Carolina Patiño o los últimos versos de una auténtica poeta | Por Augusto Rodríguez

Carolina Patiño Dueñas nació el 8 de mayo de 1987 en Guayaquil, Ecuador. Sus padres son Salvador Patiño Perrone y Adriana Dueñas Viteri. Estudió gran parte de su infancia junto a su madre en la ciudad de Quito. Fue una niña muy despierta y observadora según palabras de su progenitora. Posteriormente vivió junto a su padre en el Puerto Principal. Amiguera, sencilla, alegre, formó parte de bandas de música donde interpretaba canciones de moda y pop destacándose con letras de la

desaparecida mexicana Selena o de cantantes de moda de los EE. UU., ganando los primeros lugares de esos concursos musicales.

La primera vez que la conocí fue en Guayaquil donde estudiaba en un colegio particular de la ciudadela Urdesa. Recuerdo que la primera vez que leí unos de sus poemas fueron después de haber ganado el concurso de poesía Buseta de papel 2004, donde los jurados (la poeta Sonia Manzano, el artista Freddy Russo y la catedrática Norma Véliz) dieron por unanimidad a Carolina Patiño como ganadora entre decenas de estudiantes de varios colegios de la ciudad. Recuerdo haber leído los poemas premiados, y sin duda, tenían una fuerza, un erotismo y una intensidad muy poco común en nuestra ciudad y menos para alguien de su corta edad. Posteriormente la invité a asistir a los eventos y reuniones del grupo cultural guayaquileño Buseta de papel (que yo formo parte y que posteriormente ella también formó parte) y ahí nos fue enseñando los primeros borradores y esbozos de lo que sería después su primer libro Atrapada en las costillas de Adán.

Carolina Patiño siempre escribió poemas en sus cuadernos escolares pero nunca había tenido la oportunidad de leerlos en público, ni haberlos hecho participar en ningun concurso literario. Después de ganar el concurso de Buseta de papel tomó más en serio el desafío de escribir, de leer y de investigar. Se nutrió básicamente de la poesía de nuestras grandes poetas ecuatorianas como Ileana Espinel, Sonia Manzano, Maritza Cino, Carmen Váscones, Aleyda Quevedo, Sara Vanegas o de los poetas Roy Sigüenza, David Ledesma Vásquez o Fernando Cazón Vera y muchos más.


2. El primer poemario: Atrapada en las costillas de Adán

Era una gran lectora de la Biblia pero no en el sentido religioso sino más bien como un libro de ficción y fuente inagotable de ideas e imágenes, aquí como ejemplo, el poema El buen comienzo:

Adán apenas entendía qué tenía que hacer cuando Dios dijo: “sean una sola carne”. Él ya había tenido bastante trabajo poniéndole nombre a todo animal que veía, así que se recostó en los verdes pastos y dejó a la varona remojar su barbilla en un profundo y tierno beso de labios carnosos y saliva agridulce. La espalda de Eva se arqueaba de tal forma que su boca colonizaba la entrepierna de Adán. El placer de su compañero fue tan intenso que en recíproca reacción decidió besarla a la francesa, con grandes dosis de mordidas. Finalmente el río Pisón los ahogó entre gemidos y ruidosos orgasmos.

O el poema que le dio título a su primer libro Atrapada en las costillas de Adán, con un tono irreverente y sarcástico escribió:


Mientras el doctor Dios

usaba su mágica anestesia

y abría tu ser

yo arrancaba de ti

mi ingrediente principal

Caminé desnuda en el paraíso

por primera vez

sin compañía de mi cadáver

Adán que solo existía

para provocar a mis ojos

desde que el gran maestro

lo dio de alta,

gritó fuerte

y escuchando las órdenes

olvidamos todo

y sin vergüenza

fuimos una sola carne


O el poema El Hijo para cerrar esta breve muestra de poemas “bíblicos” si los pudiéramos definir de alguna forma:


Me enrosqué en tu pierna

nos aprovechamos de la ausencia de Adán

para en una mutua constricción

concebir a Caín


El poeta ecuatoriano Roy Sigüenza escribió lo siguiente sobre Atrapada en las costillas de Adán: “Esta mujer presa-podría decir mejor: esta niña que camina enamorada de la mujer-, no teme y va por el placer infiriendo heridas a la falsa libertad de los cristianos; y, peor todavía, a muchos de sus íconos: Adán, Eva, Caín , Abel, Elisabet, etc., porque es dueña de un lenguaje -el de ella, eso se deja notar-poco natural, diría, para su edad. Atrapada en las costillas de Adán, es su primer libro y lo ha escrito a sus poquísimos 19 años, con una audacia vital y verbal sorprendente”.

