Poemas de Andrea Fregoli - Mejor obviar este desatino y concentrarse en el deseo

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Me resulta inevitable escribir. Fluye la tinta como fluye el Paraná (incontenible) a la vera de mi ciudad, Rosario, urbe de poetas (que son un poco músicos) y de músicos (que son un poco poetas). Sé que en cada momento se escriben millones de páginas (tantas más deslumbrantes de lo que nunca alcanzaré). Pero yo igual ocupo mi lugar frente a la hoja en blanco y me esfuerzo en mi poema. Y cuando me parece que ha logrado cierta completud (efímera, evanescente, perfectible) lo envío al mundo para que siga su propia vida. Mi palabra se dispersa y se realiza. El mundo no se va a detener. La literatura mucho menos. Luego vuelvo a la tarea y nace otro poema.


1-
Quisiera
el poder hermoso e inútil
de la clarividencia.
Me descalzaría
y bajaría
las escaleras.
Tocaría tu puerta
para advertirte de los riesgos
de tu desmesura.
Sé que no me creerías.
Volvería a mi ventana
para verte salir hacia el cumplimiento
de tu destino.
Sonreiría.


2-
Mis lágrimas caen como una maldición
en el ajedrezado patio interior del edificio.
(¿Maldiciones!
Ese peligroso gasto de energía.
Se sabe: en general no van más allá
de los labios
de quienes las profieren. Y
si funcionan
se vuelven en contra.
Las evito). A nadie le importan
mis lágrimas. Y menos que a nadie,
a la gallina negra que
trajo la enfermedad y la locura
a la casa. Que conste que no
la maldigo, ya no, pero
enfrío su nombre.
¿Lo intuye? ¿Una lágrima helada
se agita detrás de su mirada glacial?
Mejor obviar este desatino
y concentrarse en el deseo.
(¿Qué tampoco se cumple o se hace contra?)


Foto de ALTEREDSNAPS: pexels-public domain.

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