Cada día nos levantamos sin imaginar lo que nos deparará el destino, no tenemos ni la más remota idea de lo que pasará, hasta que, al volver a la cama por la noche, recapitulamos los acontecimientos del día. Eso fue lo que me pasó a mí.
Ese parecía un domingo cualquiera, pero lo que voy a contar, marcó mi vida para siempre.
En aquella mañana, tenía dos opciones: quedarme en casa haciendo nada, o ir a escuchar misa, sobre todo hoy que recién había pasado mi cumpleaños.