Acampábamos entre cultivos colindantes, y de las desterradas figuras de aquellas zafras, curvaban con simpatía sus arañazos entre los escombros…
Se podía mirar con el rabillo del ojo, cuanto adoraban a las vacas y los ornamentos de carne o hueso. Honraban ideas, y sin embargo, en un acentuado ahora, precisamente en el año de nuestro señor; han concretado de adorar lo que sea que les procure fatiga de prosperidad espiritual.
Esto no fue posible verse reflejado antes, pero luego se cuenta que las siluetas obnubiladas en el trecho, enmarcaban sus remordimientos a diestra y siniestra. Sin embargo “la mancha”, como resultado de aquello, todavía es una travesía de una sola dirección y una vez habiendo penetrado en sus escarpadas trochas, no se puede dar vuelta atrás… [ ]
Nunca se había llegado a tener indicios de alguien, que partiendo por ese cauce, hubiese seguido entre nosotros, o se conservase como un templo experimentado de bacterias y moho.
Debajo del incienso “todo se inhala”; y más cuando la luna te revienta de lleno en la cara. Desde entonces, la sangre hierve y se come, y continúa así, abriéndose como vulva fresca a la corteza del farrago. Todo termina por entremezclarse, perjudicando tanto lo bueno como también lo malo. Los campos de cultivos ya están repletos de bajas pasiones, dejan de lado el valor…
Allí, en ese mismo lugar pagano, hay quienes abrazando lo que no se puede recitar, aguardan, aguardan y aguardan, codiciando dilatar la falsa expectación que ronca con gargajos en su instinto de auto preservación; francamente por un milagro que no llegará.
“El milagro”, oportunamente seria “la flecha” […]
La doña y sus cuentos
Míralos: sin cadenas, pero maniatados. Los convencieron en una de las mejores formas más cotizadas del “arte”. Eso no es arte, eso es otra cosa mijo, ¡peor!
Y tratan de convertirnos y aglomerarnos, bajo la tentativa de un diálogo con ingredientes de desnudez. Somos una porción de ganado aceptable…
La fantasía que se empeñan en meternos por los ojos, tiene sus consecuencias y también su propio anti-ritmo. Empoderan a la mayoría de los romanos del mundo. Y otros pocos aunque resisten, también terminan por ver y escuchar en grises. Pero piensan en blanco.
Yo ya estoy vieja, y no me da la clarividencia ahora, para imaginar a donde va a llegar esta locura Relamiéndose las heridas van por allí, estas personitas, abrazan su mal gusto por disque la autorrealización.
Se abrazan entre si…como una pequeñita abraza a su padre ausente. No hay rostros en esta escena; el titiritero la teje con los filamentos correctos, observando achatado en el suelo; el espacioso desenlace. Él no se deja ver, más que en ilustraciones vetustas.
Muchos más, se dejan manipular. En ese culto, insano…Ojalá regresen a casa…Con sus familias…Pero lo dudo…
Repentinamente, entra en juego la simbología de la cabra. Y ¿hasta cuando le dan a eso?…
Ya da repugnancia como hacen sus más enérgicos intentos por normalizar esa aberración. Abusan de una idea de libertinaje, lo cual termina ofreciéndose bajo control y servidumbre de la halagüeña cabrita. Y los tontos, haciéndose más pendejos mientras se los están cocinando.
De este circo, el conformismo por las migajas de pan, abunda…
Migajas de pan para la plebe de la nueva roma, la que yace en el mundo.
Migajas para los observados a través de una lente de cámara ultra gran angular…
La cámara siempre esta oculta, siempre, créanme.
Y ¿porque no me creen?, ¿porque me tildan disque loca?…”Yo estudié, yo estudié”… “No soy ninguna loca”.
Quendi Hierofante: Autor del libro "Libídine, Penumbra y Congoja de las Circunstancias". Quendi Hierofante, es un escritor venezolano nacido en la controvertida ciudad de Caracas. Proveniente de una familia humilde de educadores, la vida de Hierofante ha estado marcada por una búsqueda continua de expresión imaginativa y exploración intelectual, así como su profunda sensibilidad literaria y su capacidad para explorar las complejidades del ser humano, con un estilo que navega por las emociones humanas, desde la sensualidad y la introspección hasta la crítica social a través de cuentos, narraciones y poemas.
Su trabajo viene acompañado de un lenguaje poético basado en la capacidad para transportar a los lectores a las profundidades de la psique humana, revelando las emociones crudas y sin filtros que se encuentran debajo del tapete.
La voz y el estilo únicos del autor han sido moldeados por una amplia gama de experiencias e influencias.
Su labor literaria se caracteriza por una prosa poética y reflexiva que invita al lector a adentrarse en mundos emocionales y filosóficos. "Libídine, Penumbra y Congoja de las Circunstancias" emerge como un ejercicio que fusiona la introspección con la crítica social, abordando temas universales como el amor, la soledad, y la búsqueda de significado en un mundo cambiante.
Para Hierofante la narrativa transita por el erotismo y la autorreflexión, abordando temas como el deseo, la sexualidad condicionada a los arquetipos y la exploración imaginativa. La penumbra se manifiesta como un espacio de introspección, donde los personajes se confrontan a sí mismos y a sus miedos más profundos. La congoja de las circunstancias se refleja en la crítica social presente, donde se denuncia la violencia, la desigualdad y la decadencia socio-política. Sus relatos, a menudo complejos y llenos de matices, emprenden situaciones límite que desnudan la fragilidad del ser humano [...].
Título de la Ilustración de portada: LA ESCENA. Ilustrador: Quendi Hierofante. Año: 2024
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