Versos y vaivenes: Recuerdos poéticos - Leticia Cortés, Hazzel Yen, Borja de Diego Lozano, Augusto Rodríguez, Aleqs Garrigóz


A fuerza de martillazos
Leticia Cortés 

Porque se me rasgó el amor 
En las púas siniestras del destiempo; Porque me deshollaron vivas 
La dignidad y la esperanza. 
Enriqueta Ochoa 

Porque me diagnosticaron
mal el hambre, 
se me desnutrió el corazón. 
Por todo lo infértil que he sido, 
las tempranas ganas de masturbarme. 
Porque se me fue el himen por el lavabo, 
los platos se me despegaron de la boca. 

Laura Flòrez Daza: Balada para ratas - Procura no hartar a todos y llévate tu soledad

No desees nunca la muerte de tu prójimo  
queriendo que sea la tuya,  
ni mires a los ojos  
si vas a decir la verdad,  
no te despidas  
y si acaso das la mano,  

asegúrate de que sepan  
que no darás tu brazo a torcer.

Sueña más, llora menos,  

puteas más, ríe menos,  

Dos poemas del autor napolitano Giacomo Perna - Tras dos besos y un orgasmo

Foto de Elijah O'Donnell

Que harías vos... 

Hay días en los que la muerte no parece gran cosa

Un descanso, más bien.

En cambio, la vida siempre es ajetreo.

¿Vos cuál elegirías?

Tenía razón Arthur
Y más aún mi tatarabuelo
Cuando les restaban pesadumbre a sus quejas
Maquillándolas de filosofía:

"Para decir adiós", un relato de Edinson Martínez - Esta es una carta que lleva años en silencio

Foto de Kristal Tereziu

“El tiempo que tenemos es elástico; las pasiones que sentimos lo expanden, los sueños lo contraen; y el hábito llena lo que queda”.

Albertine desaparecida.
En busca del tiempo perdido
Marcel Proust


I

La última vez que la madrugada cubrió de rocío los vidrios de mi carro fue un día de septiembre del año mil novecientos ochenta y uno. Nunca después, me di cuenta de su presencia en aquella calurosa tierra sin horario para el frío. Hace mucho tiempo que he querido escribirte. Hace tanto tiempo que lo imagino y lo intento.

Explorando la música más allá de los límites: Un viaje por los eclecticismos sonoros

Foto de Pavel Danilyuk

En algún tiempo estuve inmerso en los atronadores acordes del thrash metal, en el frenesí del death y la oscuridad del black, mi viaje musical comenzó como un torbellino de energía y rebeldía juvenil. Las guitarras distorsionadas y los ritmos frenéticos fueron mi banda sonora en esos primeros años, pero a medida que el tiempo pasaba, una sed de exploración y descubrimiento me llevó por caminos menos transitados. Fue entonces cuando el jazz irrumpió en mi vida, con sus armonías complejas y su improvisación liberadora.

La cadena de montaje literaria: Un mundo menos pensante

Foto de Tima Miroshnichenko

El mundo literario, ese vasto océano de ideas y emociones, ha sido reducido a un mero charco de fórmulas repetitivas y vacías. Las tertulias, esos clanes que se creen herederos de las musas, han dejado de ser los faros de la creatividad para convertirse en fábricas de un producto uniforme. ¿Qué ha pasado con el espíritu rebelde de la literatura? ¿Dónde quedó la chispa que incendiaba las páginas con originalidad? Bukowski lo dijo mejor que nadie: "Encuentra lo que amas y deja que te mate". Pero en este caso, parece que lo que amamos nos ha traicionado, dejándonos desaparecer lentamente en la "confort" de la mediocridad.

"El Cuaderno de Fergusson" por Daniel Frini: una historia sobre un paciente del Hospicio de Santa Magdalena y su vínculo con "Él"

2555 p - 14200 cce
-16 de junio de 1973. Hora 12:35
Libro de Guardia – Hospicio de Santa Magdalena - Ingresos. 
Sujeto NN masculino, aproximadamente 20 años. Estatura 1,75 m, cutis blanco, ojos marrones, cabello castaño. Aparente estado de shock. Examen médico muestra signos vitales normales. Evidentes signos de haber sido golpeado en rostro y extremidades superiores.
Ingresa con custodia, acompañado por el Sargento de Policía de la Provincia, don Lucio Martínez, quien refiere que efectivos de la fuerza pública retiraron al individuo de un domicilio en zona rural y manifiesta

"La carta final", un texto de Juan Carlos Vásquez - ¿Cómo decírtelo? No quiero asustarte...

Foto de Rüveyda

Desde que te marchaste era solo pensar, recordaba instantes y lugares, no hablaba, no comía, me empastillaba para dormir; duré semanas refugiada en la habitación. No había querido llamarte ni escribirte hasta hoy, pero necesitaba desahogarme. ¿Te sigue gustando la música? No puedo concebirte serio, en una casa, cumpliendo labores cotidianas. Hace tan poco caminé por aquellos sitios, ya no quedan vestigios de lo que fue. Los comercios no existen, la juventud ha sido sustituida por la delincuencia, las plazas y los parques han cerrado…

Los sonidos de la esperanza: José Alberto Capaverde "El seis" - Por fin hemos pagado nuestros pecados

pexels-maaryloura

Él miró por última vez a la mujer escuálida, de rostro sombrío, y atuendo ennegrecido. Esta sombra se dirigía sin rumbo, como alguien que ha perdido la cordura, y presa de alucinaciones, deambula sin certeza ni determinación. Iba vestida con ropajes antiguos, vetustos, de colores oscuros, y un collar de esmeraldas brillaba en su pálido cuello. A lo lejos parecía un ser desconsolado, que iba (o parecía) sostenida por cuatro buitres, los cuales con sus aleteos y graznidos, la elevaban un poco y la volvían a bajar a la tierra quemada.

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