Dos microrrelatos del antropólogo y filósofo cubano Roberto Garcés Marrero

En "Mein Kampf", el autor describe una escena surrealista y onírica. El protagonista se encuentra en un tejado en una ciudad renacentista, vestido con ropa negra y una apariencia gótica. Sin embargo, la verdadera batalla se desarrolla en su interior, donde lucha con sus propios demonios. La descripción de su autodestrucción es gráfica y visceral, y el final deja una sensación de inevitabilidad.

En "Pax tecum", el autor utiliza un lenguaje más sencillo pero igualmente efectivo para crear una atmósfera de inquietud y horror. El protagonista se encuentra en un cementerio y reflexiona sobre la transitoriedad de la vida y la inevitabilidad de la muerte. Sin embargo, su experiencia se vuelve aterradora cuando escucha sonidos y presencias inexplicables. El final es desolador y sugiere que incluso después de la muerte, la angustia puede ser eterna.





Mein Kampf

Una vez más estoy sobre un techo de tejas rojas, en una ciudad semejante a las pintadas por los artistas del Renacimiento en los segundos planos de algunos retratos. No entiendo cómo llegué, ni por qué no me caigo. Allí, frente a mí, estoy yo, presto a la lucha que se repite por tantas noches.
Acá está el cotidiano, el normal; allá soy el dotado de un despampanante glamour gótico, con ropas negras, grandes ojeras y espectral palidez, versión masculina de femme fatale. Comienzo el ataque con la mezcla de fuerza y conmiseración acostumbrada. Sé lo que pasará. Me increpo, me venzo y termino devorándome con una fruición excitante, bebiéndome la sangre, alzándome triunfal sobre mis propios despojos.
Así es cada noche, mas no será por siempre. Terminaré agotándome: seré definitivamente la provocativa oblicuidad de mi sombra.


Pax tecum

Siempre lo relajaba mucho pasear por el cementerio. Pensaba en los afanes de las personas que allí yacían y los descubría tan inútiles como los suyos. Después de tantos placeres y dolores solo queda un poco de polvo (no importa si enamorado o no). 
Aquella tarde sin sol caminaba con cierta pereza entre los pálidos sepulcros. Nada le preocupaba ya. Se acercó a cualquier tumba para leer el epitafio, cuando sintió un soplo gélido que salía del interior de la sepultura. Un escalofrío lo recorrió desde los tobillos hasta la cabeza. Las chapillas que cuelgan detrás de las cruces tintinearon frenéticamente. De súbito adivinó voces ahogadas, quejidos, presencias evanescentes. No paró de correr hasta llegar a su casa. Se sentó en la cama y comenzó a llorar. Estaba horrorizado por su descubrimiento: la angustia es eterna. No hay descanso posible, ni entre los muertos. 



Roberto Garcés Marrero (San Juan de los Remedios, Cuba, 1984). Antropólogo y filósofo. Participa en el proyecto internacional Letras y Poesía, en cuya antología Mientras me habito (2022) han sido incluidos varios de sus poemas. También ha sido publicado en Entre sílabas anda el juego, antología de haikus de Diversidad Literaria (España, 2022). Escritos suyos han aparecido en revistas literarias como Primera Página (México), Nagari Magazine (Estados Unidos), El Narratorio (Argentina), El coloquio de los perros (España) y en blogs como El Claroscuro (Colombia). Actualmente reside en la Ciudad de México. 
lordruthven33@gmail.com 

Ilustración: la imagen de portada ha sido remitida por el autor de la obra.

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