'Unas palabras sobre la percepción de la ficción de lo extraño', de Thomas Ligotti

Foto de Anya Juárez Tenorio, pexels (public domain).

Nadie necesita que le expliquen qué es lo extraño. Es algo que se revela en los primeros años de la vida de toda persona. Con la primera pesadilla o el primer episodio de fiebres altas, tiene lugar la iniciación en una sociedad universal y a un mismo tiempo muy secreta. La pertenencia a esta sociedad se renueva a lo largo de toda la vida a través de una serie de encuentros con lo extraño que pueden adoptar una variedad de formas y presentar muchos rostros. Algunas de estas formas y rostros son conocidos solo por uno mismo, mientras que otros son reconocidos por prácticamente todas las personas, aunque no lo admitan. De hecho, la experiencia de lo extraño es tan frecuente que queda profundamente asumida, de manera que permanece invisible en la trastienda de la vida de una persona, e incluso más alejada del mundo en su conjunto. Pero siempre está ahí, esperando a ser invocada en aquellos momentos especiales que le son propios.
Estos momentos son en su mayor parte bastante breves y relativamente escasos: la intensa extrañeza de un sueño se desvanece al despertar y es frecuentemente olvidada por completo; los retorcidos pensamientos de un delirio pronto se enderezan tras recuperarnos de la enfermedad; incluso un encuentro de primera mano y en plena vigilia con lo extraordinario puede llegar a perder esa terrorífica extrañeza que inicialmente poseía y finalmente confinarse en aquellas trastiendas, aquellas salas de espera de lo extraño.

  Así pues, es obvio: la experiencia de lo extraño es un hecho fundamental e inexorable en nuestra vida. Y, como ocurre con este tipo de hechos, al final se encauza hacia formas de expresión artística. Una de esas formas ha sido denominada, cómo no, ficción de lo extraño. Las historias que conforman este género literario son depósitos de lo extraño; son similares a esos cuartos apartados donde se esconden los sueños y delirios y apariciones espectrales, aunque en este caso pueden ser visitados en cualquier momento, formando así un vasto museo donde lo extraño está expuesto permanentemente.

Pero ¿realmente necesita alguien que le digan de qué trata la ficción de lo extraño más de lo que pudiera necesitar saber sobre la propia definición de lo extraño? Es bastante posible que la respuesta a esta pregunta sea afirmativa. Y la razón es que la ficción de lo extraño no es algo que todo el mundo experimente por igual: no es una pesadilla ni un ataque de fiebre, y ciertamente no es un encuentro en la niebla con algo que no se espera. Es sólo un tipo de relato, y un relato es un eco o transmutación de la experiencia, al mismo tiempo que también es una experiencia por derecho propio, diferente de cualquier otra en cuanto a cómo acontece y cómo es percibida. Parece probable, entonces, que la experiencia de los relatos extraños pueda verse intensificada y realzada si nos centramos en sus cualidades especiales, sus distintas variaciones y diversos rostros.

(Fragmento de Noctuario, por Thomas Ligotti).



Thomas Ligotti (9 de julio de 1953, Detroit, Michigan) es un poeta y escritor estadounidense contemporáneo del género de terror. Sus obras narrativas cultivan diversos modos y estilos, más frecuentemente el terror lovecraftiano, y a veces se les ha asignado el calificativo de "horror filosófico". Es decir, se trata de narraciones filosóficas, pero en un tono "más oscuro" que las emparenta con la ficción gótica. Autor poco conocido por el gran público, el periódico Washington Post comentó de su obra: «Se trata del secreto mejor guardado de la literatura de terror contemporánea». Otro crítico declaró: «Es un escritor experto en verdad que puede sugerir un horror tan impactante que se agradece que se mantenga fuera de escena».

Foto de Anya Juárez Tenorio, pexels (public domain). Thomas Ligotti - biografia


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