Por su parte, el poeta Fernando Cazón Vera nos dijo lo siguiente de este libro:

“En Atrapada en las costillas de Adán de título tan sugestivo, hizo una tentativa de redención o purificación usando, con cierta imaginación, su propio cuerpo. Y sometiéndose con legítima curiosidad al pecado original. Pero, al parecer, esa felicidad de los sentidos no fue suficiente. A lo mejor, en su intransferible manera de buscar la redención, quiso pronunciar el prohibido nombre de Dios sin caer en la blasfemia. O ser testigo de la revelación del rostro sagrado nunca visto por nadie, como quien acepta el espejismo para después descubrir la trampa de lo aparente”.

Concuerdo plenamente con estos comentarios de los poetas Sigüenza y Cazón; y es que el primer poemario de esta joven poeta tenía ya su estilo muy propio. Un lenguaje rico, imágenes desbordantes, humor, erotismo puro que al lector se le cuela en los ojos y es difícil de olvidar. Por ejemplo tenemos el poema Comparte más que carne:

Cobijas mi espalda en celo con tu pecho caliente dejando reencontrar fácilmente las puertas que están cerradas a intrusos pero que al reconocer tu voz se abren, lubricándote en una lluvia que da placer. Transcurre el tiempo en el inolvidable reconocimiento que se da por un camino marcado. Mordisco en mi cuello da emociones que parecen divertirte, regalo mi frente de batalla lo recorres e inspeccionas para que mi ombligo sin más quede atrapado por una boca melódica la expresión de tu rostro nos lleva a un lugar neutro y relajado donde la intimidad no tiene cabida y se comparte más que carne.

O ese poema desafiante y erótico que se llama La lengua:


La lengua

movimiento constante

siente

distingue

úsala en mí

día largo transcurrido

hace saber que es el momento

¡siempre lo es!

restricción nerviosa

tímido

dulce

así comienzas

como un primer beso

hormigueo instantáneo

al reencontrar tu lengua la mía

tu sangre blanca me encuentra cuando

mi boca para de ser tu eje

y degustas el sudor,

temblor involuntario

anuncia culminación

encontraste mi cuerpo

y hallaste el tuyo


O el poema Habitación en llamas que es un juego erótico interminable y seductor:


Se persiguen las pieles erectas

por la habitación en llamas:

cuando tus

colmillos

ritmos

falos

Desmitificas el sesenta y nueve

por las sábanas:


cuando me

sacudes

desgajas

violas

Polémico el amor expresado así

pero real real real


Hay un poema erótico que es muy interesante y que gusta mucho entre los más jóvenes se llama Efecto narcisita que es un juego entre el yo y el otro yo. Tal vez una mujer más, tal vez no, pero abre un abanico de posibilidades interesantes sobre la abierta sexualidad de las jóvenes mujeres de hoy:


Estoy enamorada de una mujer…

oro blanco su fortaleza

en un momento no determinado

te hace caer en sus encantos

y te envuelve.

Ella dice lo que piensa

cuando lo dice lo hace sin pensar

en ocasiones

sus palabras se confunden con crueldad

soy el reflejo de todas las cosas

que tienen esa capacitad

la veo y me siento

toco su cara y su piel

le unto caricias y

mi intento de desamarrarla de defectos

hace que la ame más

frente al espejo me repito

gracias por ser ella

gracias por ser yo


Un dato (íntimo) pero que es importante mencionar es que ella fue adoptada al primer año de su vida. Y es importante este dato ya que es básico en la poética de esta joven poeta y fue pilar en su posterior desarrollo como ser humano. Hay un pequeño poema que le dedica a esa madre que nunca conoció y se llama así de simple Mamá:


Nuestros caminos empezaron juntos

te perdiste Por qué?

no recibí tus abrazos Dónde están?

nos veremos otra vez Cuándo?

estoy sola en lo que quedó de mi pasado


Hay quienes dicen que los poetas son proféticos. Pues a veces sí. Algunos dicen que este poema fue adelanto de su despedida final, este texto se llama Pulmones vacíos:


Escalofriante

desesperación camuflada

en cara de gestos serenos.

