Los delirios son inmensos.
Algunos siegan vidas, otros juzgan, otros callan pero bastan tres para entretenerme.
Mis delirios, en cambio, guían ahora a todo mi organismo jorobado a pastar entre esta noche nueva y eterna. A pastar, entre los agónicos paisajes, en los que ahora perpetuo las siluetas de mis huellas.
El desconchado bosque ante el que deambulo, me sonríe más allá, y, más acá, tejo el camino que me lleva de regreso a ti. Porque camino entre los imperios carcomidos que nos comprometen a ti y a mí, mi dulce desiderata, y en los que pinté todas mis edades. Pero, sábete que, desde nuestro escondite, me vislumbro cada tiempo como un recién nacido. No por eso temí perderte.