Dos poemas en legua gallega del poeta Miguel Anxo Fernán-Vello. Con traducción al castellano de Isabel Pintado


El poema "Jazz" de Miguel Anxo Fernán-Vello es una obra que evoca la sensación de nostalgia y melancolía, y al mismo tiempo una oda al paisaje de la música y del jazz, con una cuidadosa atención a los detalles, una reflexión sobre la fugacidad y la belleza de las cosas.

El segundo poema de Miguel Anxo Fernán-Vello: Aeropuerto, es un canto a la esperanza que se siente antes de partir. El poeta ejemplifica cómo los recuerdos a pesar de ser muchas veces dolorosos, son una fuente de inspiración para buscar nuevas oportunidades, y da importancia al hecho de asumir riesgos para explorar nuevas dimensiones de nuestra existencia.

 Jazz

Entre a transparencia e o azul,
tecendo as sílabas íntimas do tempo
e a respiración secreta da choiva.
Perfil de cervo e obradoiro de espellos,
esa ebriedade que alimenta a tristura
coa cor violácea da seda
e a suave cinza do recordo.
E se regresa a dor regresa como un sopro
e roza a raíz oblicua do fogo,
a febre demorada da noite.
País da lenta saudade e da dobre tenrura,
as brisas traen un astro húmido
e soa o timbre desolado da eternidade.
Vellas e onduladas razóns
para sentir o vidro do outono no sangue,
para medir a extensión da nostalxia.
Como o despertar do corpo
entre a sombra e a sorpresa,
como un imán que atrae a luz dos soños.
Velaí a fábrica dunha lámina que treme
ao contacto coa pel,
un abismo en marcha
que precipita a dozura das bágoas.
Velaí o instante que repasa o ritmo intocábel do asombro,
a voz que se alza na súa queimadura de orballo.
Formas para que se incruste branquísimo o silencio,
para que a arxila reciba o sabor extremo dos xemidos,
o alento e os seus labirintos
que doen ávidos de nacemento e de chama.
Vai penetrando a néboa unha estrofa esgazada
pola melancolía,
e derrétese un río de soidade que canta,
nai profunda a chorar no mel escuro da ausencia.
A vida,
que se detén aquí
cando a melodía
pulveriza
o crepúsculo.

Jazz
                  
Entre la transparencia y el azul,
tejiendo las sílabas íntimas del tiempo
y la respiración secreta de la lluvia.
Perfil de ciervo y taller de espejos,
esa ebriedad que alimenta la tristeza
con el color violáceo de la seda
y la suave ceniza del recuerdo.
Y si regresa el dolor regresa como un soplo
y roza la raíz oblicua del fuego,
la fiebre retardada de la noche.
País de lenta soledad y de doble ternura,
la brisa trae un astro húmedo
y suena el timbre desolado de la eternidad.
Viejas y onduladas razones
para sentir el vidrio del otoño en la sangre,
para medir la estación de la nostalgia.
Como el despertar del cuerpo
entre la sombra y la sorpresa,
como un imán que atrae la luz de los sueños.
He ahí la fábrica de una lámina que tiembla
al contacto con la piel,
un abismo en marcha
que precipita la dulzura da las lágrimas.
He ahí el instante que repasa el ritmo intocable del asombro,
la voz que se alza en su quemazón de rocío.
Formas para que se incruste blanquísimo el silencio,
para que la arcilla reciba el sabor extremo de los gemidos,
el aliento y sus laberintos
que duelen ávidos de nacimiento y de llama.
Va penetrando la niebla una estrofa desgajada
por la melancolía,
y se derrite un río de soledad que canta,
madre profunda llorando en la miel oscura de la ausencia.
La vida,
que se detiene aquí
cuando la melodía pulveriza
el crepúsculo.   
       

 

    
                               
Aeroporto

Toda viaxe é corpo e ten algo de esperanza,
de resplandor secreto.
No oficio de vivir, coas súas vellas rutinas,
aínda nace nos días
a flor transparente da sorpresa
e todo horizonte borra a dor.
Deixamos atrás o peso azul da sombra
e as voces repetidas que se esvaen no baleiro,
as teimosas consignas que o tempo e o costume
condenaron a ser confuso rito,
patético destino.

