Sueño oscuro: Sopor Aeternus & the Ensemble of Shadows | Hades Plutón

No, no, no... - ¡Pon fin al espectáculo!
Voy a volver a la tierra
donde crecen las flores de hueso, a “la naturaleza
clima extraño que se encuentra, sublime, fuera del espacio - fuera del tiempo
¿Qué?

Ver la forma, pero no puede ver a través de
Nadie puede odiarme tan bien como yo
Saber cuándo tirar una risa
saber cómo forzar una sonrisa, cualquiera que sea la intención
¡Soy una mentira “amigable”!

«Desconocidas», un cuento de Nelson Lehi Cardoza Díaz

Apenas lo oí, lo reconocí. El sonido de ese vehículo era inconfundible. Me asomé por la ventana para confirmarlo. Efectivamente, era la misma camioneta celeste, toda maltratada y antigua.
Lo vi bajar del auto y rápidamente me oculté tras la cortina. Sólo dejé descubierto una pequeña parte de mi rostro para poder seguir espiando. Ya sabía para lo que venía. Como cada semana.
Oí los golpes que dio a la puerta. Luego hubo murmullos y diálogos difíciles de entender.
Néstor- escuché la voz de uno de mis hermanos al otro lado de la puerta después de un momento.
Fue una desagradable

Performance

Primer escenario.
Abre la boca, grita, al soltar las manos, una idea: introducirse la cruz, escupir a los transeúntes. ¡Protesta!, ¿por qué protesta? ¿Reivindicaciones?
Nadie presta atención, nadie ve, sin embargo grita.
Días después, todo indica que le cosieron la boca con una propuesta. 
Surgen las actitudes simbólicas, suena el trap, ¿quién fue?, ¿qué pasó? 

Clavan el cartel, invitan al público a expresar sus desaciertos.
La tranquilidad ha llegado con el soborno en un acto conmemorativo.

Desde Estados Unidos: una muestra poética del autor venezolano Franco R. Waldan

SUEGROS

Que bendito y doloroso tormento por el que hay que pasar para llegar a tus jardines venusianos, para poder saborear las mieles del amor en tu cuerpo, que grita por sí solo, con semejantes caderas y tan voluptuosa consciencia. No es menos cierto que al llegar a la biblioteca haces un pacto de amor y vino, que te envuelve la carne y no vuelves a sentir de la misma manera, las miradas cambian, se vuelven profundas, como si los labios de mis ojos le dijeran al oído de tu alma que me siga, que no podemos separar la carne del espíritu y que de nuestras dudas y pesares renacerá la esperanza que nos desbordara alegría.

«El bus de la cinco de la tarde», un relato de Héctor Medina

Es insistente el sol sobre la ventanilla, dejando entrever por instantes la silueta de la cordillera. El bus no va más de cincuenta kilómetros por hora. El conductor se afianza sobre el volante, bajando y subiendo los cambios constantemente. Al lado de mi silla va una señora de cincuenta años, achacada, con un bolso y mira a la montaña como recordando algo. Recuesto la cabeza en la poltrona y cierro los ojos. 
Los frenos me despiertan a cada rato, sintiendo que el bus se choca o algo parecido. Se sube una mujer con niños en brazos y una maleta, sentándose al otro lado. Saca el tetero de alguna parte y se lo pone al bebé en su boca. Mientras miro mi reloj que

«La política al servicio del ciudadano», un artículo del sociólogo y escritor Raúl Allain (*)

En un reciente documental de sensibilización, se le pregunta a diversos jóvenes respecto a si estarían dispuestos a participar en política. Lamentablemente, casi el total de las respuestas es un rotundo “no quiero participar en política porque hay mucha corrupción”.
Es penoso, pero existe una total desconfianza a todo lo que significa labor política a raíz de que en el Perú los últimos presidentes de la República están o en prisión o investigados por el Poder Judicial (al igual que muchos gobernadores regionales y alcaldes) por diversos delitos como peculado, lavado de activos, asociación ilícita, colusión, malversación de fondos, entre otros.

