«En el silencio no hay sólo un elemento sano, amable; hay también un elemento oscuro, telúrico, terrible, hostil, que puede surgir del fondo del silencio, infernal, demónico», escribe Max Picard.
A lo largo de la historia de Occidente, la primera forma de angustia suscitada por el silencio lo es por el silencio de Dios, por aquello que Georges Simón considera la «inmensa epopeya del silencio de Dios».302 Hemos