Literatura fantástica: «El enemigo del pueblo Tirr», un cuento de Juan Martín Paris

Día 625 del año 20541

 

Mi nombre es Señor Vwrek. Vivo en el planeta Tirr, lindo planeta, no-grande pero lindo. Dado lo no-grande de mi planeta existe una sola nación. En el pasado se ha hecho el intento de dos naciones, pero a la larga entraron en situación de no-paz. Y eso no pasaría nuevamente. ¡No! Pero como está en nuestra vieja naturaleza la no-paz, de tanto en tanto ocurren esos desagradables episodios entre los tirrianos. Pero siempre lo solucionamos entre nosotros. Como dice un famoso dicho en Tirr: “Lo que pasa en Tirr…”
Escribo este diario personal, no sé por qué razón, es una costumbre no-útil, pero útil para el Señor Vwrek, de alguna manera. Además, algunas veces fantaseo que dentro de, no sé, 10.000 años, alguien (de otra civilización, ¿por qué no?) pueda encontrarlo y así, conocer algo sobre nosotros. ¿Existen riesgos? Por supuesto que sí, no soy ingenuo. Sería muy no-bueno para mi si encontraran este diario. Escribir está no-aconsejado… tanto como los libros. Y comienzo a escribirlo hoy porque hoy sucedió algo no-monótono, ha sido un día no-igual a todos los días… la gente comenzó a enfermar.
Sin más novedades por el momento.

Día 626 del año 20541
En mi planeta todo es lindo y la gente no-enferma nunca, o casi nunca. Algunos culpan a migrantes de un planeta lejano llamado Tierra, que han llegado huyendo del hambre. ¡Parecen los gigantes de Gulliver!, historia que he leído hace tanto tiempo. Dicen que han traído un germen o alguna ameba. Los médicos no-sirven de mucho, o no han servido de mucho hasta el momento, con un pueblo tan saludable como el nuestro. Por tal razón, se han dedicado a otros menesteres. El bureau emitió un comunicado. En resumen, permanecer en nuestras casas y pronto la cuestión será resuelta. Yo vivo con mi compañera la Señora Kwrill.

Día 628 del año 20541
Han pasado tres días con sus noches y pude averiguar no-mucho. Al parecer debían buscar, encontrar y reunir un grupo de científicos para desarrollar una cura. Los están rastreando literalmente, ya que nadie sabe a ciencia cierta donde se hallan. Pero, el que busca encuentra, como solemos decir aquí… uno manejando un taxi, otro atendiendo una ferretería, otro arreglando aires acondicionados, otro…
A mi amigo el Señor Wstak, doctor en cirugía molecular nivel II, que se gana la vida con el cultivo y secado de albaricoques, también lo han encontrado y se lo han llevado, según sé yo.

Día 630 del año 20541
En un descuido mío, la Señora Kwrill ha visto mi cuaderno, es más, ha visto al Señor Vwrek escribiendo en él. Espantada me advirtió que la actitud era no-buena, pero le resté importancia. Cambié de tema de inmediato. Después de todo el bureau ya había conformado el comité de ciencias y tenía un plan. Y eso era una buena novedad tan grande que le haría olvidar mi descuido. 
Volviendo a los planes del gobierno, como todo proyecto, debe tener tres elementos: un objetivo, un presupuesto y un plazo. El objetivo evidentemente es encontrar la cura, los recursos disponibles son ilimitados y el plazo un mes. Un amigo mío está en el comité de ciencias. Verdad que ya lo mencioné anteriormente. Se trata del Señor Wstak. Bien. Me comunicó que está feliz porque por primera vez, el y el resto de los científicos sienten que son importantes. La Señora Kwrill está contenta porque sabe que en un mes esta situación será un mal recuerdo. Un mes se pasa volando. La recomendación continúa siendo no traspasar la puerta de calle. Pero ahora todos nos sentimos optimistas. Sin más novedades.

