“En el umbral del sueño», un texto perteneciente al libro «Alucinaciones» de Oliver Sacks

En 1992 recibí una carta de Robert Utter, un australiano que me había oído hablar por televisión del aura de migraña. Escribió: «Relató usted que algunas personas que sufren migraña ven formas elaboradas ante sus ojos (…) y especuló que podría ser la manifestación de alguna función profunda generadora de estructuras del cerebro». Esto le recordó la experiencia que sufría de manera rutinaria al irse a la cama:

Generalmente ocurre en el momento en que, por la noche, mi cabeza toca la almohada; mis ojos se cierran y… veo imágenes. No me refiero a fotos; lo más habitual es que sean estructuras o texturas, como formas que se repiten, o sombras de formas, o el fragmento de una imagen, como la hierba de un paisaje o el veteado de la madera, una pequeña ola o gotas de lluvia (…) transformadas de la manera más extraordinaria y a gran velocidad. 

Las formas se replican, se multiplican, se ven en negativo, etc. Se añade color, se quita, se tiñen. Las texturas son de lo más fascinante; la hierba se convierte en pelo de animal, luego en folículos pilosos, luego en líneas de luz que se ondulan y bailan, y centenares de variaciones con más sutiles gradientes entre ellos de lo que pueden describir mis palabras.
Estas imágenes y sus cambios subsiguientes aparecen y se disipan sin control por mi parte. La experiencia es fugaz, a veces dura unos pocos segundos, y otras, minutos. No soy capaz de predecir su aparición. No da la impresión de ocurrir en mis ojos, sino en una dimensión espacial que hay delante de mí. La intensidad de las imágenes va de apenas perceptibles a vívidas, como las imágenes de un sueño.

Pero, contrariamente a los sueños, no poseen ninguna connotación emocional. Aunque son fascinantes, no me conmueven. (…) Toda la experiencia parece vacía de significado. Se preguntaba si esta imaginería representaba una especie de «marcha al ralentí» de la parte visual del cerebro en ausencia de percepción.

Lo que el señor Utter describió con tanta viveza no son sueños, sino imágenes involuntarias o cuasialucinaciones que aparecen justo antes del sueño: alucinaciones hipnagógicas, por utilizar el término acuñado por el psicólogo francés Alfred Maury en 1848. Se calcula que ocurren en la mayoría de la gente, al menos esporádicamente, aunque pueden ser tan sutiles que pasan desapercibidas.

Mientras que las observaciones originales de Maury eran todas acerca de su propia imaginería, Francis Galton proporcionó una de las primeras investigaciones sistemáticas de las alucinaciones hipnagógicas, reuniendo información de un número importante de sujetos. En su libro de 1883 Inquiries into Human Faculty, observó que muy pocas personas admitían de buen principio poseer dicha imaginería. Sólo cuando les enviaban cuestionarios en los que se recalcaba lo corrientes y benignas que eran esas alucinaciones, algunos sujetos se sentían libres para hablar de ellas.
A Galton le sorprendió tener él también alucinaciones hipnagógicas, aun cuando le costó tiempo y paciencia comprenderlo. «Si me hubieran preguntado, antes de examinarme concienzudamente, habría declarado de manera categórica que mi campo visual en la oscuridad era esencialmente de un negro uniforme, sometido a alguna esporádica turbiedad de color morado claro y a otras pequeñas variaciones», escribió. En cuanto comenzó a observar más atentamente, sin embargo, vio que ocurre continuamente un cambio caleidoscópico de estructuras y formas, pero son demasiado fugaces y complejas para poder dibujarlas ni de manera aproximada. Me asombra su variedad. (…)

Desaparecen de la vista y la memoria en el instante en que empiezo a pensar en ellas, y es sorprendente que estén tan presentes y que sin embargo habitualmente las pasemos por alto.

Entre las docenas de personas que respondieron al cuestionario de Galton se encontraba el reverendo George Henslow («cuyas visiones», escribió Galton, «son muchísimo más vívidas que las mías»)[56]. Una de las alucinaciones de Henslow comenzaba con la visión de una ballesta, a continuación una flecha, luego una lluvia de flechas, que se convertían en estrellas y caían, y a continuación copos de nieve. Esto venía seguido de una visión minuciosamente detallada de una rectoría, y luego de un lecho de tulipanes rojos. Se trataba de imágenes que cambiaban rápidamente, y en las que él veía asociación visual (por ejemplo, las flechas que se convertían en estrellas y luego en copos de nieve), pero no continuidad narrativa. La imaginería de Henslow era extremadamente vívida, pero carecía de la cualidad o el argumento de un sueño.

Henslow recalcó que estas alucinaciones diferían enormemente de las imágenes voluntarias; estas últimas se iban componiendo lentamente, fragmento a fragmento, como un cuadro, y parecían formar parte de la esfera de la experiencia cotidiana, mientras que las otras aparecían de manera espontánea, motu proprio y ya completas. Sus alucinaciones hipnagógicas «muy a menudo eran de gran belleza y tremendamente brillantes. Cristal tallado (mucho más elaborado del que soy consciente de haber visto nunca), filigranas en oro y plata muy bien grabadas, un grupo de flores doradas plantadas, etc.; elaborados dibujos de alfombra en colores de tonos brillantes».

Mientras que Galton se fijó en esta descripción por su claridad y detalle, Henslow fue sólo uno más de los muchos que describieron visiones esencialmente similares cuando se encontraba en una habitación silenciosa y a oscuras, a punto de acostarse. Estas visiones variaban en viveza, desde las tenues imágenes como las del propio Galton a prácticamente alucinaciones, aunque éstas nunca se confundían con la realidad.

Galton no consideraba la proclividad a experimentar visiones hipnagógicas como algo patológico; pensaba que aunque unas pocas personas podían experimentarlas a menudo y vivamente cada vez que se iban a dormir, la mayoría (si no todas) las experimentaban al menos de vez en cuando. Era un fenómeno normal, aunque para que ocurriera se necesitaban unas condiciones especiales: oscuridad o cerrar los ojos, un estado pasivo de la mente y la inminencia del sueño...



Oliver Wolf Sacks, comendador de la Orden del Imperio Británico (Londres, Inglaterra, 9 de julio de 1933-Nueva York, Estados Unidos, 30 de agosto de 2015), citado como Oliver Sacks, fue un neurólogo y escritor británico de origen judío, aficionado a la química y divulgador de la ciencia, sobre todo de lo relativo a su eespecialidad ​Estudió en la facultad clínica de la Escuela de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva antes de enseñar neurología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, y esta disciplina y psiquiatría en la Universidad de Columbia, donde también ocupó el cargo de Artista de Columbia. También fue profesor visitante en la Universidad de Warwick del Reino Unido.
Autor de numerosos best ssellers entre ellos varias colecciones de estudios de casos sobre personas con enfermedad neurológica, su libro Awakenings (Despertares), de 1973, un relato autobiográfico sobre sus esfuerzos por ayudar a las víctimas de encefalitis letárgica para que recuperasen funciones neurológicas adecuadas, se adaptó al cine en 1990, con Robin Williams y Robert De Niro como protagonistas. La película recibió tres postulaciones a los Óscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. Sacks y su libro Musicofilia: relatos de la música y el cerebro fueron el tema de «Musical Minds», un episodio de la serie de televisión Nova, producida por Public Broadcasting Service (PBS)


Fragmento de el texto «En el umbral del sueño» perteneciente al libro «Alucinaciones».

No hay comentarios:

Publicar un comentario