Ana Patricia Moya | Selección de poemas

EL TOC

Antes de salir de mi casa
me aseguro
de que las alargaderas de mi habitación y despacho 
estén desenchufadas
-cargador del teléfono móvil incluido-
que las luces del balcón y del cuartillo de la cocina
estén apagadas
también la llave del gas, los botones del fogón,
la estufa del salón
-o, en su defecto, el ventilador del techo
del dormitorio de mis padres-
y que las puertas de la nevera y del congelador estén bien cerradas

echo las dos cerraduras 
-la llave de arriba primero, luego, la de abajo-,
empujo la puerta para ver si está perfectamente encajada

antes de subir al ascensor
la duda
¿se me habrá olvidado algo?
de nuevo, introduzco las llaves
abro la puerta
-en orden inverso: primero la de abajo, luego, la de arriba-
y compruebo
o la puerta del congelador o la puerta de la nevera
o el ventilador o la estufa
o los botones del fogón, la llave del gas,
o las luces del cuartillo de la cocina y balcón
o el cargador del teléfono móvil
o las alargaderas de despacho y habitación

y vuelvo a salir, 

¿estás segura de que todo está bien?

maldita sea

hay días que lo reviso todo dos o tres -hasta cuatro- veces,
pero en otros, cuando se me hace tarde, me marcho
siempre intranquila

pero a mi regreso, al contemplar que está todo tal y como lo dejé,
verifico que, realmente, soy un puñetero desastre como persona:

tan (sobre)protectora con mi casa

y tan descuidada con los que me quieren. 

(La balada de la soltera, libro inédito).




ESPECIE SUPERIOR

“Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Andamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.”
Gonzalo Rojas


Sobreviviremos
a la melancolía del asfalto
con sus peatones más pendientes de las pantallas
que de las gotas de lluvia,

a comparar precios, meticulosamente, para invertir
los céntimos sobrantes en pan integral o leche desnatada,

a saciar el estómago con la única compañía
del televisor a todo volumen en la sala de estar

a interminables sesiones de sillón, manta y películas
añorando la proximidad de otro cuerpo,

a mendigar el afecto de amantes vagabundos
y su abandono cuando cumplen con sexo perezoso,

a la tentativa de requerir cita con un psiquiatra
que te auxilie con prodigios encapsulados,

sí, ten por seguro que sobreviviremos
al ocaso de la civilización, a las escasas ofertas
del supermercado, a las habitaciones vacías,
al dogma de los fornicadores apáticos,


estamos más que adaptadas a este infierno terrenal. 

(Inédito) 




NI VIEJA NI MALDITA

 “A veces la vida viene como la carta más baja
rozamos con otros transeúntes
la suciedad de las aceras
habitamos los árboles, los pájaros
pedimos el pan como los pobres.
A veces
la vida viene como vileza.
Entonces nos aferramos a la suerte
frenéticamente.”
Marta Kornblith

“Volver a los inicios.
Volver a escribir algún poema
cuando algún poema venga,
y nada más.
Leer, quizás un poco.
Pasear.
Mirar por la ventana.
Fumar.
Ensimismarse.
Volver a los inicios.
Sentarse. Sentarse
y esperar.”
Roger Wolfe


Ya no fumo ni bebo tanto
como antes

ya no escribo tanto
como antes

la gente ya no me interesa tanto
como antes
me da pereza fingir amabilidad,
construir vínculos,
amar y ser amada

- ya es suficiente -,

me contento con el salario mínimo
saber que mi familia y amigos se encuentran bien
tener mi casa limpia
mis estanterías llenas de libros
y pasear durante horas

no he alcanzado metas elevadas
- tampoco lo pretendo: lo saben hasta mis enemigos -

ni maldita
- eso vendía: ahora sólo se comercia con lo blando -
ni vieja
- casi cuarenta años: 
 ahora es cuando empiezo a vivir -

y aquí estoy
resistiendo
pariendo poemas
con cariño y desprecio

presentándolos a certámenes
para conseguir algún premio decente

vomitándolos a deshoras
mientras espero la cita con la psicóloga

porque no, los poetas no somos criaturas especiales,
tan sólo somos sombras
en esta existencia tan desoladora
tan absurda
como la idea que defiende
que la poesía
salvará al mundo.

(Inédito) 

 



Ana Patricia Moya (Córdoba, 1982). Licenciada en Humanidades. Actualmente trabaja como auxiliar de instituciones culturales. Autora de los poemarios Píldoras de papel (Huerga & Fierro, 2016), La casa rota (Versátiles Editorial, 2019) y Carta de Ajuste (Groenlandia, 2020). Ha obtenido diversos premios por su obra narrativa y poética. Ha sido traducida parcialmente a varios idiomas. 

📖Lee otros textos de Ana Patricia Moya (en Herederos del Kaos): NarrativaPoesía


Photo by Thomas Bormans on Unsplash (public domain).


1 comentario:

  1. Me encanta tu poesía. Hacer poesía de lo cotidiano es un don que no tienen todos los poetas. Gracias.

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