Un encuentro en el “Gran Teatro" de Huelva: : "Don Mario" por Diego Alejandro Gallegos Rojas

Mario Vargas Llosa

Me encuentro en el “Gran Teatro”de Huelva. Tengo en mis manos la invitación, es una postal y leo: “XXI FESTIVAL DE CINE IBEROAMERICANO”. Me llama la atención que en vez del punto que tiene la vocal i en la palabra CINE sobresale una estrella blanca, grande de cinco puntas. Debajo de la palabra IBEROAMERICANO que es más pequeña que las letras anteriores, constan tres claveles rojos, como si estuvieran amarrados, atados a la poesía, a la resistencia, a la dignidad, a la libre libertad, a la vida. Y desde donde yo

observo, a lado izquierdo de los tres claveles rojos, como si estuvieran escoltando, protegiéndoles del miedo, del enemigo, del dictador leo: “18 al 25 de noviembre de 1995”, son siete días que dura el festival, me digo. ¡Qué casualidad!,18 de noviembre, me recuerda el día y el mes que mi ciudad Loja logró su independencia de España, que ocurrió el 18 de noviembre de 1820. Y al lado derecho de los claveles rojos también leo: Huelva-España. Ahora entiendo por qué se encuentran los tres claveles rojos en la postal, representan la lucha por la liberadora libertad, símbolo también de la pacífica paz, que recuerda a la revolución de los claveles rojos que si la memoria no me traiciona ocurrió el 25 de abril de 1974 en la vecina Portugal. 

Estos pensamientos son interrumpidos con la presencia de un hombre que ingresa al “Gran Teatro”, como el gran teatro que es la vida. ¿Dónde lo ví?, me pregunto y repregunto. Ahí está él, solo, sentado al lado derecho de donde me encuentro. Es uno más del público. Y por fin el álbum de mi memoria se activa. Claro, es él, me digo. Y de inmediato me cambio de lugar. Por suerte el “Gran Teatro” no está lleno, por lo que me siento atrás de él.  

Don Mario, le digo. No me escucha. Don Mario, le digo otra vez y mira hacia atrás.Y me responde con un saludo, moviendo la cabeza de abajo hacia arriba. Luego regreso al sitio donde se encuentran los compañeros de la Primera Edición del Máster en “Teorías Críticas del Derecho y la Democracia en Iberoamérica". ¿Por qué te cambiaste de lugar?, me pregunta intrigada una compañera española. ¡Está aquí!, le respondo. ¿Quién?, Don Mario, ¿Cuál Mario?, me responde. Mario Vargas Llosa está aquí. ¿Y quién es él? No puedo creer que no has escuchado hablar de él. No, me dice sin inmutarse. A ella le da lo mismo. Es un escritor peruano, le respondo.Y por eso te cambiaste de lugar, afirma. Yo prefiero ya no responderle más.  

Así es nuestra idiosincrasia latinoamericana, andina, ecuatoriana, lojana en relación con la idiosincrasia europea, española, malagueña, de Andalucía... Nosotros hacemos alboroto por todo y nada a la vez.

Mario Vargas Llosa está aquí, en el “Gran Teatro”, porque ha sido invitado como Presidente del Jurado de la 21 edición del Festival de Cine Iberoamericano. Sin embargo, me percato que pasa desapercibido. Nadie se acerca a saludarlo, a tomarse alguna foto, la mía, la kodak se quedó sin rollo en la Universidad, aunque en ese entonces, noviembre del año 1995, todavía no habían los teléfonos celulares incorporados con cámara de fotos, como existen ahora, tampoco había facebook, y mucho menos la red social whatsApp, lo que ya había era correo electrónico. Sin embargo, yo durante el tiempo que permanecí en la Rábida,con mi familia, los amigos, me comunicaba mediante postales, cartas, que las enviaba desde la Universidad Internacional de Andalucía hacia Loja, Ecuador.

¿En nuestros países hubiera sido diferente?, o yo soy el que estoy exagerando, porque ahora que me doy cuenta yo tampoco le pedí algún autógrafo, aunque sea para que me escriba en la postal de la invitación del XXI Festival de Cine Iberoamericano o tal vez no era el momento. En fin...

En esta noche del XXI Festival de Cine Iberoamericano presenciamos “El elefante y la bicicleta”, película cubana, cuyo final para mí es recomendadísimo. De hecho, yo voté por esta película, para que gane el premio del público. No ganó. Y si no me equivoco la mayoría de los compañeros de la Primera edición del Máster en Teorías Críticas del Derecho y la Democracia en Iberoamérica, votaron también por “El elefante y la bicicleta”. Después me enteré que aquella película había ganado el Premio Universidad Internacional de Andalucía.  


