- Retorno a mis días de juventud. Recorro con lentitud la suave madera de la mesa de noche, el flexo que tantas noches me acompañó en mis estudios de adolescente. Observo las figuritas de porcelana que sabe dios cuando me miraron por última
vez, quizá esa mañana en la que decidí poner fin a la vida familiar, a la comida caliente y la ropa planchada, al rumor tenue de mis queridos padres rondando mis pasos veinteañeros, como el