Inexpresivos: por poco.

Oprime pulmones

privándolos del elemento vital;

esfuerzo final inhala sentimientos,

subsistiendo segundos de más

mareo imposible de ignorar

mi muerte



3. El poemario póstumo: Te suicida

Ahora que he vuelto a leer y revisar su poemario inédito denominado Te suicida me encuentro nuevamente con una obra madura, desgarradora, inigualable. Aquí el Yo poético está muy cercano a la biografía de la autora. Hay un gran lazo entre vida y obra en este nuevo poemario. Sus líneas básicas el dolor, la locura, la infancia y el suicidio.

Con este libro, sin duda, Carolina Patiño se ubica como una de las grandes jóvenes poetas de esta ciudad y una de las más valiosas del país. Su poesía tuvo y tiene la fuerza de una Sonia Manzano, el erotismo de una Aleyda Quevedo y un desgarramiento al mejor estilo de la guayaquileña Ileana Espinel. El único epígrafe que tiene este libro es de esta última autora que dice así: Ruedan lágrimas grises en la almohada/ enloquecida por mi sien que sangra.

El gran poeta ecuatoriano Fernando Nieto Cadena radicado en México reflexiona sobre este nuevo libro de Carolina Patiño y dice lo siguiente:

“Tengo en las manos el que hubiera sido su segundo poemario Te suicida. Aún no asimilo su título porque inicialmente me hizo pensar en otra posible intención. Desconfío mucho de premoniciones, presentimientos, sobre todo si se refieren al pasado, cuando uno encuentra lo obvio que antes no aparecía y que es evidente, como se dice por estos costillares del golfo de México, a toro pasado. En estos textos el rastreador de evidencias demostrará que todo ya estaba anunciado, que en su sentido real estos poemas son un apocalipsis, una revelación del devenir.

Si se quiere mantener el ludismo analógico, son un apocalipsis minimalista.La ficcionalidad de la literatura nos confronta en este poemario con su testimonialidad más oculta, el discurso expresaba no sólo lo que sugería sino lo que simple y llanamente mostraba a ras de piel. El yo que nos habla es un yo necesitado de vida, de una vida que se le estaba agotando y agostando inexorablemente sin que nadie pueda hacer algo para evitarlo.

Hoy es fácil aunque doloroso decirlo, en Te suicida se entreleen tormentas interiores, para decirlo con uno de los tantos lugares comunes con que el lugar común disfraza su impericia para testimoniar los colapsos existenciales. En los versos de Carolina, apenas arribada a los veinte años, hay una conciencia de sí misma que confirma la conseja nietzscheana de lo demasiado humano que podemos llegar a ser los poetas aunque no estemos preparados o dispuestos para asumirlo y soportarlo.

El mejor recuerdo, la mejor memoria que podemos guardar de ella es leerla. Compartir su voz en desasosiego que nos restriega la intensidad de su insaciable amor por la vida, amor que la condujo a la prueba mayor para no comprometerse con nuestra diaria desintegración y descomposición de la muerte que vivimos tan desolada y convulsivamente. Que su precoz adiós no haya sido en vano”.

En cambio, el poeta Fernando Cazón Vera nos dice lo siguiente sobre este libro Te suicida:

“Este libro de publicación póstuma, cuyo título anuncia su decisión definitiva, parece ser una manera muy propia de la autora de irse desarmado a sí mismo, poema por poema, verso por verso, imagen por imagen, palabra por palabra. Sustituye la sensualidad por el vacío, la carne por la soledad, el deseo por el misterio. Y para poner el detonante final, pone también algo de ironía en sus textos cortos pero cabales, lo que le permite desacralizar la realidad. Esa realidad que juzgó incompatible con su modo de ser. Con el arraigo que le imponía la tentativa vana de una suma inocencia.

Y después tuvo que llegar, fatalmente, la última e inapelable realidad. La que nos estremeció a todos los que habíamos seguido tan asombrados como temerosos sus pronunciamientos líricos. De los que a lo mejor por cobardía nos seguimos quedando en la misma orilla. Es decir este adelantársenos en el adiós y en el tránsito final. Pero no se diga que se fue sin advertirlo. Este libro es una despedida que quiso ser también una confesión. Un inequívoco anuncio. Y que, paradójicamente, es además un perpetuo quedarse”.