Día 1063 del año 20541
En dos días se cumple el mes. Un mes es demasiado tiempo, 435 días para ser exactos, al menos en este planeta. Me siento no-entretenido, no-motivado, no-útil. Estuve intentando todo el día escribir algo. Dicen que la labor del escritor es encontrar las palabras correctas y escribirlas en el orden adecuado. Nuestro lenguaje tiene muy pocas palabras, al menos son pocas las que están permitidas, así que la tarea de encontrar palabras debería simplificarse. Pero no es así… De alguna manera siento que hay palabras que están faltando en nuestro vocabulario. Que existen algunas pocas cosas que no sé cómo expresar. Recuerdo haber leído palabras en viejos libros. Confieso que cuando era joven poseía una pequeña biblioteca, clandestina, claro está. Es más, hace días que mi mente, intentando ocuparse de algo, tal era el no-entretenimiento, está intentando recordar una palabra que he leído. Una palabra que recuerdo captó mi atención, pero fue hace tanto... No debo estar en no-calma, si la palabra significó algo para mí, ya aparecerá algún día, o alguna noche. ¡Al menos si pudiera tener aún esos libros! Cuando inicié mi pareja, la Señora Kwrill ni bien descubrió mi modesta biblioteca encubierta, mientras realizaba tareas de limpieza hogareña, me denunció al bureau… un tirón de orejas del gobierno y por supuesto, adiós mis amados libros.

Día 1065 del año 20541
El bureau anunció con bombos y platillos que la cura para la no-salud ya está disponible en comprimidos y en solución bebible con sabor a fresa. La sugerencia es ir a los centros comunitarios para tomarla y no-enfermar. Debo aclarar que en nuestro planeta no se ordena nada. Todo es suave y armonioso y dar órdenes es no-armonioso. Se realizan en cambio amables sugerencias, que son aceptadas ya que son para el bien de todos. ¡Quién puede estar en contra del bien común!
La Señora Kwrill salió corriendo de la casa como una tromba para obtener su medicamento. No la acompañé. Voy a esperar unos días, tal vez otro mes. No sé por qué tomé esa decisión, pero después de todo una sugerencia acepta dos posibles respuestas. ¿Verdad?

Día 1070 del año 20541
Ante mi negativa a aceptar la medicación y muy a pesar de que le recordé que solo era una sugerencia del bureau, la señora Kwrill razonó que no tenía más remedio que denunciarme. Y como toda denuncia, debe ser anónima y sorpresiva. Cuando me retiraban de mi hogar, mi última imagen fue de ella apoyada en la puerta de salida, no-contenta, llorando con sus tres grandes ojos. En ese instante sentí no-felicidad y vacíos no-placenteros en la boca de mis cinco estómagos.
Ya en mi cuarto de aislamiento, le escribí una carta. Si bien era para la Señora Kwrill, tal vez fuera para mí en realidad debido a que no había forma de que se la pudiera enviar. Y aunque encontrara la forma, no la leería ya que leer era no-aconsejado:
“Estimada Señora Kwrill.
Sé que se estará preguntando cómo llegamos a esto… Sobre mi negativa a aceptar el medicamento y no tengo una respuesta para eso.
Setenta y ocho años juntos es mucho tiempo y sepa que sólo guardo los mejores recuerdos.
Siempre suyo,
Señor Vwrek”
Después de releerla, me alarmó la brevedad del texto, pero lo atribuí a la falta de práctica. Era la primer carta que había escrito en 278 años.
El cuarto donde estaba era no-grande, no-lindo. Cuando cerré el cuaderno pensé en la Señora Kwrill. Me vinieron a la mente escenas como flashes, de cuando la conocí, una bella adolescente de tan solo 78 años, con seductoras curvas cóncavas y convexas, ángulos agudos y voluptuosas bisectrices. Algunos amigos me apodaban, Señor Vwrek “el robacunas”, chiste bastante común en el planeta Tirr por aquel entonces.

