Desde España: «El último cuelgue», un relato de Juan Carlos Vásquez

         
Isabella y Matías, eran una pareja que recién habían llegado a los Estados Unidos, nos conocimos cerca del que fue nuestro lugar de residencia (El Thomas Jefferson) y con el transcurrir de las semanas nos hicimos buenos amigos. Yo tenía unos meses de haberme instalado en esa pensión del pequeño Vietnam, "así llamábamos a Little Havana por los conflictos de pandillas que terminaban entre tiroteos y heridos, por el tráfico de droga", una multitud de toxicómanos fumando crack bajo el puente de la Flaguer. De inmediato la prioridad fue ingeniar un trabajo, crear una empresa, pequeña, productiva, lo que fuera que pudiera ayudarnos a elevar nuestro ritmo de vida.

Matías tuvo una idea, y de inmediato contactó con algunas personas, lo tenía claro. Sacó cuentas, buscó un local e investigó sobre la logística del asunto, todo parecía una broma hasta que empezó a redactar un eslogan:
    
«Masaje relajante, descontracturante o reflexología. Déjate sorprender y disfruta. Parte espiritual en armonía. Terapias Naturales, disfruta de un baño turco, del jacuzzi o una ducha escocesa. Intensas sensaciones, estimula tus endorfinas… Encuentra la armonía y relájate con los rituales que te ofrecemos».
    
Nos entregamos a la actividad día y noche, Isabella se ocupó minuciosamente de la decoración. En algo más de tres semanas ya era un hecho. Los resultados no tardaron en dar sus frutos. Entre sesenta y ochenta dólares por sesión, de los cuales el cincuenta por ciento nos correspondía. De doscientos dólares de ganancias diarias pasamos a quinientos, y el detonante activo. Mi mayor esfuerzo consistía en buscar los sobres repletos de dinero y antes de regresar al piso abastecerme lo suficiente de todo lo que sirviera para impulsar nuestra imaginación… casi un año de gloria hasta que los dueños de la competencia se disfrazaron de delincuentes para amenazarnos de muerte, hostigándonos hasta lo indecible.
    
Compramos un Mazda descapotable, una camioneta Blazer, una moto de alto cilindraje y una furgoneta. Los fines de semanas íbamos a Key Biscaine, nos rotabamos de town house en town house. Nuestros nuevos amigos ricos estaban fascinados con nuestra amistad, pero las amenazas de la competencia no cesaron y tuvimos que hacer un traspaso. Quisimos enfrentar la situación de otra forma, pero Isabella nos pidió calma; habló de ciclos, de conexiones y circunstancias. Nos recordó el proceso del viaje que había aprendido en el Perú mediante las propiedades del «DTM [1]» acotando que los sueños en general están llenos de emociones fuertes y seguirán una historia determinada. 
Experimentamos hipersensibilidad a la luz y al sonido, nos encerramos inmediatamente en el piso, casi anulamos las luces para servirnos, Isabella se quedó en silencio, Matías habló sin parar. 
    
2.
    
Me desnudo, me ducho, enciendo la televisión del dormitorio. Mi ánimo ya no estaba preparado para la dosis de información banal que Matías, continuaba transmitiendo para contrarrestar el conflicto. Me salí del miedo, tantas semanas en lo mismo resulto un hastío: silencio, incertidumbre, pensar qué hacer. Las chicas trataron de relajarnos mostrándonos las técnicas del masaje, nosotros les retribuíamos su esfuerzo con lo aprendido. Salimos para despejarnos. 9:00 pm. Isabella, Matías, una chica del spa y yo estamos a los pies de la barra del mítico Tabaco Road Bar. Isabella estaba ida, no supe en qué momento había comenzado el proceso… pedía la palabra arguyendo sus razones a favor de los ácidos, y nos echan por lo insoportable. La sacamos a toda velocidad hasta volver al piso, donde todo lo tumba, endemoniada e invadida por el «Hoffman 2000 [2]» nos agrede. Miraba la pared, parecía ver imágenes desplazándose, describía formas con intensos juegos de color. No podía mantenerse en pie ante el mareo, ante los síntomas de parálisis y deseo de reír.
    
Nos vamos, conduzco por el distribuidor de Fort Lauderdale, nos alejamos de Miami. Matías me pide que avance, no quiere por nada del mundo regresar. Estaba arguyendo todas las razones a su favor, pero recibe una llamada, escucha a Isabella llorando, nos ruega el perdón. Recomenzamos de nuevo al hacer el retorno hasta los excesos… Capitulando para diferenciar las probabilidades en otras ciudades. Nos repetimos diversión no decadencia, todo termina rompiéndose cuando Isabella bien entrada la noche decide, y sale… Isabella con medio litro de tequila y alucinando a doscientos diez kilómetros por hora quebrantando su consigna epistolar. Isabella bailando, pisando el acelerador, saliéndose de la autovía, volcándose contra las rocas y las palmas. Todo rápido, brusco, sin treguas para reflexionarlo, anulados, en silencio… con todas las inconsciencias matándose. Examenes; la dietilamida del ácido lisérgico a partir de su desconcentración.
    
3.
    
Matías señala un telón de terciopelo rojo de ocho metros de alto. Lentamente se abre y queda al descubierto el escenario. Isabella tiene un rostro inmenso, inmóvil. Viste de seda rigurosa, con capa y un monóculo azul. Lanza su voz con una melodía envolvente. Y se puso a correr gritando que la perseguían policías chinos con sierras para cortar árboles. 
    
«Libertad», lo llamaba Matías… «A veces una entidad se mete en su cuerpo y lo hace». Las chicas del spa rápidamente bajaban el telón improvisado que habían montado en el parque. Y al ver a la policía corríamos, lejos. Isabella se lo había imaginado, y una vez que visualizaba algo había que realizarlo. Tantas cosas se quedaron sin cumplir; comprar un velero, navegar por Oceanía, tirarse de un risco… 
    
Isabella intuía lo que estaba pensando, a través de circunvoluciones… el fin lo describía como olor a tierra mojada, sudor, oxido, y una suspensión, un peso, casi materia, le era inequívocamente un cuerpo, una presencia. De tanta percepción había logrado un sentido del espacio único durante uno de esos cuelgues, era tan hermosa. Siempre nos habló de Valparaíso, de vivir a otra velocidad cuando ya se había excedido.


El DMT es una sustancia de la familia de las triptaminas, un compuesto natural psicoactivo encontrado en cantidades variables en distintas plantas y animales. Muchas culturas, indígenas y modernas, ingieren DMT como enteógeno en extractos o en forma sintetizada.


Fotografía de Frida Aguilar Estrada (en Unsplash). Public domain. 


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