MáMamá llevaba siete corazonesy un sol cuando la conocí.Esto sucedió por el año 1970, tres años más quizás.Mamá tenía brazos blandos, suaves y fuertes.En su fortaleza, poco a poco, fui escudriñando.Mamá enseñaba.Ella me enseñó a oír el silencio de las estrellas.
Un día ella me golpeó en la cara, junto a la nariz.Obviamente, yo Yoré.Pero aprendí que la vida es un largo caminohacia la contemplación.Mamá me hablaba de un pueblo pasado.Las historias las iba tejiendo como un mantoque nos iba cubriendo en los inviernos.El tiempo pasado no tenía un monumentoen la plaza del pueblo.Pero los niños hacían figurascon el barro arcilloso del río.Mamá nos hizo de ese barro, y nos dejó volarhacia el pasado muchas veces.¿Qué diría ella, ahoraque me encuentro lejos de todoy he perdido las alas?Mamá me llevaba a la feria.Yo Yoraba de todo.Por eso ella me llevaba a jugar con los niñosque no lloraban.Una tarde me perdí entre los cajones de frutas.Pasé la barrera de los pájaros.Yo escuchaba un tema de los Beatles.Me perdí entre los mendigos.Cuando estaba a punto de salirme de mi cuerpooí la voz de mamá.Me sujetó de una mano. Y camino a casa,
yo comprendí que bajo la luz del mundono había nada que temer.Vamos al sol, decía.O si no, de noche, vamos a tomar aire.El tiempo pasado ya estaba escrito en las estrellas.Y la casa crecía mientras subíamos a la azotea.Pasaron años.Muchas explosiones veíamos desde la azotea.Madre, déjame ver las explosiones, le decía.Si vas, hijo, se apagará la luz en un segundo.Madre, si no voy la luz me enceguecerá.Pero si vas, tal vez ya no querrás volver.Mamá lloró en sus siete corazones.Por cada corazón un Ave María.El tiempo pasado se apoderó el presente.Los niños que no lloraban ya no jugaban en la feria.Tiempo después ya no hubo feria tampoco.Mamá trataba de hallarme desde la azotea.Con tanto ruido yo no podía oír su voz.Perdí la luz.Perdí el camino.Por eso ahora escribo este poema.Poema de Las ciudades fantasmas
ODISEONo sé adónde voyNi de dónde vengoNi a qué viene estoSi pienso sólo en una mujer paradaEn una calleLa vida es simpleSi sólo se piensa en una mujer paradaEn una calleYo pienso en una mujer paradaEn una calleNo pienso adónde va ellaNi de dónde vieneNi a qué vienen estas preguntasNo se debe preguntar adónde va ellaNi de dónde vieneNi a qué viene esto o lo otroLa vida es simpleSi sólo se piensa en una mujerParada en una callePoema de Canciones de un bar en la frontera.
Miguel Ildefonso: Lima, 1970. Estudió Literatura en la Universidad Católica del Perú e hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: Vestigios, Canciones de un bar en la frontera y Las ciudades fantasmas. Su poesía ha sido publicada en antologías como: La Generación del Noventa y Poesía Peruana Siglo XX. Codirige la revista literaria Pelícano. Ha sido finalista en diversos concursos como: Segundo Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1991), finalista Premio Poesía Peruano- Japonés (1995), finalista Premio Poesía Copé (1995), Cuarto puesto en el Premio Nacional de Poesía del diario El Comercio “Centenario César Vallejo” (1996), Concurso de Poesía Revista Ajiaco-The Arkansas Tech University (2002), Segundo Puesto Poesía Erótica Centro Cultural Español (2003), Mención honrosa en el Concurso de Cuento Las Dos mil Palabras de la Revista Caretas (2004). Ha ganado los premios: Primer Premio Poesía Juegos Florales Universidad Católica (1995), Primer Premio Copé de Oro Poesía (2002) y Concurso de Cuento “Alfredo Bryce Echenique” (2003).
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