Día 1071 del año 20541
Ayer me interrogó el bureau. En esos casos lo mejor es ser sincero opina el Señor Vwrek. Les dije que no sabía por qué no aceptaba el remedio, pero que tampoco sabía por que debía aceptarlo. En definitiva, que no sabía nada sobre ciencias y dado que solo había sido sugerido…
En Tirr, al contrario de los vanos habitantes del planeta Tierra, donde todo el mundo cree saber de todo, si no sabemos sobre un tema, nos quedamos en silencio. Para repetir textualmente lo que se dice ya existen los loros y las maquinas grabadoras. ¡Los tirrianos somos más que eso! Nunca opinamos sobre temas que desconocemos. A eso le llamamos sabiduría. 
Lamentablemente mis argumentos no ablandaron al bureau. Hoy comienza nuestro traslado a los centros de rehabilitación definitiva. Allí iremos los sujetos no-fáciles. Los pocos que no habíamos aceptado por las buenas tomar la medicina. También trasladaban a los migrantes, a los cuales se culpaba de introducir el moquillo en el planeta Tirr.
El primer sol ya había salido y en cuanto amaneciera el segundo sol habría luz suficiente para empezar el operativo. Con mis 63 centímetros de altura yo era considerado un fortachón, de hecho, era apreciablemente más grande que la mayoría, por lo que consideraron prudente enviar tres guardias del partido para escoltarme. Me tomaron fuertemente de los brazos y entendí por fin el real significado de la palabra “sugerencia”.
Ya en el vehículo de traslado debimos esperar. Por un largo tiempo permanecimos en el interior de la caja del camión, sentados en dos filas enfrentadas. El grupo se encontraba conformado por trece tirrianos y un terrícola. Todos permanecimos en silencio durante la primer hora, la atmósfera se sentía pesada… hasta que el terrícola, de manera espontánea, comenzó a hablar, hablar y hablar, en voz muy alta... Extrajo un extraño dispositivo al que denominó “mate”, e insistió en que todos debíamos succionar de un tubo. Ante la negativa general continuó su parloteo. Pasaba de un tema a otro sin solución de continuidad. Pretendió explicarnos qué debíamos hacer para mejorar la economía de nuestro planeta y que todos viviéramos mejor, aseguró que existía un ente superior, único, al que llamó “Dios” y que, casualmente, residía en su país de origen y mencionó reiteradamente algo llamado “futbol”, si bien nadie llegó a comprender a qué se refería. Dada la situación tensa que estábamos viviendo no era malo tener un bufón en el grupo. Creo que hasta alguno de los tirrianos llegaron a sonreír ante lo grotesco de la situación y la escasa coherencia del monólogo.
El tiempo transcurrió con lentitud y ante el silencio proveniente del exterior y la falta de novedades, abrimos desde adentro la puerta del camión, la cual no había sido asegurada. Al parecer con la salida del segundo sol, habían comenzado las muertes inexplicables y al finalizar el día, cuando la tercer luna aparecía en el horizonte, ya no quedaba nadie con vida. A excepción de los no-inmunizados, o sea de los que estábamos saliendo del camión. Pensé que la ley de la selección natural actúa de maneras no-evidentes en algunas ocasiones … Tal vez algo malo en la medicina, vaya uno a saber… Pensé en la Señora Kwrill y tragué saliva. En mi amigo el Señor Wstak... Una lástima.
Al salir al exterior, deje al grupo atrás y caminé. Escuche al terrícola, que ya manejaba, en voz alta, varias teorías que permitían explicar lo sucedido. No me interesaban. Yo caminé, sólo caminé, no sé por cuanto tiempo ni hacia dónde. Tomé aire profundamente por la boca y lo dejé salir por la otra boca. Recordé una frase típica tirriana que dice: “Algunas veces es peor el remedio que la enfermedad”.
Continúe caminando en línea recta por el resto de la noche. Caminar siempre me ha ayudado a pensar… y a olvidar. Trataba sin embargo de recordar esa palabra que había leído hace tantos años… Sí, recuerdo su significado, pero no su dicción. Quiere decir algo así como: Si el Señor Vwrek desea hacer algo, lo hace y listo… sin el permiso o la aprobación del bureau. Y eso le causa felicidad.
No había caso, no podía recordar la palabra precisa… No importaba. La mente de un tirriano es caprichosa. Estoy seguro de que el Señor Vwrek la recordará en el momento menos esperado.





Juan Martín Paris. Nació en 1965 en Mar del Plata (Argentina) y actualmente reside en Neuquén (Argentina). Geólogo, MBA y Coach profesional. Amante de la literatura fantástica y del humor, pretende mezclar en sus relatos ambos géneros. Ha publicado cuentos en diferentes medios de internet, tales como Revistas Íkaro, Perro Negro de la Calle, Sangría, Red Promo Literaria, Fóbica Fest, El Elefante Azul, Rito, Ibidem, Maquina Combinatoria y Sinestesia. 
Su cuento “La Playa” ha sido seleccionado por el III Convocatoria Internacional de Microrrelatos BPYCC EL TALAR 2021 (Argentina). Participación con relatos en antologías “Segunda Antología de Escritores Eleutheros” “Vuelos Insomnes II”, y “Flores que sólo se abren de Noche. Homenaje a Carlos Bustos”.
Email : mp.geol@gmail.com


ILUSTRACIONES: La imágen ha sido remitida por el autor de la obra

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