Este año no me has leído nuestro libro favorito. No viniste a casa por temor a contagiarme. En las fotos que enviaste la semana pasada no pude distinguir tu rostro: las marcas del tapabocas y de las gafas de protección te transformaron en otro individuo. La pandemia te encerró en una burbuja de temores...
De los años de tormentas y mujeres, sólo quedó la cicatriz en tu mano derecha. Como el protagonista de nuestro libro favorito, nunca prestaste atención a la mala suerte y a los pésimos augurios de la gente. Saliste a tu mar y durante varios días batallaste con ese enorme pez espada de dieciocho pies...