Ensayo: «Coronavirus: El viajero que entró sin pedir permiso», por Sheina Lee Leoni

¿Quién es quién en época de crisis?

Un día como tantos…

El sol brillaba todavía cálidamente esa mañana otoñal. Como todos los días me preparé para ir a mi trabajo como docente, lejos de imaginar que ya no regresaría al Centro Educativo en los próximos tres meses. 
¿Qué sucedió para qué ocurriera tan inesperado suceso?
En un abrir y cerrar de ojos, al estilo de una increíble película de ciencia ficción, un desconocido virus comenzó a extenderse sin un atisbo de piedad por todo el planeta. Rápidamente, se dieron la primeras indicaciones sanitarias, entre las cuales estaban la de quedarnos recluidos en nuestras casas para evitar el feroz contagio. El barbijo y el alcohol se convirtieron en los principales protagonistas de esta historia.
Un año después, tomando como bastión a los avances científicos, se lograron elaborar vacunas en tiempo récord, que si bien aparentemente están logrando frenar los fatales avances del virus, han traído consigo importantes consecuencias sociales. 
Le propongo realizar un breve viaje por el tiempo hasta llegar a ese momento, en que la humanidad quedó momentáneamente desconcertada, por la llegada de un visitante , que ha logrado entrar a todas la sociedades sin que nos diéramos cuenta.

En las manos del “Corona”

Calificada como una de las mayores pandemias de los últimos 100 años, el Coronavirus; originado en la ciudad china de Wuhan a mediados del mes de diciembre de 2019, ya suma millones de contagiados y muertos por todo el mundo.
La pandemia de coronavirus cambió drásticamente la forma en que las personas viven, actúan y trabajan; por lo que muchos eruditos consideran que es la primera vez que la historia ha visto cambios tan radicales. 

Además de transformar la ética social y laboral, las medidas tomadas para contener el virus también han remodelado las reglas de comunicación y etiqueta cotidianas dentro de la vida social, familiar y el mundo empresarial, señaló Gokhan Dumanli, fundador de la Academia de la Elegancia, a la Agencia Anadolu. 
“La pandemia provocó un cambio significativo en la vida; desde saludos hasta apretones de manos, arreglos de mesas y asientos, cultura de entretenimiento, actividades artísticas, actividades deportivas y, lo que es más importante, códigos de conducta profesional del mundo empresarial”-explicó Dumanli.
Pero lo más grave de esta pandemia, es que ha logrado crear situaciones de incertidumbre y riesgo, tal como hacía muchos años no vivíamos. Y por supuesto, el miedo relacionado a estos factores, trajo consigo el surgimiento de estigmas sociales, “chivos expiatorios” que suelen reaparecer, cada vez que se da un fenómeno perjudicial e inexplicable como este.
En términos sencillos, se suele definir el riesgo como la probabilidad de que ocurra un suceso con desenlaces de daño o peligro. Este concepto, es una característica propia de la modernidad, relacionado con la incertidumbre y es inherente a la existencia humana, aunque en la modernidad este rasgo adquiere una nueva magnitud y mayor presencia.
Por ejemplo, el coronavirus es también un ejemplo de globalización del riesgo. En las sociedades en las cuales vivimos, donde el capital está interconectado y no deja de haber flujos de materias de un lado al otro del planeta,también la enfermedad se expande y llega hasta los rincones más inhóspitos.Y justamente, el peligro del Covid-19 reside en el consecuente colapso del sistema sanitario que puede desembocar en el derrumbre de una sociedad entera en todos sus aspectos.
La incertidumbre en cambio, sería la imposibilidad de medir y calcular esos daños vinculado especialmente con el riesgo. Etimológicamente está conformada por el prefijo in (negación) y certus (cierto), por lo que se define como la carencia de un conocimiento certero, la duda o falta de certeza sobre algo que nos inquieta.
Incertidumbre y riesgo son dos factores que explican nuestra incapacidad para predecir de forma precisa un evento futuro, y eso sin duda, es capaz de enloquecer a las Sociedades actuales.

Miedo y estigma 

El estigma social en el contexto de la salud es la asociación negativa entre una persona o un grupo de personas que comparten ciertas características y una enfermedad específica. En un brote epidémico, esto puede significar que las personas sean etiquetadas, estereotipadas, que se las discrimine, que se las trate por separado y/o que ex-perimenten una pérdida de estatus debido a una percibida conexión con una enfermedad.Este tipo de trato puede afectar negativamente a quienes tienen la enfermedad, así como a quienes los cuidan, a sus familias, amigos y comunidades. Las personas que no tienen la enfermedad, pero comparten otras características con ese grupo, pueden también sufrir ese tipo de ofensas.
El brote epidémico actual de COVID-19 ha causado sin duda estigmatización social y comportamiento discriminatorio hacia personas de cierto origen o contexto, así como hacia cualquier persona que se percibe haya estado en contacto con el virus.
¿Por qué el COVID-19 está causando tanta estigmatización?

El nivel de estigma asociado con el COVID-19 se basa en tres facores principales.
1-Es una enfermedad nueva y en torno a la cual existen todavía muchas incógnitas.
2-Frecuentemente tenemos miedo a lo desconocido.
3-Es fácil asociar ese miedo a “los otros”,a los desconocidos, a los extraños…a los culpables.
Esto ha ha provocado una serie de actos discriminatorios en todos los continentes, con diferentes grupos como objetivo. 

La purga: ¿Una nueva realidad?

