No desees nunca la muerte de tu prójimo
queriendo que sea la tuya,
ni mires a los ojos
si vas a decir la verdad,
no te despidas
y si acaso das la mano,
asegúrate de que sepan
que no darás tu brazo a torcer.
Sueña más, llora menos,
porque el sueño y la ira
son regalos de los dioses,
y la risa y el llanto
son vano consuelo.
Procura no hartar a todos
y llévate tu soledad a cuestas
en vez de regalarla por todo el mundo,
y si a la hora del fin de tus días
ni siquiera ella te acompaña,
sácate los ojos con tus propias manos...
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Laura Flórez Daza (Colombia)
Foto de Daniel Adesina: pexels-public domain.
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