La poesía emerge de la madrugada más próxima. Baladas para ratas, funerales de amigos imaginarios, tangos de viudas, hechizos, abismos, invocaciones a Alejandra. Nada queda intacto.
No es la forma lo que une a estos textos, sino la fisura que dejan: fragmentos de piel, sangre imaginada, restos de un lenguaje que se pudre o florece.