«El universo de Sofia», un cuento de María del Refugio Sandoval

Sofía estaba pensativa, la imagen que proyectaba su rostro permitía dilucidar las muchas conjeturas que se presentaban enmarañadas en su cabeza y daban vueltas, buscando el punto de inicio y la recta final que se originaría con la idea y la consecución de los pasos que se irían presentando metódicamente. 
Como amante de la ciencia, sabía del proceso que debían llevar las cosas, la observación y apuntes de ajustes y reajustes darían con las teorías sustentables y esperaba llegar a ser parteaguas de ese proyecto que ya había pasado por mucha gente entusiasta y dedicada como ella. 
Eso era precisamente la evolución, el retomar los trabajos de otros científicos, no incurrir en los errores presentados y tratar de abrirse campo a partir de donde el sueño anterior se había quedado en puerta de entrada, o en su defecto, en recurrir al artilugio de la creatividad e ingenio, invitando a lo fantástico e irreal a que tomase lugar y presentase sus predicciones de supuestos posibles.

Ella era un apasionado de los estudios lineales en el tiempo, sus textos le permitían incursionar en otras épocas, contextos y situaciones, de tal forma que se sentía como invitada especial a formar parte de este, utilizando la concentración profunda y una lectura reflexionada e introspectiva, podía percibirse en el lugar de los hechos siendo espectadora pasiva, espectadora de eventos y sucesos históricos, que podían llevarla a los confines de la imaginación y sensaciones.
En primera instancia su nombre le había empoderado, aludía a la sabiduría, como madre de todas las ciencias, como plataforma que llevó a la civilización griega a acunar a grandes pensadores, no por ello carentes de imaginación mitológica. 

Podía percibir el humos, calor, frío y perfume de las ciudades y sus habitantes; pasearse como alma navegante a través de la brisa del viento, mecerse en su vaivén y ser parte de grandes acontecimientos que aún cimbran a la humanidad.
Tal es el caso de los primeros pobladores de la tierra, su avance, expansión y movilidad; los primeros descubrimientos que fueron la elaboración de herramientas de cacería, el fuego y la rueda.
Luego, su imaginación voló al imperio romano, al coliseo, los trueques y tributos que se rendían a los dioses con sacrificios y rituales inhumanos que tenían como objetivo renovar el lazo de cordialidad entre los seres celestiales y pobladores; viviendo el horror de los crematorios y la muerte de hijos indeseados conocido como filicidio y neonaticidio. 

Con la venida del Mesías, pudo recorrer Jerusalén y su tierra santa, recostarse al lado de María y escuchar al niño durmiendo bajo el calor y arrullo del resuello de animales; caminó a su lado, observó maravillada los milagros efectuados, escuchó su palabra alentadora y también le acompañó en el sendero de la traición y sacrificio impuesto por el mismo hombre, ante la cobardía de los ojos de Poncio Pilato, que se lavó las manos para sentir menos culpa. Estuvo con él su tumba y en un abrir y cerrar de ojos, fue testigo fiel de su resurrección.
Avanzando en el tiempo, conoció los calabozos de los castillos, las tortuosas maneras de castigar y de empoderarse a consta de la libertad de pensamiento y acción de sus súbditos; no pocas veces se rebeló ante las injusticias cometidas por los reyes y su séquito de seguidores; aplaudió y vitoreó la valentía y oposición de gallardos caballeros, como aquellos ingeniosos que cobraron vida con la pluma de Alejandro Dumas; las hazañas de Robin Hood, y tantas historias, cuentos y leyendas que disfrutó y sufrió en toda su intensidad.

Cuando llegó a la bella Italia y tuvo el placer de conocer a Leonardo Da Vinci, se convirtió en su sombra, queriendo apropiarse del conocimiento de ese gran cerebro que aún en nuestros tiempos sigue siendo indescifrable. Sin duda, un hombre prolífero en varios campos y disciplinas, artísticas, científicas y tecnológicas, que por medio de la pintura dejó legados de avances para la humanidad en general. Dentro de sus bocetos se encuentran: aviones, submarinos, el hombre Vitruvio, el cual representa una síntesis de arquitectura, anatomía y geometría; dibujos del corazón humano y otros órganos, sistemas y aparatos explicando su funcionamiento.
De ahí, Sofía tomó un paseo con Miguel Ángel, quedando fascinada por esa facilidad para retratar el cielo, sus ángeles y arcángeles, así como la gloria y el infierno. 
Posteriormente se posesionó del piano de Beethoven, músico y compositor que sufrió terriblemente por su sordera; carencia que no le permitió gozarse de su obra, pero que no fue un impedimento para abandonar esas sinfonías que hoy se escuchan y reconocen por el mundo entero. 

