"Amor más allá de la muerte" y otros cuatro microrrelatos inéditos de Roberto Garcés Marrero

Cinco Microrrelatos de Roberto Garcés Marrero

En "Ghostwriter", el amargo sabor del anonimato mientras un talentoso escritor se oculta tras las palabras de otros, sin recibir reconocimiento alguno. En "Angelópolis", una ciudad mítica construida sobre un sueño celestial, solo para descubrir su siniestro destino. "Amor de río" en la intimidad de un amante solitario que encuentra consuelo y peligro en las orillas de un río inquietante. Por otro lado, "Encuentro cercano de sexto tipo" enigmático encuentro con seres extraterrestres, desafiando nuestra percepción de la realidad. Y finalmente, en "Amor más allá de la muerte", presenciamos un amor perfecto, pero trágicamente imposible.

Estos microrrelatos, tejidos con maestría por Roberto Garcés Marrero, nos llevan a explorar los rincones más profundos de la condición humana a través de la brevedad más absoluta. Una prosa evocadora que a través del impacto invita a reflexionar sobre la soledad, el destino, la pérdida y el deseo.



Ghostwriter

Recuerdo la primera vez que escribí para otra persona. Él era alto, moreno, con un sensual andar de antílope. La profesora de español nos encomendó hacer una redacción sobre el amor y yo lo amaba, en secreto, ferozmente. Me fue fácil escribir su texto. Luego escuché a los profesores elogiando las letras que le había regalado a otro, sacándomelas de dentro: una maravilla, cuánta inspiración, había mejorado mucho su escritura. Sonreí con tristeza. Nadie destacó el escrito en el que aparecía mi nombre: era lo que se esperaba de mí.
Después, por diferentes razones, escribí páginas enteras de tesis en las cuales nunca me mencionaron. Ideas mías fueron publicadas bajo la firma de otras personas, a las cuales jamás se les habría ocurrido. A menudo ni una pálida sombra de agradecimiento recibí a cambio. La gente olvida rápido ese tipo de servicio. 
El clímax fue cuando estaba haciendo un análisis literario de una novela de Shirley Jackson por cuatro euros. No sentí mucho la transición, quizás por las drogas. De pronto descubrí que mis dedos traspasaban el teclado de mi vieja portátil. 
Nadie me lloró: hacía años que no existía. 
Nadie escribió mi epitafio: ni siquiera sabían mi nombre. 


Angelópolis

28 de septiembre de 1530, Anno Domini. 

El obispo de Tlaxcala, Julián Garcés, sueña con grandes esferas blancas que flotan cerca de su cama. En su interior hay hermosísimas figuras angelicales que lo conducen a un paisaje paradisíaco entre tres volcanes. Trazan los linderos y las calles de una ciudad. El obispo comprende. Al día siguiente cuenta su sueño. Maravillados, los frailes van al sitio y comienzan los preparativos para construir la Ciudad de los Ángeles. 

7 de diciembre de 1541, Anno Domini. 

El obispo está en su lecho de muerte. Ya se confesó y se le dio la extremaunción. En medio de su fiebre comienza a ver grandes esferas blancas que giran en torno a su cama. Las reconoce y sonríe. Pronto su expresión plácida da lugar a la inquietud y al espanto. Dentro de las esferas surge una luz escarlata. Dentro, deformes rostros ríen diabólicamente. Escucha una voz pantanosa y terrible que le lee II Corintios 11: 14: “ipse enim Satanas transfigurat se in angelum lucis”. Horrorizado, comprende su error. Intenta gritar, pero una mano peluda le tapa la boca, asfixiándolo. 
Ya era demasiado tarde. La ciudad se había construido… 


Amor de río

Aquejado de una soledad insomne, siempre acudía a sus márgenes a pasear sus penas, sus pequeñas alegrías, sus esperanzas, sus cóleras. En temporadas de lluvia acariciaba con dulzura la eterna fluencia de las aguas que besaban sus dedos, que lamían sus miembros. En las sequías el río se limitaba a escucharlo a escondidas, siseando oscuramente bajo la tierra. 
Nunca pudo llevar a sus amantes a estos paseos sin que salieran lastimados por la violencia del río: brazos fracturados, ataques de insectos, caídas inexplicables… Prefirió continuar yendo solo para bañarse desnudo en las verdes aguas, ávidas como la muerte, lascivas ante sus carnes blanquísimas.
Un día se rompieron los diques de la presa. Nunca se encontró su cuerpo, deshecho por un abrazo frío y definitivo.


Encuentro cercano de sexto tipo

Contra un cielo grisáceo se recortan grandes mástiles. Sobre sus delgadas puntas unas momias descansan en perfecta forma horizontal, cubiertas por joyas esféricas. La brisa pasa por este gran cementerio inhumano, pero no mueve a los muertos. Hay un siseo extraño en el viento. Levito entre los cuerpos… 
El fogonazo de una luz inesperada me devuelve a mi cama. Creo despertar, aunque ante mis ojos flotan unos grandes ojos negros… 
Lentamente recupero la movilidad de mis miembros rígidos. De mi mano se escapa una esfera metálica que se suspende en el aire. Veo mi cara reflejada en su brillante superficie. Es un rostro oval, color rata, con grandes ojos de obsidiana, sin pupila visible y una boca minúscula. 
La esfera gira, entro en ella. 
Oigo los gritos de los vecinos. Dicen que ven una rara luz en el cielo. Sobre mi cama un extraño ser sonríe torvamente, mientras recupera sus facciones humanoides de uso diario. 


Amor más allá de la muerte

Eran el uno para el otro: sueños semejantes, perfecto engranaje de las personalidades, iguales concepciones sobre el amor, incluso acoplaban físicamente. La verdadera pareja perfecta.
Nunca se conocieron…




Roberto Garcés Marrero (San Juan de los Remedios, Cuba, 1984). Antropólogo, filósofo. Participa en los proyectos Letras y Poesía y Microlectivo. Escritos suyos han aparecido en revistas literarias como Primera Página (México), Nagari Magazine (Estados Unidos), El Narratorio (Argentina), El coloquio de los perros (España), Herederos del Kaos (España), Freibrújula (Alemania), Letralia (Venezuela), Nefelismos (Venezuela), Letraheridos (España), Extrañas Noches (Argentina), Micros (República Dominicana) y en blogs como El Claroscuro e Incoherencias. Actualmente reside en la Ciudad de México. 

📚 Lee otros textos de este autor (en Herederos del Kaos): San Sebastián. Génesis - Experimentum crucis • Tres microrrelatos  • Mein Kampf - Pax tecum



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