Poema: «La tercera dimensión» y «Estadias en el mundo paralelo», de Denise Levertov

                                             
Quién me creería
si dijera, “ Me agarraron y

me abrieron
del cráneo a la entrepierna, y

todavía estoy viva, y
me paseo complacida con

el sol y con toda
la generosidad del mundo.” La sinceridad

no es tan simple:
una sinceridad simple

no es más que una mentira.
¿Acaso los árboles

no esconden el viento
entre sus hojas y

murmuran?
La tercera dimensión

se esconde.
Si los obreros de la calle

parten las piedras,
las piedras son piedras:

a mí el amor
me partió en dos

y estoy
viva para

contar el cuento – pero no
sinceramente:

las palabras
lo cambian. Deja que sea–

aquí bajo el dulce sol
– una ficción, mientras yo

respiro, y cambio el paso.



Estadías en el mundo paralelo

Vivimos nuestras vidas de pasiones humanas,
de crueldades, sueños, conceptos,
delitos y el ejercicio de la virtud
en y junto a un mundo carente
de nuestras preocupaciones, libre
de aprehensión --aunque afectado,
sí, por nuestros actos. Un mundo
paralelo al nuestro pero superpuesto.
Lo llamamos “Naturaleza” y sólo con renuencia
admitimos ser “Naturaleza” nosotros también.
Cuando perdemos de vista las obsesiones,
los egoísmos, porque erramos un minuto,
una hora, incluso, de reacción pura (o casi pura)
a esa vida plácida:
nube, pájaro, zorro, el fluir de la luz, el peregrinaje
danzante del agua, la quietud inmensa
de la efímera hechizada en el vidrio de una ventana,
las voces animales, el zumbido mineral, el viento
en diálogo con la lluvia, el océano con la roca, el tartamudeo
entre el fuego y el carbón-- Luego, algo atado
en nosotros, como un burro en su metro
de cardo y pasto ralo, se libera.
Nadie sabe dónde estuvimos, cuando nos traen
de nuevo a nuestra esfera (adonde, sí, debemos
volver para avanzar en nuestros destinos)
--Pero hemos cambiado, un poco.



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