Desde Honduras: Una muestra poética de Omar Cruz

Foto de cottonbro studio

La ceniza y la razón extraviada

Quizá mi verdadero propósito
consistía en heredar otro nombre,
construir una barca y navegar,
recorrer lugares desconocidos,
esperar la llegada de las tinieblas
y leer un poema junto a Caicedo
mientras los ángeles encolerizados
nos escupen salmos sobre nuestra cara
y hacen pedazos nuestras tristezas.

Mi madre me contaba
que yo debí tener el nombre de Caicedo
y hacer de mi cuerpo una celda
un calabozo fatal y sin fortuna.
Es por eso que a veces, cuando es de noche
en mi habitación Caicedo lee mis poemas
y me pregunta si mi madre aún me ama,
si puedo pronunciar su nombre
sin temor a las sombras,
sin abrir la herida que aún no ha sanado,
sin derramar una sola lágrima.

Pero como heredar lo que no hemos pedido,
lo que no hemos encontrado,
lo que sin razón se nos ha negado.
La sangre es un ritual fragmentado
y el linaje imposible que la perpetúa
un poema elegíaco de Caicedo.

Hoy, mientras el incienso nocturno
se enciende y el fuego me acompaña,
decido fabricar una nueva forma de esperanza:
un lugar muy lejano en donde Caicedo
recoja la ceniza y recupere la razón extraviada.



A dónde van los poemas que nadie quiso terminar de escribir 

Primero se extingue la luz
la luz que antes perforaba
todo a su paso.
De la mirada de los gatos
surge la forma de un candelabro
y la luz ya no vuelve,
se queda atrapada en el vacío.

Esta noche
quisiera escribir sobre los hijos
no nacidos de los poetas,
aquellos que decidieron no reconocer
o incluso los que dejaron abandonados
en alguna hoja de papel blanco
o en las teclas de una vieja computadora.

Esta noche frente a una hoguera
aparece el rostro de Baudelaire
y me pregunta en varias ocasiones:
¿qué haré con los poemas
que no terminé de escribir?

Esta noche es tan terrible
que también quisiera construir féretros
con los huesos de viejas palabras
y regar la ceniza que brota tras incinerar
el cadáver de algunos poemas.

Mi madre desde la lejanía me dice:
primero se extingue el fuego
y después la esencia de la luz.
Los poemas que nadie quiso
terminar de escribir
hoy moran en antiguas sepulturas
esperando volver a nacer.


En el séptimo día nació el cuerno de chivo

En el séptimo día,
cuando Dios ya había construido todo,
los ángeles se revelaron
y llenaron de caos y destrucción
el reino de los cielos.

Estando Dios enfurecido
por la rebelión de sus creaciones,
expulsó a los ángeles traidores
hacia lo más marchito del edén
y dejó caer junto con ellos
un ángel impuro y deforme
con las mil enfermedades de la vida.

Mi abuelo nos contaba:
que en las escrituras apócrifas
Adán vió llegar al Ángel
y luego lo cuidó,
y sopló por encima de su cuerpo
hasta quedarse sin aliento
y sin una gota de saliva.

En el séptimo día Adán despertó
y tuvo en sus manos un cuerno
que vomitaba fuego
y cortaba algo más que la piel.
Adán, al recordar los designios de Dios,
también recordó la imagen de Samael
y lo bautizó como cuerno de chivo.




Omar Cruz

Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias, periódicos de América y España. En el año 2022 fue finalista en el Concurso de Cuentos de Suspenso, Ciencia ficción y Misterio convocado por la revista literaria mexicana Inéditos y en 2023 ganó la Convocatoria de Ensayo Breve de la revista literaria Vuelo de Cuervos en España. Es autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ha sido traducido parcialmente al Inglés, Catalán, Italiano y al Japonés.

Facebook: Omar Cruz
Twitter: @OmarZavala1998

Foto de cottonbro studio: pexels (public domain).

2 comentarios:

  1. Soy tío del afamado escritor,y me convertido en su fiel seguidor, saludos desde éstas Honduras!!!

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