No era un tiempo que transcurriera, ni que se se apresurara, ni que saltara. Era un tiempo que descansaba en sí mismo.(Ernst Jünger. Visita a Godenholm).
Ya anocheció. Hace un momento se oía aún música, risas y voces infantiles en el jardín vecino, junto a los arbustos de la cerca; luego cesó la música y las voces se fueron alejando poco a poco. Todo ha vuelto a quedar en silencio.