Toda viaxe, ao cabo, é fuxir de nós mesmos,
saír do labirinto desviado da sorte,
sentir a chama limpa do futuro na fronte.
Por iso agora, minutos antes de partir,
sentimos como treme no sangue
unha raíz estraña,
talvez o eco dunha antiga ledicia,
a exhalación punxente dos praceres perdidos,
acaso aquel amor que nunca foi.
Os fíos da memoria átanse agora súbitos
e hai imaxes que doen,
xestos que aínda regresan,
corpos grises na néboa,
accidentes da vida,
restos dunha paixón.
¿Por que agora o recordo planifica o seu golpe
de impensada acedume e quebrado perfil?

Toda viaxe é un signo que se acende no vento
e xa estamos dispostos, xa non hai volta atrás,
xa nos están chamando pola megafonía,
e outra vida se anuncia, outro alento, outra voz,
e levamos acesa unha estrela no corpo,
a vibración dos días como un segredo, un triunfo;
a duración que espera para ser no porvir,
e a palabra aínda dentro como lúcida brasa
que invade o pensamento cando a nave partiu,
e xa lonxe, na altura, na cegadora luz,
no ar que suspende o mundo:
a purificación.

Aeropuerto 

Todo viaje es cuerpo y tiene algo de esperanza,
de resplandor secreto.
En el oficio de vivir, con sus viejas rutinas,
aún nace en los días
la flor transparente de la sorpresa
y todo horizonte borra el dolor.
Dejamos atrás el peso azul de la sombra
y las voces repetidas que se dilúen en el vacío,
las insistentes consignas que el tiempo y la costumbre
condenaron a ser confuso rito,
patético destino.

Todo viaje es un huir de nosotros mismos,
salir del laberinto desviado de la suerte,
sentir la llama limpia del futuro en la frente.
Por eso ahora, minutos antes de partir,
sentimos cómo vibra en la sangre
una raiz extraña,
quizás el eco de una antigua alegría,
la exhalación punzante de los placeres perdidos,
acaso aquel amor que nunca hubo.
Los hilos de la memoria se atenazan ahora
y hay imágenes que duelen,
gestos que de nuevo regresan,
cuerpo gris en la niebla,
accidentes de la vida,
restos de una pasión.

¿Por qué ahora el recuerdo planifica su golpe
de impensada acidez y quebrado perfil?

Todo viaje es un signo que se enciende en el viento
y ya estamos dispuestos, ya no hay vuelta atrás,
ya nos están llamando por la megafonía,
y otra vida se anuncia, otro aliento, otra voz,
y llevamos encendida en el cuerpo una estrella,
la vibración de los días como un secreto, un triunfo;
la duración que espera para ser en el porvenir,
y la palabra dentro como lúcida brasa
que invade el pensamiento cuando la nave partió,
y a lo lejos, en la altura, en la cegadora luz,
en el aire que suspende el mundo:
la purificación.

Trad. Isabel Pintado



Miguel Anxo Fernán-Vello (Cospeito, Lugo, 1958), poeta, dramaturgo y editor, realizó estudios de Psicología y Filología Hispánica en la USC. En el año 1991 funda la empresa editora Edicións Espiral Maior, sello que en la actualidad ha publicado más de 300 títulos de poesía. Como poeta está en posesión, entre otros, de los premios Celso Emilio Ferreiro (Concello de Vigo, 1983), Esquío (1984), Xacobeo de Poesía (Xunta de Galicia, 1992), Martín Códax (1996), Miguel González Garcés (Diputación de A Coruña, 2004), Irmandade do Libro–Mejor Autor 2005 de la Federación de Libreros de Galicia, Mejor Autor 2005 de la Asociación de Escritores de Galicia y Cidade de Ourense de Poesía (2012). En los años 1985 y 2005, respectivamente, obtuvo el Premio Nacional de la Crítica Española y en los años 1985, 1997 y 2005 fue finalista del Premio Nacional de Literatura y y Premio Nacional de Poesía con los libros de poemas Seivas de amor e tránsito, As certezas do clima y Territorio da desaparición. Todos sus libros.

Portada: 12. imagen generada por Juan Carlos Vásquez a través de Midjourney Al - Al Art Dalle (AI Art de Illusion).



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