Sofía vivió el momento cuando la corte del clero dictó sentencia a Galileo Galilei, por desmentir su teoría geocéntrica de la tierra; y hasta se inclinó a su lado, donde yacía arrodillado y aún postrado, musitó las siguientes palabras: “Y sin embargo se mueve”, haciendo referencia a la teoría heliocéntrica. 
Así mismo, pudo constatar la rebelión de países ante la soberanía e ir en búsqueda de los valores universales decretados por y para el hombre.
Y así entre tiempos, textos y contextos fue maravillándose cada día por el conocimiento expandido y lo que debía aprisionar para dar cabida a nuevos aprendizajes y valoraciones de lo que poseía en el momento actual, pero también lo que había dejado diseminado a través de los senderos de la vida.
Recordaba la frase de Sócrates; “Yo solo sé que no sé nada”, porque en la medida que se interiorizaba, más quería aprender y más huecos le quedaban sin respuesta rápida posible.

En ese continuo viaje, se maravilló de las ciencias ocultas, respetó el poder de los dones recibidos en chamanes y ancianos quienes, en cada cultura, ganaban reconocimiento y prestigio con base a los poderes ostentados de predecir, curar y vaticinar artilugios en mal de amores, enfermedades y capacidad de frenar o inducir la muerte.
La magia atrapa las rendijas de la razón, a pesar de saber que eran trucos hipnóticos y de engaño al ojo humano debido a la velocidad; lograban dejarla sin palabras, navegando en el mar de lo imposible y visualizando el hacerse posible.
Es en ese vaivén que conoce algunos autores que la llevan a la consecución de un sueño deseado y acunado desde mucho tiempo atrás: “viajar en el tiempo, solo una centena atrás y conocer su árbol genealógico que le precedió y cuyas ramas aún seguían extendiéndose debido a la fuerza y alimento de esa raíz fortalecida por la experiencia, el amor y el tiempo.

Como voraz lectora, saboreó la novela de Frankenstein, disfrutando el poder de utilizar las ciencias exactas para la creación de un ser. 
La lectura de Julio Verne se convierte en su compañía frecuente, añorando la creatividad de este gran escritor para inventarse situaciones que aún no acontecían en el presente, pero que sin duda llegaron a ser parte del futuro. 
“Un mundo feliz”, le enseñó que al utilizar el género de ciencia-ficción, podía presentar realidades posibles, creando escenarios que en el futuro pudieran ser lógicos y viables.  
El filósofo Plotino decía que “el tiempo es el alma del mundo”, por lo que Sofía tenía una gran tarea por delante, debía encontrar esa alma, posesionarla en un agujero negro donde la materia es aplastada hasta su densidad infinita, en ese corazón singular donde la materia y el tiempo dejan de existir, utilizando la explicación científica de la relatividad de Einstein; cronometrar el viaje en un reloj anual especializado, dando la orden de detenerse hasta en los años deseados y permitir la salida triunfante, lista para posesionarse de los cuerpos físicos, materializando la realidad vivida; saliendo de la tumba los difuntos, volviendo a gozar del baño de sol, de luna, de noches pletóricas de estrellas y de tantas preocupaciones sin sentido, que llenaron sus espacios de huecos vacíos; pero que a la vez, a Sofía, le permitirían conocer sus hábitos, costumbres, sueños, ser partícipe de sus diálogos, testigo de sus luchas y sacrificios, de sus risas y alegrías.  

Dicen que cuando un deseo se interioriza con tanta vehemencia, el universo conspira para su realización; esa noche fue de fantasía, Sofía pudo viajar en la línea del tiempo, conocer a sus bisabuelos, abuelos, ver a su madre de bebé, niña, adolescente, hasta llegar al altar del brazo de su querido padre. 
Pudo presenciar su nacimiento, el de sus hermanos, y valoró la magia del sueño en toda su dimensión, porque fueron solo ocho horas suficientes para recorrer varias historias, espacios, contextos y revalorar en toda la extensión de la palabra el milagro de la vida, la fuerza del amor y los nexos que marcan parecido físico, comportamientos, carácter y temperamentos generacionales. 

Entonces, a Sofía se le aclararon las dudas sobre el proyecto a presentar. Abriría una línea del tiempo con las investigaciones más prominentes, los avances, las ficciones, lo científico, incluso utilizaría fragmentos de cine y texto para su presentación. 
Y es así como entre ideas, fantasías, realidad y sueños, ¡al final hemos arribado!


María del Refugio Sandoval. Representante de Utopía poética Universal, filial Chihuahua. Presidenta de la Academia Chihuahuense de Literatura Moderna. Nota biográfica.

Fotografía de RODRIGO GONZALEZ (en Unsplash). Public domain.


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