La abuela no quería ir a Florida. Quería ir a visitar a algunos de sus parientes en el este de Tennessee, y aprovechaba cualquier oportunidad para intentar que Bailey cambiara de opinión. Bailey era el hijo con quien vivía, su único chico. Estaba sentado a la mesa, en el borde de la silla, inclinado sobre la anaranjada sección de deportes del Journal.
—Ahora mira esto, Bailey —dijo ella—, mira esto, léelo.