Cosas maravillosas se acercaron. Clamé por mi alma y le pedí sumergirme en la corriente, cuyo lejano ruido yo había percibido. Esto sucedió el 22 de enero de 1914, como está anotado en mi Libro negro. Entonces se sumergió en lo oscuro veloz como una flecha y desde la profundidad exclamó: «¿Quieres aceptar lo que traigo?».
Yo: «Quiero aceptar lo que das. No me corresponde a mí el derecho a juzgar y rechazar».