Ahora me encuentro en One World University, OWU, Changalane, en Mozambique, África, es 7 de octubre del año 2010. Ahora ya existe el internet, facebook. Y mientras busco en google información para preparar las clases de mis estudiantes, aparece una grata noticia. Felicitaciones, le digo a Marisela, quien es una colega peruana, de Chiclayo. Extrañada me responde ¿por qué? La academia sueca le ha concedido el premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, le digo. Y ella se emociona. Nos emocionamos. Hacemos una pausa en nuestras actividades académicas. Esa noticia nos llena de una feliz felicidad. Nos abrazamos como sosteniendo a la vida con nuestros abrazos, con nuestra respiración...como para que Mozambique, África, el mundo se entere desde donde nos encontramos, que Mario Vargas LLosa ha ganado el premio Nobel de Literatura. Ahora me pregunto si mi compañera española recordará quién es Mario Vargas Llosa o nunca lo recordará.

Y en diciembre de ese mismo año 2010 desde One World University, OWU, Changalane, en Mozambique, África escucho en youtube el discurso de don Mario. Y los recuerdos llegan al año 1998 donde por esas causalidades de la vida me encuentro caminando por una de las calles de Estocolmo, Suecia y encuentro la casa de Alfred Nobel, quien en su testamento dejó su fortuna para galardonar a aquellas personas que con su labor engrandecen a la humanidad. Y es justamente, don Mario quien con su estilo literario engrandece a las letras peruanas, hispanoamericanas. Mientras sigo escuchando a don Mario que con su discurso conmueve hasta mi sombra que tampoco duerme escuchando emocionada al sexto escritor latinoamericano en otorgársele el premio Nobel de Literatura.

Es junio del año 2013. Estoy en Lima viajando de regreso en bus hacia Piura, para luego regresar hacia Loja. Y no sé en qué momento se me perdió. Si por descuido lo dejé abandonado en alguna calle limeña, en el terminal terrestre del bus de la cooperativa Loja, que se encuentra en Piura. No lo sé. Me pregunto y repregunto ¿dónde lo dejé?, ¿dónde se me extravió? Muy bien podría comprar otro, pero no es lo mismo.¿Quién lo encontraría?, ¿lo estará leyendo, subrayando las frases, o fue arrojado a la basura? No lo sé. “El Paraíso en la otra esquina” todavía me estará esperando para que le cuente que en 1995 lo conocí a su creador, Mario Vargas LLosa, en el “Gran Teatro” de Huelva pronto a Huelva. Mi libro: “El Paraíso en la otra esquina” se quedó perdido en su propio infierno o en la esquina de su propio paraíso.


Estoy en Loja, es domingo 13 de abril del año 2025, se celebra el día del maestro ecuatoriano, es también “Domingo de ramos” y son también las elecciones para elegir al nuevo Presidente que gobierne o nos desgobierne al Ecuador. Mientras dan los resultados, la presentadora interrumpe los datos de los sufragios y dice: “Ha muerto en la ciudad de Lima, a los 89 años de edad, el escritor peruano Mario Vargas LLosa, premio Nobel de Literatura”. Y con esta triste noticia, los recuerdos se sacuden y aparecen más vivos que nunca para que ni mi memoria se deprima ni pierda su memoria, y que los memorice el álbum de los recordados recuerdos, de esos que ni el olvidado olvido los olvida y así ni la muerte pierda su viva memoria de cómo a mi manera lo conocí al escritor de “Conversaciones en la catedral” y de tantos otros libros, ensayos, etc.  

Nuestros prejuicios ideológicos nos esclavizan, nos impiden liberarnos, reconciliarnos con nuestra vida y la de los demás. Que nuestro fanatismo político, si no reaccionamos a tiempo, nos conduce al abismal abismo, no manche la magistral obra literaria de don Mario Vargas Llosa.

Hay personas que sin presentarnos, la vida nos presenta sin pedírselo y nos regala aunque sea un instante sin hacer alboroto de su presencia, de su cercana cercanía. Y esta fue una de esas presentaciones que llegó de improviso o que siempre estuvo ahí aguardando tanto solo el preciso momento y que siento y recuerdo como si hubiera sido el primer día, cuando lo ví y lo encontré por única vez a don Mario Vargas Llosa, un peruano trascendental, universal, inmortal.


Diego Alejandro Gallegos Rojas (Loja-Ecuador). Ensayista y escritor. Máster en Derechos Fundamentales, Universidad Carlos III Madrid, España. Especialista Superior en Derechos Humanos Instructor de Desarrollo Humano, Mozambique, África. Observador Internacional de Derechos Humanos como Acompañante Ecuménico en Palestina e Israel. Como escritor ha publicado el libro de cuentos La orgía de los gusanos (2017).


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