«Ella», un relato de José Alberto Capaverde

Ella estaba tan alta, que mis manos no la alcanzaban, y mis ojos se alegraban con verla, soñaba con poseerla, yo era un niño de ojos verdes y rulos rubios. 
Ella sabía que era mi tesoro, y el motivo de mis desvelos, y hasta la causa de mis temblores nocturnos. 
Ella cruzaba las piernas y mostraba un poco de su braga y como por arte de magia, convertía todo mi día en pura felicidad y plenitud. 

Democracia y la destitución de gobierno

Los representantes de la bancada de oposición del Congreso de la República plantearon abiertamente la destitución del Presidente del Perú, José Pedro Castillo Terrones, tras asegurar que incurre en una causal de incapacidad moral permanente para gobernar y genera la inestabilidad política en el país.
En el artículo “Inestabilidad política y presidencialismo en el Perú” (https://tinyurl.com/msnha9pp) señalo: “El Consejo de Estado del

Posapocalíptico: tres relatos breves de Juan Carlos Vásquez

Lazos sanguíneos

Después de envenenar al padre, Yulian quiso contemplar su obra vanagloriándose frente a la abuela que, sumisa y consternada, veía a su yerno tirado en el suelo mientras el vientre y el pecho se le comprimían hasta morir.
La abuela en vez de infundir disciplina a su nieto le dejó realizar lo que más le gustaba: cantar, leer, cortarse los brazos y desempeñarse como «curador» en

«Mi bicicleta», un relato de Alejo Tomás Ambrini

Hoy me robaron la bicicleta. Desconozco el horario, pero sé que fue entre las siete de la mañana y siete de la tarde. La dejé en el poste de alumbrado, mal pintado y con pegatinas de alguna campaña electoral vieja. Mi bicicleta negra, una playera vieja y despintada que usaba para trabajar y me costó tanto sacrificio. Se llevaron hasta el candado que para qué les va a servir en caso de que hayan sido varios ladrones. Pero no importa, lo único en lo que no puedo dejar

«Desempolvando la esperanza», un relato de Gabriel Valdovinos Vázquez

¡Me da gusto encontrarte de nuevo! Apenas al abrir esta caja y ver el envoltorio de periódico y plástico más grande, me imaginé que eras tú.
Bien recuerdo que nos quedamos platicando largo rato en los primeros días de este año, antes de guardarte aquí.
Aun con el buen sabor de boca por los sencillos platos y espirituosas bebidas, pero sobre todo por los gratos momentos, los fuertes abrazos, los sinceros apretones de mano, la cercanía en

«Licantropía», un cuento de Rubén Bareiro Saguier

Cuando ayer lo vi en la calle, tan cadavérico, me vino a la memoria la cantidad de rumores que corrían por el pueblo a propósito del tío Cabrilla y de la tía Lalí. «Mentiras», decía mi madre; «calumnias», sentenciaba -más severo mi padre, coreado por los comentarios indignados de sus hermanas. Aunque luego, hasta mamá pareció cambiar de opinión, o por lo menos guardaba silencio, cuando se hablaba de la cosa.

«Intelligentsia IX», un minicuento de Enrique Anderson Imbert

Con máquinas calculadoras los técnicos montaron una Academia de Filosofía. Primero eligieron las obras más importantes en la historia del pensamiento. Después, mediante un rigurosísimo análisis, las despojaron de sus accidentes —lenguaje, biblioteca, época, paisaje, polémicas, anécdotas— hasta reducirlas a esenciales visiones del mundo. Por último, con estos núcleos de ideas fundamentales prepararon los cerebros electrónicos. Para que

«Los caminos», un cuento de Haroldo Conti


y aunque la línea está cortada señalando el fin
 yo solo digo adiós hasta que nos veamos de nuevo.

Bob Dylan

A veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina. Son redondos y precisos y justamente porque no hacen otra cosa que escribir.

Paco Urondo me ha dicho quiero que escribas algo para el Diario

«Alfabeto», un poema de Inger Christensen

Los alfabetos existen
la lluvia de los alfabetos
la lluvia que se cuela
la gracia, la luz
interespacios y formas
de las estrellas, de las piedras

el curso de los ríos
y las emociones del espíritu

las huellas de los animales
sus calles y caminos

la construcción de nidos

«500 días, 500 martillazos…», un poema de Magda Portal


500 días, 500 martillazos
hora a hora, sobre el yunque del alma.

Madrugada. Una de tantas madrugadas
en que es inútil llamar al sueño,
en que es inútil botar, como a una mosca
al pensamiento

Afuera hay una madre pequeña
¿cuántas madres?
y una hija muerta de frío.

Desde Barcelona: «Una puerta», un poema de Pedro Alcarria Viera

Cruzó la pequeña puerta blanca, despintada
la madera y colgando cabizbaja.
Cruzó el dintel y la breve orla del sol le lamía los hombros.
Entró encorvado y con el bigote en llamas.
Entró acarreando una pala y un macizo de hortensias derrengado.
Una vez un tulipán azul. 
Y tres veces un ataúd.
Hubo días en que, al entrar, su mano callosa se demoraba unos

«Las voces del silencio» y «El amor», dos minicuentos de Costas Axelos

Por fin la energía atómica se ha liberado y ha destruido toda vida humana sobre el planeta. Solo se ha escapado un habitante de un rascacielos de Chicago. Después de haber comido y bebido todo lo que tenía en su heladera, leído, visto, mirado y escuchado su biblioteca ideal, su museo imaginario y su discoteca real, desesperado al ver que no se moría, decide suprimirse y se tira al vacío desde el piso cuarenta.

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Vindicación del Caos · por Alberto Jiménez Ure

En el vasto escenario de la naturaleza y la destructiva influencia del hombre, surge la "Vindicación del Caos" de Alberto Jiménez...