Ana Patricia Moya | Selección de poemas

EL TOC

Antes de salir de mi casa
me aseguro
de que las alargaderas de mi habitación y despacho 
estén desenchufadas
-cargador del teléfono móvil incluido-
que las luces del balcón y del cuartillo de la cocina
estén apagadas
también la llave del gas, los botones del fogón,
la estufa del salón
-o, en su defecto, el ventilador del techo
del dormitorio de mis padres-
y que las puertas de la nevera y del congelador estén bien cerradas

«El pornografo», un texto perteneciente a «Barón Biza “El inmoralista"» de Christian Ferrer

Retrato Jorge Baron Biza, 1989

La tapa, y su correspondiente ilustración, están impresas a tres colores: rojo, negro y plateado. Rojo era el color de la calavera, negro el de la sombra por ésta proyectada, plateado el de la guadaña. Roja la huella de sangre en la hoja de la guadaña, negros los huecos oculares, plateado el color de base. En la contratapa, un manchón rojo, una suerte de escupitajo de sangre, se extiende sobre un fondo brillante. El título, El derecho de matar, y el nombre del autor, Barón Biza, en rojo sobre plateado. Es imposible que el voluminoso tomo, del que se editaron 5.000 ejemplares, no atraiga la atención, especialmente si se tiene en cuenta que su tapa y contratapa han sido laminadas en

Desde Granada: «El juguete», un relato del escritor castellonense Carlos Almira Picazo

Cuando faltaba menos de una semana para el Cumpleaños del Fundador (que coincide con la Refundación de Ciudad Feliz), Félix Ugarte decidió darle una sorpresa a su chico, y apareció una noche cargado con un regalo.
El paquete que contenía el mecano era tan grande, que resultaba difícil e inútil esconderlo hasta el día siguiente. Ese martes Félix hijo cumplía siete años. Era su único hijo y probablemente no tendría más. Cada noche antes de acostarse le revolvía el pelo rojo con sus grandes manos de estibador, y le daba un beso.

«El retrovisor de Blas», un cuento del escritor y sociólogo español Jorge Cappa


—Por donde se llegue antes, por favor. —respondió Andrés, sereno.
Blas miró por el retrovisor, no dijo nada y, cuando el vehículo tomó la suficiente altura, aceleró la marcha.
Andrés se estiró en su asiento, abrió un poco las piernas y miró el reloj. Eran las 19:15 horas, así que iba a llegar bien de tiempo. Se quedó callado y parecía tener la mirada perdida en algún lugar fuera de allí.
Cuando ya estaban a mitad de camino, Blas pensó en la conversación que un rato antes había tenido por micropantalla con Matilde, su mujer. “La tarta para Nuria”, recordó. “Quizá mejor de fresa y nata, sí. Seguro

«Poema XI», por Lawrence Ferlinghetti

El mundo es un hermoso lugar
Para nacer
Si a Ud. No le importa que la felicidad
No siempre sea
Tanta diversión.

 Si a Ud. No le importa un golpe infernal
De vez en cuando
Justamente cuando todo está bien
Porque ni en el paraíso
se canta
todo el tiempo.

El mundo es un hermoso lugar
Para nacer
Si a ud. No le importa
Que la gente muera
Todo el tiempo

Desde Santiago de Chile: «Giuseppe Adami, 57» un relato autobiográfico de la autora brasileña Caroline Cruz

Doña María es el ser humano más tierno que he conocido. Lo que siento es tremenda gratitud por haberme encontrado con ella y por la influencia que dejó en mi vida, aunque su participación haya sido muy fugaz. Yo tenía alrededor de siete años cuando nos vimos por última vez y me acuerdo de muchos detalles de aquel encuentro, ya que se trataba del funeral de su yerno. A esa edad es así; uno no decide quién se queda o quién se va de su vida y la necesidad de cambiarnos de casa algunas veces en el transcurso de la niñez me desregaló algunas despedidas antes de antes de tiempo y amistades partidas por la mitad. No fue distinto con aquella tranquila señora; una María más entre tantas.

Dos textos de Alan Pauls perteneciente al libro «Trance: un glosario»

anacronismo. Tal vez leer sea la última práctica continua que quede en el mundo. Hay otras —la música, por ejemplo—, pero ninguna que haga de la continuidad una razón de ser tan despótica como la lectura. Leer es someterse a un imperio extinto: el imperio de lo lineal. Imposibilidad de abreviar, tomar atajos, skipear (sin poner en peligro, desde luego, la comprensión de lo que se lee). Si la lectura es hoy una gran práctica anacrónica —la otra es el teatro— es precisamente por la insolencia, la desfachatez, incluso la provocativa ingenuidad con que exhibe los blasones de una cultura del encadenamiento, la

Un poema de Yalal Ud-Din Rumi

En el principio fuiste mineral,
después te volviste planta;
luego te convertiste en animal:
¿cómo ibas a ignorarlo?
Después te volviste hombre.
Cuando hayas trascendido la condición
de hombre te convertirás, sin la menor duda,
en ángel.
Supera incluso la condición angélica:
penetra en el Océano,
para que de gota de agua puedas transmutarte
en mar...

