«Canibalismo», un cuento de terror de la autora española Silvia Carus

El joven médico acababa de aceptar su primer puesto de trabajo como neurocirujano en el hospital central de Madrid. Tras años estudiando sin descanso en la universidad Juan Carlos III, finalmente se había graduado con honores. 
Su joven novia de ojos profundos y sonrisa cautivadora se llamaba Mariel y estaba completamente apasionada por èl. Estaba muy contenta, Luis no era solo un buen partido como que sería un gran marido y excelente padre.
Ella ya hacía tiempo que trabajaba como enfermera en aquel hospital. Hoy se encontraba especialmente radiante, su nuevo acompañante era su querido Luis. Mariel le mostro todos los departamentos y le presento a sus compañeras de equipo. Estas rápidamente hicieron un corro alrededor de èl. Era sin duda un hombre con una facha impresionante, unos modales de un lord y un carisma digno de quitar el hipo a cualquiera. Mariel sintió como los celos se apoderaban de ella sin poder hacer nada para evitarlo.
_ Luis no pensaras en cambiarme por una pelandrusca de ellas?
Le preguntò abrazándolo posesivamente. 
_ No, claro que no. por qué piensas eso? Eso es un pensamiento un poco tonto. Estas celosa? 
_ No en absoluto. _, mintió Mariel descaradamente.
De pronto una idea lasciva acudió a su mente.
_ Mariel. ¿Tú ya hiciste alguna vez el amor en un sitio público?
_ No, nunca. ¿Y tú?
Èl no respondió. La observo de arriba abajo mientras en su mente se formaban un sinfín de pensamientos impuros. La cogió de la mano y le pidió que le indicase donde estaban los vestuarios.
Ambos subieron en el ascensor hasta la última planta. Cuando estaban a punto de cerrarse las puertas, alguien màs se subió con ellos. Durante unos minutos pensaron que no iban a ser capaces de conseguir su objetivo, pero aquel hombre, el conserje; tenía mejores cosas que hacer. Bajaron del ascensor y siguieron con la vista al señor. El cogió un cigarrillo de su chaqueta y se fue a la azotea. Aquello les hizo respirar de alivio. Al menos durante media hora no serían interrumpidos.
El sonido que sus cuerpos emitían entre caricias y besos consentidos eran altos y pronunciados, por suerte aquellos vestuarios situados en el piso de arriba eran poco frecuentados.
Cuando terminaron aquella fiesta carnal. Luis decidió acabar con aquella mujer. De facto la amaba, pero ahora que era médico y estaba bien colocado no permitiría someterse al dominio de una única mujer. Además, aquellas enfermeritas le habían enseñado lo apetecible y gustoso que podía llegar a ser.
Así que por la noche la invito a cenar a su apartamento.
_ Quieres que lleve alguna cosa? _, pregunto ella en un tono cortes.
_ Nada, amor. Solo tu presencia.
Mariel se vistió adecuadamente para la ocasión, poniendo especial cuidado en elegir una lencería fina y sensual: un bralett; mitad sujetador, mitad corpiño. Sin aros y adaptable a su escultural cuerpo y un tanga de hilo todo de color rojo. Seguro que lo dejaba estupefacto.
Antes de acudir a su cita, se miró al espejo. Estaba muy guapa. Aquel minivestido negro y sus zapatos de tacón acompañados de un ligero maquillaje; con el cabello semirrecogido y unos pendientes largos la hacían parecer una divinidad.
Sonrió, cogió su pequeño bolso de mano y su chal de encaje. Una hora después llamaba a la puerta de su amado.
Luis la recibió, Mariel no se había equivocado. El brillo que deslumbró en sus ojos la hicieron ver cuanto èl la deseaba.
En el centro del comedor. Luis había colocado una preciosa mesa con la mejor vajilla, copas de bohemia, unos aperitivos y vino de reserva.
Le extendió una copa y, brindaron por su nueva carrera. 
Pocos minutos después, Mariel dormía profundamente.
Luis sonrió: << Bien, este somnífero realmente es muy potente>>. Dijo mientras olía la copa de vino.
Se vistió con su bata blanca y coloco unos plásticos en el suelo junto a su maletín. Dentro tenía toda clase de bisturíes.
Después de drenar la sangre de su querida novia, la coloco dentro de bolsas. A continuación, cogió uno de sus instrumentos y comenzó con el proceso de extracción de la piel. 
Cuando llego a la zona del cuello decidió que lo mejor era cortarle la cabeza. Y así lo hizo. Busco dentro de su maletín algún bisturí que se pareciera con una sierra y comenzó a cortarle la piel de la región objetiva. Continuó con los músculos y los nervios, hasta que llego a los huesos que era la parte màs difícil.
No sabía que hacer con aquellos huesos, de facto no le servían para nada. Aquello no se podía comer. Así que después de pensar durante un buen rato. Tuvo una brillante idea. Fabricaría cosas artesanales como collares y se los ofrecería a aquellas apetitosas enfermeritas.
Luego agarro la cabeza con sus manos y la guardo en un saco dentro del frigorífico. 
Regreso al cuerpo y comenzó nuevamente a cortarlo, separando sus órganos. Aquellos órganos podrían ser donados, o mejor aún darían una bella sopa. Aquel pensamiento lo sobresalto. Sabía que era carnívoro, pero no hasta ese punto y aquello lo excito.
Tras unas cuantas horas cortando sin descanso. Decidió que era hora de hacer una pausa. Y se fue hasta la cocina, saco la cabeza e hizo dos profundos cortes en las mejillas de Mariel, las puso en la sartén y las condimento con un poquito de sal, pimienta y perejil. Cuando pensó que ya estaban listas se las sirvió en un plato. El primer bocado fue muy extraño. Fue un sentimiento que no sabía cómo describir, sin embargo, poco a poco fue gustando de su sabor, de su olor, de sus emociones salvajes.
Con la barriga llena, decidió hacer una siesta. Al despertarse y ver el aspecto macabro de sus acciones decidió dejar todo como si no hubiera pasado nada. Se armo con un cubo y una fregona y limpio todo minuciosamente, también limpio pulcramente sus utensilios y los guardo en su maletín con cuidado. No pretendía ser preso, no lo soportaría. Y además por algo que todos hacían: comer carne.


Silvia Carus. Nació en la clínica Virgen del Mar de Madrid.
El 27 de diciembre de 1974.
A base de esfuerzo y disciplina, consiguió poner fin a sus estudios en el Instituto Gerardo Diego. Años atrás fue a vivir a Inglaterra donde conoció a su marido y obtuvo el First Certifícate; por la Universidad de Cambridge. Actualmente, vive en Algarve. Es Técnico auxiliar de salud, como consecuencia de la pandemia tuvo que abandonar su profesión al tener un hijo pequeño que sobrevivió a un cáncer (leucemia). Ha completado varios talleres literarios. Publicado en varias antologías y revistas. Ganadora del concurso literario por la revista americana: Teender Age. Ganadora del concurso literario de cuentos de terror del programa Crónicas en Llamas.

Fotografía de Immo Wegmann (en Unsplash). Public domain.

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