Otra vez la madre acuclillada frente al hijo insiste en que le diga palabra alguna. El muchacho evade el contacto visual y esta, desesperada, lo sacude por los hombros. El padre llega y la aparta. Le pregunta al niño si está bien y este asiente con un débil movimiento de cabeza.
—¿Estás loca?—el padre la tira del brazo para llevarla a la habitación contigua—La psicóloga dijo que le diéramos tiempo. Que Dani hablará cuando se sienta preparado para hacerlo.