicó la novela Lengua de orangután (Editorial Base). Ha participado en el volumen de relatos Extraño Oeste (Libros del Innombrable) y en el libro de ensayos Twin Peaks: 25 años después, todavía se escucha música en el aire (Editorial Innisfree). Formó parte del consejo de redacción de Quimera. Revista de literatura, donde coordinó la sección de teatro. Es guionista del largometraje Vestigis y coguionista del corto Krisis. Una terapia superheroica (2017), dirigido por Daniel Fibla, ambos seleccionados en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges. Su último guión ha sido la audioserie Terapia para un Superhéroe (Podimo, 2021).

Photo by Bernar on Unplash (public domain).

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