La noche era lluvia. Una intensa lluvia estremeciendo al mundo. Las centellas estriaban las alturas. Se desplomaba el cielo, una estrella en llamas, un gato; luego un hombre solitario en el tejado de una casa.
Así nació. Emulando un poco la leyenda de Adán, porque jamás fue niño. Dada su naturaleza atípica, fantástica y surrealista; la muchedumbre le llamaba hijo de Lucifer, bandido, apostador.
Jugaba a la baraja por una chispa de luz. Odiaban de él la búsqueda de fuego en almas estropeadas por la ciudad. Odiaban algo que ellos liquidaron en sí mismos y, a causa de