José Luis Guerrero Carnicero: El dragón y Jorge | Relato

Jorge tiró suavemente de las riendas de su caballo hasta que este se detuvo totalmente. Se fijó en las ramas chamuscadas de los árboles, y observó que de algunas todavía se desprendían pequeñas, y casi imperceptibles, columnas de humo. El dragón no podía estar muy lejos. Desmontó y amarró el caballo a un árbol, comprobó el estado de la espada que llevaba colgada en su cintura y aferró con fuerza el astil de su lanza para infundirse valor.
No tardó en tener contacto visual con el dragón. Estaba plácidamente tumbado y, aparentemente, distraído.
Se acercó sigilosamente por su espalda y levantó la lanza, la sujetó fuertemente con ambas manos, y cuando ya estaba dispuesto a descargar el golpe mortal que atravesaría el corazón de la bestia, sintió un fuerte impacto en el costado que le desplazó contra unas rocas. Estaba aturdido, pero vivo y consciente, lo suficiente para entender que el dragón no estaba tan distraído como el pensaba y le había golpeado con su cola. 

Cuando pudo recuperar la visión comprobó horrorizado que el rostro del dragón estaba a menos de un metro de su cara. Vio como empezaba a abrir sus fauces y pensó que aquello era el final, pero para su sorpresa, no salió ninguna llamarada de su boca, y tampoco hizo intención de hincarle sus afiliados dientes.
—Que pesados sois ¿Se puede saber por qué estáis todos empeñados en matarme? —preguntó el dragón, haciendo una mueca muy humana de hastío.
—¿Puedes hablar? —preguntó Jorge con más sorpresa que miedo.
—Que pregunta más tonta ¿No me estás oyendo? Contesta a la mía ¿Por qué queréis matarme?
—Es la única manera de conseguir que el Rey me conceda la mano de su hija.
—Y no se te ocurre una forma mejor de enamorar a una mujer que matando a un animal que pertenece a una especie en peligro de extinción.
—¿Enamorarla? ¿Qué tonterías dices? Eso quizá vendría después, lo importante es que su padre me conceda la mano.
—¿Y la opinión de ella no importa? —preguntó de forma retórica y en tono de reproche el enorme reptil
—¿Sabes? Eres un dragón muy raro.
—Sí, quizá tengo unas ideas adelantadas a mi tiempo. En eso tienes razón.
—No me refería a eso. Bueno, a eso también, pero lo más extraño es que puedas hablar.
—Yo no decido esas cosas, igual que tampoco tú. El que decide es quien escribe esto.
—Ya, y por casualidad no sabrás el nombre del imbécil que ha escrito este cuento.
—No, pero a mí no me cae mal. Y más te valdría no hablar de él en esos términos si quieres sobrevivir a la segunda parte.
El dragón giró sobre si mismo y desplegó dos enormes alas. Unos instantes después se alejó en un majestuoso vuelo.





José Luis Guerrero Carnicero (Madrid 1959). Comenzó su actividad literaria creativa con relatos cortos y poemas presentados a diferentes concursos y certámenes en los que obtuvo numerosos premios y reconocimientos, algunos de los cuales fueron recogidos en antologías editadas por los organizadores. Debutó en la novela con “ Alter Ego” a la que siguieron otros títulos como: “Niño, no molestes a la vivos” “La prisionera de Vincennes” “Duende” “Bastet” “Locus Mauriacus”...

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Ilustraciones: la imagen de portada ha sido remitida por el autor de la obra.

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