 

Desde Bruselas: «Doña Susana vanguardista de la tolerancia», un relato del autor napolitano Giacomo Perna

Todos condicen con que Doña Susana no resplandece por su simpatía, ni tampoco por su gentileza. Es una señora algo amargada, con un carácter que, dependiendo de la bondad de quien la describe, oscila entre lo firme y lo verdaderamente hijueputa. Podría ser normal, considerando la edad, pues otro humano más que sobrepasó el número de primaveras tolerables para la paz del ánimo, pero la verdad es que ella siempre fue así. Además, diferentemente de sus símiles, la vejez no apaciguó sus centelleos de ira ni atenuó su proceloso espíritu. Tal vez que por esto se quedara soltera, pues vaya a aguantar semejante personalidad. Según los comentarios iniciales de su

«Todas las que soy», un poema de la autora cubana Rosa Yamilet Calcines Martínez

Ha querido crujir el seco estío  en mis resecas fibras y aún soy yo. 
Pino Ojeda

I

Puedo ser una y mil veces la bruma o la estirpe de domingo. Dentro de mi nostalgia encontrarán las diferencias y el porvenir del amor. En mi castidad fecundo embriones con los brazos sobre la tierra y una puerta al sol. Sobrevivo a las bacterias como los dioses eriales. Uña a uña escarbo las costillas de Apolinar. Los duendes prosélitos son comitiva de mis pasiones y de los hombres extirpo el plasma de la inmortalidad, me trasfundo en su hiel. Soy abeja negra con los recursos y emponzoño. Juego al

Desde Asturias: «Descanso en paz», un microrrelato de Soraya Ratón Díaz

Me gustas cuando estoy ausente, porque es cómo te callas,
Y te oigo desde lejos, y tu voz no me toca.
Me gustas cuando estoy distante y es cómo te callas.
Y estarás quejándote, mariposa en arrullo,
y te oigo desde lejos, y tu voz no me alcanza.
Déjame callarte con la indiferencia mía.
Me gustas cuando estoy ausente, porque es como te callas.
Distante y dolorosa, como si me hubiera muerto.
Un silencio entonces, una lágrima basta.
Y estoy alegre, alegre de que sea cierto.

Desde Uruguay: «Soy del Bene», un relato de Adrián Sosa

Me recuerdo mirando hacia afuera, a través de las grietas en la pared de madera, ver la lluvia formando charcos barrosos en las calles de tierra del cantegril. Recuerdo que escuchaba crujir mis tripas, escuchaba los gritos, los reproches, los ruidos de ollas vacías golpeándose contra el suelo. “Ay mi dios, que no se enojen conmigo”, era mi único pensamiento.
Todo sucedió por seguir a Juan, por ver si era posible. 
-¿Vamos a buscar a Luis? -me preguntó Juan-.Y yo fui.

A mi me gustaba jugar con Luis, me divertía, nos perdíamos entre caramelos y sonrisas, pero a Juan, Luis no le caía nada bien. 
Caminamos los tres hacia el

«Desde mi ventana», un relato de Edinson Martínez perteneciente al libro «Una historia por descubrir»

El recuerdo es el perfume del alma 
George Sand

Si la vida es un sueño. Un prolongado y repetido sueño al que nos convertimos una vez conocida la vida. Puede que ahora, tal vez sólo seamos uno de ellos... ¿Cómo podríamos saber si acaso no lo somos?... ¿Qué nos hace decir lo que realmente somos? No hay manera de saberlo.
–Tío... ¿qué ves? 
– Las nubes y las montañas, ¡qué grandes son! 
– ...Y tú, ¿qué ves...? 
– ¡Levántame para ver... no alcanzo! 
– ¡Sí, es cierto! ¡Ven para cargarte!  

Selección de poemas de Yamila Greco

X

Tragar
noche
hasta
morir
en
altas
ventanas
de
luz

abro mis piernas
en plena búsqueda lunar
y encuentro conejos

Panfleto de cuestionable filosofía: Aleister Crowley y El libro de la ley

En la ciudad egipcia de El Cairo, Aleister Crowley, acompañado por su esposa, Rose Kelly, comenzó a recibir un extraño mensaje de una entidad que se hizo llamar Aiwaz. Esta entidad le dictó a Crowley los tres capítulos que conforman «El libro de la ley» en tres noches consecutivas: 8, 9 y 10 de abril de 1904. En este post rescatamos algunos de estos mensajes alterando su orden. 

