De ser cierto que la creatividad es nuestra parte divina; de ser cierto que cuanto más original sea un escrito terminado más derecho tendremos en demandarle a Dios que nos conceda la realización de alguno de nuestros deseos más profundos: Pues yo te aseguro que para escribir esta carta inventaría un idioma que pudiera ser entendido por todas las personas del mundo pero que nadie pueda volver a utilizar en lo que nos resta de historia.
Crearía un alfabeto de caracteres fabulosos que fueran una mezcla de lenguas septentrionales y australes para que ningún ser sobre la tierra, presente y futura, pudiera reescribir de nuevo.