Te suicida es un breve poemario (que tuve la suerte de rescatar en su computadora), menos mal que sí sabía su clave personal. Lo dejó listo como sabiendo que yo algún día iría detrás de él y así lo rescaté y después de volver a leer me encuentro con un poemario profundamente humano, sensible, real, duro como despabilar a cualquiera. Poemas hermosos como este que se llama Muñeca de porcelana:


Suenan infernales campanas de escuela

y yo entre viva y muerta me tambaleo.

Mientras el reloj de arena rojo

y mi terrible aragnofobia creen que estoy rota,

pues lo estoy;

como esa muñeca de porcelana

a la que le arranqué los ojos


O el poema Caja de recuerdos que dice así:


¿Dónde se ha ido mi espíritu?

creía en todo lo que conocía

y ya no me acuerdo de mí

dulce caja de recuerdos

que me mantenía a distancia de la locura 

que me pierde cuando me encuentra

ahora que me he mirado al espejo por horas

ruego que se corte mi pacto con la vida

ya sangré respiré lloré suficiente

¿me puedo rendir ahora sin mi sombra?


En este poemario se deja notar la influencia de esa gran poeta guayaquileña como fue Ileana espinel y su “poética de la enfermedad”. Aquí tenemos como ejemplo el poema Pastillitas color pastel:


Si me das 1:

No pasa nada.                                                                            

Si me das 3:

Olvido usar mis botas de hule

porque el equilibrio me falta

Si me das 5:

Con mi pijama de 10 a 12 horas soñando

con cosas que luego no recuerdo

Si me das 17:

Ya casi me salvas

Dame 199 y se acaba el drama


O también los eternos temores de la infancia y quién por ejemplo no tuvo miedo alguna vez de los payasos del circo de las fiestas infantiles o de las películas del de la TV o del cine, aquí el poema Payasos:


Payasos en blanco y negro

vienen a jugar conmigo

por las noches

me persiguen

como lobos hambrientos

de sangre

y me clavan sus estacas calientes

en la espalda

mientras ya no puedo más


Este poema explora otra faceta importante de la autora, su feminidad y por supuesto sus ansias de algun día de tener sus propios vástagos, como cualquier mujer en este mundo. Este poema se llama Futuros hijos míos:


Aliméntense hijos de mis entrañas

llenos de antidepresivos drogas alcohol y muchos somníferos

duermo en los días y en las noches despierto por más dolor

Mi masoquismo ha llegado lejos

los quiero en mi vida pero los mato de a poco

Y yo solo

                        lo siento...


Para concluir este viaje por la poesía de Carolina Patiño, el poema que cierra el libro o para ser más definitivo, el poema que cierra el círculo de su vida, ese hermoso e inolvidable poema que se llama Adiós:


Tan cansada de estar aquí

con todos estos miedos sin infancia

me voy sin perdurar

sin lograr que voltees por mí

sin lograr que enciendas la luz

sin lograr que abras tus ojos

el dolor tan limpio no sostendrá tu mano

demasiados espejos

descuelgan tambores en mi funeral


4. Palabras finales

Carolina Patiño falleció en Guayaquil con apenas 20 años el 31 de julio del 2007. He sido testigo muy cercano del proceso creativo y poético de esta joven poeta. Más allá de los lazos de afecto y amor que nos unió puedo decir con la más absoluta honestidad que pocas veces he sido testigo de un trabajo literario y poético tan profundo e intenso como el de Carolina Patiño. No soy crítico ni mucho menos. Pero sí buen lector de poesía y más si se trata de poesía reciente del Ecuador que me he dedicado a investigarla y leerla desde hace varios años y puedo decir con plena seguridad que la obra de Carolina Patiño merece estar en cualquier futura antología de poesía del Ecuador del siglo XXI. Estoy seguro que su temprana partida no fue en vano. Y estoy seguro que su obra felizmente nos sobrevivirá a todos.

Augusto Rodríguez


Notas:

-Atrapada en las costillas de Adán (Quito, 2006) Edición de autor

-Te suicida (poemario póstumo, Quito, 2007) Edición de autor.


Artículo publicado originalmente en Herederos del Kaos, edición noviembre de 2007.

Portada: 70. imagen generada por Juan Carlos Vásquez a través de imgit.


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