'El nadador', relato de John Cheever


Era uno de esos domingos de mitad de verano en que todo el mundo repite: «Anoche bebí demasiado.» Lo susurraban los feligreses al salir de la iglesia, se oía de labios del mismo párroco mientras se despojaba de la sotana en la sacristía, así como en los campos de golf y en las pistas de tenis, y también en la reserva natural donde el jefe del grupo Audubon sufría los efectos de una terrible resaca.

'Por las azoteas', relato de Julio Ramón Ribeiro


A los diez años yo era el monarca de las azoteas y gobernaba pacíficamente mi reino de objetos destruidos.

Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada: se encontraban allí sillas cojas, colchones despanzurrados, maceteros rajados, cocinas de carbón, muchos otros objetos que llevaban una vida purgativa, a medio camino entre el uso póstumo y el olvido.

Kjell Askildsen: Ajedrez


El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tenga razones para estar tan sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por que vivir tampoco tiene nada por que morir.

Tal vez sea ese el motivo.

'El difunto y yo', relato de Julio Garmendia


Examiné apresuradamente la extraña situación en que me hallaba. Debía, sin perder un segundo, ponerme en persecución de mi alter ego. Ya que circunstancias desconocidas lo había separado de mi personalidad, convenía darle alcance antes de que pudiera alejarse mucho.

'El guardagujas', relato de Juan José Arreola


El forastero llegó sin aliento a la estación desierta. Su gran valija, que nadie quiso cargar, le había fatigado en extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y con la mano en visera miró los rieles que se perdían en el horizonte. Desalentado y pensativo consultó su reloj: la hora justa en que el tren debía partir.

Alguien, salido de quién sabe dónde, le dio una palmada muy suave. Al volverse el forastero se halló ante un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero.

«Brevario de podredumbre», un libro de Emil Cioran (descarga en PDF)

«Brevario de la podredumbre», un libro de Emil Cioran (pdf)


(Émile Michel Cioran; Rasinari, 1911 - París, 1995) Filósofo francés de origen rumano cuyo pensamiento se caracteriza por su extremo pesimismo y nihilismo. Hijo de un pope rural, estudió filosofía en Bucarest, tras lo que escribió una tesis sobre Bergson. Viajó a Alemania y fue por breve tiempo profesor de filosofía en Brasov. Logró en 1937 una beca del Instituto Francés de Bucarest y marchó a París, donde, con alguna ausencia, residió hasta su muerte.

Poemas de 'Yusef Komunyakaa'


Camuflando la quimera

Nos atamos ramas a los cascos.
Nos pintamos las caras, y los fusiles,
con el fango de la orilla del río,

colgamos manojos de hierba de los bolsillos
de nuestros uniformes de camuflaje. Nos
fundimos con la selva
contentos de que los colibríes se fijaran en nosotros.
     

Poemas de 'Tadeusz Rozewicz'


Vi a unos locos

Vi a unos locos
caminaban por la superficie del mar 
creían hasta el final 
y se ahogaron

aún hoy voltean 
a mi insegura barca

rechazo estas manos 
sepulcrales 
yo cruelmente 
vivo

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

Mi espíritu no pertenecía a la raza de los conquistadores, sino a la especie de las vacas que pacen en las praderas de las facturas esperando la llegada del tren de gracia. ¡Qué hermoso era vivir sin orgullo y sin inteligencia! Hibernaba.

Yo reino. El poder no me interesa. Reinar es mucho más hermoso. 

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Primer turno de madrugada x Cuenta tú. No, cuente usted. O tú cuentas. ¿O ha de empezar acaso el actor? ¿O los espantapájaros, todos a la vez? ¿O vamos a esperar a que los ocho Planetas se hayan apelotonado en el signo del Acuario? ¡Hágame el favor de empezar usted! Al fin que en aquella ocasión fue su perro. Sí, pero antes que mi perro, ya su perro y el perro del perro. Alguien tiene que empezar: tú o él o usted o yo... 

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

Hacía mucho frío en Odessa aquellos días. Cada mañana íbamos al aeropuerto en grandes y ruidosos camiones, por la carretera mal adoquinada. Allí esperábamos, muertos de frío, a los grandes pájaros grises que rodaban por el campo de aterrizaje. Pero los dos primeros días, cuando estábamos a punto de subir a bordo, llegó una orden en sentido contrario, porque sobre el mar Negro había una niebla muy densa, o bien demasiadas nubes, y volvimos a subir a los grandes y ruidosos camiones y regresamos al cuartel por la carretera empedrada. 

Poemas: Ruth Weiss y Diane di Prima


Segundo día 
Ruth Weiss 


hay que desecharlo todo
apuntes —— números
todas las referencias
incluso la adoración de la nada
espejo —— memoria
todas las bisagras
las puertas giratorias hacia lo posible
incluso el calor — frío
las espaldas desconocidas

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Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure

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