Esta investigación realiza, en primer lugar, unas consideraciones acerca del suicidio y la escritura, así como una revisión de los poetas que pusieron fin a su vida por voluntad propia, en un contexto universal. Seguidamente se pasa revista a los poetas venezolanos del pasado siglo XX que se inscriben en la nómina de los suicidas, así como a su producción poética. El estudio, basado en diversas teorías semiológicas, se centra en una persecución de los signos recurrentes en los libros publicados de Martha Kornblith: Oraciones para un dios ausente (1995), El perdedor se lo lleva todo (1997) y Sesión de endodoncia (1997). El proceso de investigación que supone una labor de esta naturaleza se sostiene sobre la indagación documental (bibliográfica, hemerográfica, audiovisual y cibernética), así como en diversas entrevistas a familiares, amigos de la autora objeto de nuestro estudio y especialistas en el tema. Finalmente se hacen algunas consideraciones sobre las posibles correspondencias entre la experiencia de vida de la autora real, el yo poético y las voces.
Mujeres malditas - Martha Kornblith: hastiada por la angustia y la desesperanza - Radio 5 › RTVE radio televisión español -audio-
“El poeta con tendencia suicida ensayará su muerte en el poema”
(*) Los poetas suicidas
Ya nos habíamos preguntado qué fibra prohibida tocaría la palabra poética que hace que, entre los que se “ganan la vida” con la escritura, éstos sobresalgan en número digno de considerarse. La vida simbólica que ofrece la literatura parece cobrar mayores dimensiones en la poesía, puesto que ésta tiene la propiedad de transformarse en una ficción que, a la vez, constituye una suerte de interioridad activa o en actividad. De ahí que la muerte que ésta pueda ofrecer es una realidad al alcance de la mano, por llamarlo de algún modo. Para decirlo con otras palabras, la poesía constituye un simulacro y la vida y la muerte se disputan ese territorio en ella.
Así, la poesía -la literatura en general- sirve para ensayar. El poeta con tendencia suicida ensayará su muerte en el poema. Ésta es una forma de verlo. Otra forma de apreciarlo es aquella en la que el poeta va dejando una nota de despedida a lo largo de su vida literaria. Más en el caso de autores, como Anne Sexton por ejemplo, que intentaron varias veces poner fin a su vida hasta que lo lograron. Es decir, aquellos poetas para quienes el suicidio fue más una obsesión que un arrebato momentáneo.
Algunos estudiosos del fenómeno, como Perla Schwartz, concluyen que este acto es una suerte de síntesis de ambas ideas: es, a un tiempo, un hecho pensado con premeditación y un arranque de locura; así, el suicidio será “un gesto metódico planeado y tantas veces predestinado o motivado por el impulso de un instante de cordura o demencia” (1989, p.7).
Lo cierto, en todo caso, es que la poesía puede revelar las tendencias suicidad de su autor debido a que la obra constituye una suerte de reflejo de sus obsesiones, sus miedos o, simplemente, sus fijaciones. Es indudable que en la mayoría de los poetas suicidad cuyas obras revisaremos observamos referencias constantes a la muerte o al suicidio.
En la Universidad de California, el psicólogo James Kaufman analizó el caso de casi dos mil escritores muertos. Sus resultados fueron dados a conocer en el trabajo “El precio de la Musa: los poetas mueren jóvenes”, publicado en noviembre de 2003 en la revista Death studies. Las conclusiones apuntaron a que los poetas viven un promedio de 62,2 años y son, comparativamente con los narradores y dramaturgos, los de más corta existencia. Asimismo, concluyó que las mujeres poetas morían antes que los hombres del oficio.
Según Kaufman, el motivo por el cual los potas tienden no sólo a tener una menor expectativa de vida sino una mayor disposición a las enfermedades mentales se debe a las dificultades propias de su oficio. “Lograr generar un ingreso como poeta es prácticamente imposible”, dice Kaufman, “lo cual puede generar mucha angustia”. Además, la naturaleza de su oficio los obliga no solamente a trabajar en soledad, sino que su área de trabajo es totalmente emotiva, obligándolos muchas veces a adentrarse en un mundo introspectivo e íntimo del cual posiblemente no siempre salgan ilesos. (Escudos 2008).
Extracto de Poesía y suicidio en Venezuela. Miguel Marcotrigiano Luna, editado por Fundación Celarg.
Este libro, resultado de una investigación de más de veinte años, constituye mi aporte a un tema hasta ahora inédito en los estudios literarios venezolanos. "El trabajo está organizado en cuatro capítulos: el primero, que sirve de antesala, indaga acerca de las relaciones entre la palabra y el acto del suicidio y pasa revista a una serie de artistas y poetas que decidieron poner fin a sus días de esta manera; luego se hace una indagación breve en aspectos biográficos y literarios de poetas venezolanos del siglo XX, desde Elías David Curiel hasta Miyó Vestrini, siguiendo un orden cronológico basado en la fecha de deceso de cada autor. El segundo capítulo, una vez vistos los casos que anteceden al de Martha Kornblith, indaga primero en la biografía de la poeta, en busca de datos que permitan atisbar conexiones con su obra, y luego revisa lo que la crítica ha visto en ella. Seguidamente se aborda el estudio de la poesía publicada de Kornblith, desde una perspectiva propia, fundada en los signos recurrentes en su obra. La base del análisis se halla en la experiencia que hemos acumulado con la semiología. Finalmente, unas conclusiones ofrecidas en una suerte de capítulo abierto, que intenta desentrañar las relaciones existentes entre la vida de la autora y la voz hablante en sus textos".
De familia judía, Martha Kornblith nació en Lima en 1954. El trabajo de su padre obligaba a la familia a cambiar de lugar de residencia con frecuencia. Pese a todo, siempre recordaría su infancia como una época dorada. Con 9 años se instala definitivamente en Caracas, Venezuela. Allí acude al colegio e inicia sus estudios superiores, graduándose en Comunicación Audiovisual, profesión que durante algún tiempo ejerció. En 1982 se le diagnostica esquizofrenia y es internada en una prestigiosa clínica, de la que sale muy recuperada y experimenta un cambio muy positivo, incluso en su imagen personal. En 1989 toda una serie de pérdidas detonan un nuevo brote de su enfermedad. Martha llega a un punto muerto que no pueden superar las terapias, y ya no es posible avanzar.
La obra de Kornblith la integran sólo tres poemarios desde la conciencia de su propia enfermedad: referencias a las clínicas psiquiátricas, al horror del manicomio. Uno de sus más famosos textos es Clínica Monserrat, un estremecedor testimonio de la vida en la institución.
El 29 de mayo de 1997 Martha puso fin a su vida arrojándose al vacío desde un quinto piso, hastiada por la angustia y la desesperanza.
Por eso dedicamos nuestros librosa los muertos.Porque tenemos la vana convicciónde que nos escuchan.Nosotros, cómplices de oficiosmenos inocentes,creemos que seremos diosesen otros mundosporque pensamos que la felicidades la distancia del milagrocuando soñamos con una palabra,cuando vemos alzarse los aviones.
Miguel Marcotrigiano Luna (Caracas, 1963). Docente e investigador. Licenciado en Letras (UCAB, Caracas) y M. Sc. en Literatura Venezolana (UCV, Caracas). Estudios doctorales en la Universidad de Salamanca (España). Actualmente es investigador de planta del CIFH y Asociado del CIC, ambos en la Universidad Católica Andrés Bello, en su ciudad natal. Twitter - Facebook
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