«La memoria de los otros, devora», un cuento de Dante Vázquez M

I) Salvador 
Resucitaste en mi corazón a los tres días de haberte enterrado en lo más profundo de mi mente. Caminabas descalza y sin rumbo. A las tres de la madrugada le dije tres veces al conductor del taxi que se detuviera. Me negaste tu palabra y tu anémica sonrisa en tres ocasiones. Cuando conseguí seguirte el paso, bajo la blanca luz mortecina de la calle, supe que el amor y la muerte siempre nos miran a los ojos. Te invité a tomar unas cervezas en el motel más cercano. Me agarraste de la mano, y en silencio corrimos al primer minimarket que vimos abierto. Al abrir la puerta de la habitación un escalofrío recorrió cada centímetro de mi cuerpo. Temblé como cuando mi padre me dejó tirado en el suelo después de vapulearme con el cinturón. AL CARAJO, pensé. Lo único que quería era recostarme a tu lado y abrazarte. Recuerdo que antes de que te desnudaras, me contaste que te habías salido de tu casa porque encontraste a tu padre teniendo sexo con uno de tus profesores. Lloraste un par de minutos y entre trago y trago te bebiste la traición. 

Borrachos nos tiramos en la cama, para revolcarnos. De tu piel emanaba un delicado aroma a frutos rojos y a almíbar. Llevaste mis manos a tus senos y luego a tus nalgas. Quería protegerte. Recorrí tu cuello, labios y muslos con mi lengua, libre de los tres años de un adiós. Detuviste mi viaje hacia la calidez de tu vagina jalándome de los cabellos y susurrándome: 
P E N É T R A M E.
Dulce y salvaje fue nuestro vaivén en medio de la penumbra y luces neón, que parecían una danza frenética de serpientes luminosas. Tuvimos, quizá, tres orgasmos compartidos. Hay abandonos que son para siempre. Hay traiciones que jamás dejan de ser un fantasma en el interior. Siempre hay oportunidad de librarse del pasado. Dormiste sobre mi pecho. Desperté menos solo, aunque tu ausencia estaba presente. 

II) Luz 
Caminas a mi lado queriendo protegerme de las sombras. Hablas y hablas y hablas y hablas y hablas y h a b l a s de trivialidades que me importan una mierda. La vulnerabilidad es comida podrida para las moscas. Me recuerdas a mi padre suplicando el perdón de mi madre. ¡MALDITO HIJO DE PERRA!, ojalá mi madre hubiera tenido los huevos para separarse de él. Tartamudeas antes de proponerme, de la manera más ñoña, tener sexo. Obvio estoy dispuesta a que te vacíes dentro de mí. Ansío castigarte castigándome. Me miras de reojo mientras mojo mis labios. El viento frío de verano le da refugio a la noche entre las hojas de los árboles en la calle, y se cuela debajo de mi falda, refrescándome. Hace meses que el acaloramiento pasó de ser brío a quemazón. Sólo yo lo sé. La sangre hace efervescencia en los pliegues de mi vulva, y un delirio húmedo va de mi vientre hasta mi cabeza. No eres el primero al que le cuento la misma historia. ¿Qué podría ya pasarme? 

Entre besos y cervezas y caricias yacemos en el ardor de las tinieblas de un motel barato. Estás perdido en el sueño, en el alcohol. Espero que en ese mundo entiendas que el deseo puede volvernos monstruosidades. Saber decir suficiente, salva. En ocasiones la culpa nos hace decir pendejadas. Te mueves como un gusano en la cama. Tengo que irme, pienso. Me gustaría aplastarte la cabeza o cortarte la verga. ¡Qué difícil decisión! Te enredas en las cobijas cubriéndote de los rayos del sol. Creo que con lo que se te viene es más que suficiente. Me llevarás hasta la eternidad contigo, y cada vez que pronuncies mi nombre, desde lo más hondo de tus entrañas, emergerán ira, codicia y ignorancia. Tres venenos dejo en ti. Tres venenos dejo en ti. Tres venenos dejo en ti. 

Suspiras como un niño recién nacido. Abro sigilosa la puerta de la habitación y salgo descalza a encontrarme con los tiempos interesantes de un mundo ardiente bajo las cenizas del dolor propio. 

III) Don Miguel 
A las tres de la madrugada azotó la puerta de su casa. Abordó su taxi y condujo a la deriva por la ciudad. El riesgo es un aliciente, un reto, un adorno, un anzuelo. Una pareja le hizo la parada. Se detuvo. La pareja abordo el vehículo. Don Miguel pensó en lo que le había hecho a su esposa. Aceleró. El motel más cercano estaba a unos tres minutos. Espió a la pareja por el retrovisor. El chico acariciaba las piernas de la chica. La chica besaba el cuello del chico. A don Miguel de niño le gustaba espiar a sus papás en las noches. Don Miguel se rozó con la mano su entre pierna. El chico y la chica gimieron. A don Miguel le dieron nauseas. Un aroma a vinagre descompuesto emanaba de la pareja. El chico grito: HIJA DE LAS MIL PUTAS, ¡¿QUÉ MIERDAS SON ESOS BULTITOS EN TU VAGINA?! La chica le jaló el cabello al joven y le dijo con un hilo de voz: Nada que no te hayas comido ya, hijo de la grandísima perra. A don Miguel se le vino a la mente la cara iracunda de su esposa cuando le encontró, en el celular, vídeos de personas teniendo sexo en el taxi. 

En medio de una calle solitaria don Miguel detuvo su vehículo y la chica descendió desesperada agarrándose el costado izquierdo del estómago mientras el chico yacía de espaldas en el sillón del taxi. La chica iba dejando huellas de sus pies descalzos manchados de sangre. El chico se resistía a ahogarse con la sangre que brotaba de su cuello. El corazón de don Miguel aumentaba su ritmo cardíaco al mismo tiempo que su respiración, y la sangre se le acumuló en el pene. Jadeando liberó su miembro de la presión del pantalón, y lo frotó hasta eyacular un chorro de espesa oscuridad. Y sudoroso y relajado don Miguel aventó el cuerpo del chico a la calle, a unos metros de donde se encontraba tirada la chica. Don Miguel regresó a su casa y arrodillado pidió perdón tres veces a su esposa. Las transgresiones unifican las identidades, así los monstruos tienen la oportunidad de habitar el mundo. Al encender la televisión don Miguel quedó sorprendido de la noticia y abrazó a su esposa con la ternura de un niño que sabe que será castigado.





Dante Vázquez M. (México, 1980). Elegante imaginante caminante, técnico en poesía y narrador kamikaze, finalista de la modalidad A de la IV Edición del Premio “Caperucita feroz” de cuentos Ápeiron Ediciones, 2020; finalista del XI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2019; finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy, (H)onda Nómada Ediciones, Colección Pase de Abordar, 2013; y de Casa de muñecas, 2020. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.   

LUSTRACIONES: La imágen ha sido remitida por el autor de la obra.

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