Siempre supe que Juan Pedro era muy religioso, místico hasta la locura. Utilizó todos los medios a su alcance (incluso las penitencias) para convertirme a su religión. Nunca lo logró.
Cierto día me comentó de una secta sobre la que había estado leyendo e investigando en la biblioteca de la Junta y en la del Liceo; se llamaba “Skoptzy” y de acuerdo a la información