«Las diosas nunca mueren», un cuento de Myra Nova

Murió sola, entre las ruinas de su palacio, y olvidada por todos.

Una noche no volvió a ser la misma. Iba sola, le fastidiaban las amistades. Un callejón silencioso era su guía. 

Una sombra apareció en el callejón oscuro por el cual transitaba. La silueta le agarró fuertemente el brazo, la lanzó contra una pared, y comenzó a arrancarle la ropa. Desesperada trató de gritar, pero el extraño le cubrió la boca, penetró su cuerpo, y la golpeó varias veces hasta dejarla inconsciente. El sol alumbraba el callejón cuando la encontraron en el suelo totalmente desnuda.

Qué asco sintió de sí misma, qué odio a esa bestia que decía llamarse hombre. La mirada acusadora de la gente fue su martirio.

Entonces juró nunca más sentir amor ni piedad por ese maldito ser. Vendió su cuerpo, se vistió de reina y salió a buscar venganza. Olvidó su nombre: las diosas no tienen nombre.

Muchos fueron víctimas de sus deseos, los volvía esclavos de su cuerpo, abría sus piernas donde sentían el placer de un éxtasis jamás conocido. Y mientras reía frenéticamente, les desgarraba la piel, les sacaba el corazón y adornaba con estos su pared.

Nunca le vieron derramar lágrima alguna: las diosas no tienen alma. Presa fue de la culpa y la desesperación; noches de insomnio fueron su condena.

Los años pasaron, ya nada quedaba de su divina hermosura más que viejos retratos y el polvo de los recuerdos. Buscó el refugio de sus muertos ausentes, encerrada en la oscuridad de su habitación.

Nadie la ha vuelto a ver, pero sigue allí, porque las diosas son inmortales.

Myra Nova. Escritora, periodista y editora con cinco años de experiencia. Con publicaciones en periódicos, revistas y sitios web en Cuba y Latinoamérica. Más de tres años de experiencia en Corrección, Edición y Análisis de Guion. Dos años de trabajo como Community Manager y Reportera-Redactora en Qva en Directo, medio perteneciente al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Integrante del Laboratorio de Escrituras “Encrucijada” dirigido por la poeta, narradora y dramaturga cubana Elaine Vilar Madruga. 

Fotografía de Vlad Kutepov

(en Unsplash). Public domain.