I

13. Estoy arriba de vosotros y en vosotros. Mi éxtasis está en el vuestro. Mi goce es ver vuestro goce.

«Dos poemas del escritor y poeta italiano Gian Ruggero Manzoni», en traducción de Yuleisy Cruz Lezcano

IL COLIBRI’

Dal come si muovono nelle piccole cose
scorgi l’indole degli esseri viventi; 
quindi, chi piccolo, 
ha già di suo la grazia 
e la gioia della rugiada
nonché il sapore del polline
nella sua aureola alata.

IL CAPIBARA

Sei il roditore più grande
e, nella lingua guaranì,
ti conoscono come 
“colui che mangia
le foglie sottili”.
Anche tu ami la famiglia, 

Un texto perteneciente al libro «El invencionero» de Denzil Romero


Una tarde del último verano que pasé en Francia, vagabundeando por los campos de Perigord, cerca de un castillo que se llama Maruelh, entré a un taberna. La indudable construcción románica del edificio, sus paredes de grandes masas de piedra, su techumbre de bóveda de cañón seguido, los arcos de medio punto que se abrían en el interior, sustentados sobre pequeños haces de columnas geminadas, hiciéronme sentir ilusorio, a muchos siglos de distancia. Gonfalones y arambeles de colores desvaídos ornaban inánimes los muros. Una anciana chimenea cubría buena parte de la pared de fondo. Junto a ella reposaban los bultos de podaduras de castaños, olivos y

Dos poemas de Francois Villanueva Paravicino

Las cenizas del ocaso

«porque la noche está de ojos abiertos» 
BENEDETTI

El arrecife de coral, al pie del abismo, era un dulce
que paladeaba la hioides, la hioglosa y el septum medio.
Podía alucinar aquel efecto de hachís como si bebiera el vino
y en mi sonrisa relampagueaba el invicto de las tragedias del arconte.
Eran huracanes cuyo ojo yo domaba con látigos,
sentía el poder cubriéndome de crueles carcajadas y yo, ileso, 
disfrutaba las ofrendas como la artemia salina de lo efímero.
Vislumbraba aquel sendero de espinas y rocas abruptas,

«After Dark» de Haruki Marukami, un artículo de Juan Martins

Marukami, nos introduce en esa relación de alteridad con la realidad. El tiempo se da en el contexto de los personajes. Quiero decir en el lugar del pensamiento de éstos. Pero cada realidad no es más que el fragmento de un tiempo, la estructura fractal de esa realidad se presenta al lector en diferentes tiempos que a la vez le son simultáneos en la recepción de aquel lector, el cual se desplaza durante las siete horas en el que se define el tiempo del relato: lugar y espacio se introducen mediante imágenes de lo urbano para su representación en la mente de quien lee (una dinámica abstracta en la que la formalidad del lenguaje se construye de manera heterodoxa, abierta). La ciudad es una metáfora, un giro

Rolando Reyes López: una selección de sus poemas

A una muchacha que espero

Una muchacha se asoma,
golpea mi puerta,
retira las llaves de la cerradura,
me enseña sus heridas,
dice algo sobre la gravedad del tiempo,
recoge mis poemas
y desaparece.


El poeta presente 

Yo soy uno de esos toros azules 
que alguna vez vino de las barandas del tiempo
mientras otros poetas disfrutan las cervezas 
y de las señoras de vestidos

Desde Oaxaca: «Si no los perros, la gente», un relato de Antonio Pacheco Zárate.

Los perros aullaron la noche entera. El eco de sus aullidos provocó el canto atemporal de las cigarras y apresuró los insomnios de marzo; por eso don Simón se levantó de mal humor.
—Como si no fuera bastante con ese enjambre que no nos deja vida —le dijo a su esposa.
—Se va a morir alguien —respondió doña Sara y subió una olla de peltre al brasero.
—¿Pudiste dormir y lo soñaste?
—Lo soñaron los perros. Por eso aullaban.
Apoyó el hombro en la jamba y perdió la mirada en el verde de las montañas, donde en tiempos remotos había aparecido la milagrosa imagen de la virgen del silencio.

Versos para mi muerte: Liz Gallegos

Desde la ventana entreabierta de esta habitación violeta
Contemplo caer hojas secas por el viento
Crujen oxidadas las bisagras
Y en penumbras me desnudo frente al espejo
Mienten mis pies
Porque no saben cómo decir que el tiempo se me acaba 
Y que no podrán soportar más este cuerpo cansado.
Dejo caer la ropa al piso y me detengo
Me detengo ahí
Donde la muerte dejó una cicatriz
Cuando se presentó frente a mis ojos incrédulos.

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"Entrevistas y reportajes" en el mundo de las letras y las artes escénicas

Esta selección de entrevistas y reportajes realizados por Juan Carlos Vásquez para diversos medios y revistas, reúne a una amplia variedad ...