El comunicador argentino Julián Weich, enfermó de coronavirus hace pocas semanas, y al sentir que su condición física estaba empeorando , decidió marchar de urgencia al Hospital, teniendo la mala suerte de haber sido visto por una vecina mientras salía de su casa. Inmediatamente, la mujer llamó al 911 y la policía constató que el paciente había violado su aislamiento, cuando, en verdad, había ido a internarse a una clínica por precaución. El curioso hecho vuelve a poner en tela de juicio el rol de los seres humanos en épocas de vicisitudes : ¿quién es quién en épocas de crisis?

Desde el brote del COVID-19, "la inestabilidad y el temor que engendra la pandemia está exacerbando las preocupaciones existentes en materia de derechos humanos, como la discriminación contra determinados grupos", -señaló el Secretario General de las Naciones Unidas en un informe de política sobre el COVID-19 y los derechos humanos. La Sra. E. Tendayi Achiume y el Sr. Fernand de Varennes, respectivamente los Relatores Especiales de las Naciones Unidas sobre las formas contemporáneas de racismo y sobre cuestiones relativas a las minorías, también informaron sobre los ataques relacionados con el COVID-19 contra grupos minoritarios en todo el mundo. A pesar de la escasez de datos sobre este fenómeno, los incidentes discriminatorios denunciados en los artículos de los periódicos y en los medios de comunicación social parecen confirmar que se trata de un fenómeno mundial. La información recibida por 10 cátedras de la UNESCO sobre las repercusiones del COVID-19 en los grupos vulnerables ilustra cómo se vieron afectados sus respectivos países.
Durante la primera fase del contagio del COVID-19, los que más sufrieron la discriminación fueron los asiáticos y las personas de ascendencia asiática, que fueron frecuentemente el blanco de ataques por causar la pandemia y su propagación. Como informaron las Cátedras UNESCO de Italia, España, Grecia, Dinamarca y los Países Bajos, los episodios discriminatorios consistieron en agresiones verbales en lugares públicos, campañas denigrantes en los medios de comunicación social, el boicot de sus actividades comerciales y, en algunos casos, dificultades de acceso a las instituciones educativas.
En algunos contextos, los ataques discriminatorios se extendieron a otros grupos. Según la Cátedra UNESCO de Educación para la Justicia Social de la Universidad Autónoma de Madrid, las comunidades romaníes del norte de España fueron objeto de ataques, supuestamente por ser las primeras en ser contaminadas por el COVID-19
Se ha observado que la discriminación evolucionó en muchos lugares de forma paralela a la pandemia, y que se eligieron nuevos objetivos en el camino. Si al principio estos eran los que erróneamente se consideraban como la causa de la enfermedad, el temor al contagio llevó progresivamente a ataques también contra personas que, por diferentes razones, estaban particularmente expuestas al virus.
Según la Cátedra UNESCO de vivienda de la Universidad Rovira I Virgili de Tarragona (España), los blancos de los ataques discriminatorios cambiaron a lo largo de las semanas, ya que "otro tipo de estigmatización surgió por el miedo a ser infectado". 
En algunos casos, este temor dio lugar a amenazas contra los trabajadores de la salud y los empleados de los supermercados que corrían el riesgo de ser infectados en sus lugares de trabajo. Por ejemplo, la Cátedra UNESCO de resolución de conflictos de la Universidad de Córdoba informó de que las comunidades pedían a los profesionales de la salud que no volvieran a sus hogares para evitar la contaminación de sus vecinos. En otros casos, el temor al contagio provocó el estigma y los ataques discriminatorios contra las personas sin hogar que, debido a su situación, no pueden cumplir con el encierro ni aplicar otras medidas preventivas básicas.
Todos estos incidentes parecen confirmar que, en tiempos de crisis y de gran incertidumbre, especialmente de una magnitud tan significativa como la que estamos viviendo actualmente, la gente tiende a buscar culpables,para desahogar sus frustraciones, preocupaciones y miedos.Paralelamente a que la pandemia se intensificaba, las Organizaciones Internacionales y regionales comenzaron a pedir el apoyo de los Estados, no sólo para hacer frente a la emergencia sanitaria sino también a sus repercusiones, especialmente en los más vulnerables.
En muchos países, las respuestas adoptaron la forma de campañas en los medios de comunicación de masas lanzadas por las autoridades nacionales y locales y la sociedad civil. Éstas tenían los siguientes fines : hacer un llamamiento a la solidaridad ciudadana y contribuir a cambiar las actitudes de las personas hacia los grupos que corren el riesgo de ser discriminados en un contexto específico. La lucha contra los prejuicios surge, por lo tanto, como una intervención clave, junto con otras medidas de apoyo financiero o destinadas a mejorar el acceso de los grupos desfavorecidos a los servicios básicos.

Vacunarse o no vacunarse, esa es la cuestión.

Países, estados, empresas e instituciones han comenzado a emitir carnets o pasaportes vacunatorios que exigen para que las personas puedan participar de eventos públicos. A medida que millones de personas son vacunadas todos los días en el mundo, cada vez son más los países, estados, distritos y regiones que elaboran un “pasaporte vacunatorio” contra COVID-19 para que, lentamente, puedan volver a cierta normalidad social y comercial.Pero la idea plantea cuestiones legales y éticas: 
¿Pueden las empresas exigir a los empleados o clientes que proporcionen pruebas, digitales o de otro tipo, de que han sido vacunados cuando la vacuna contra el coronavirus es aparentemente voluntaria? 
¿Pueden las escuelas exigir que los estudiantes demuestren que se les ha inyectado lo que todavía es oficialmente una profilaxis experimental de la misma manera que requieren vacunas aprobadas durante mucho tiempo para el sarampión y la poliomielitis? 
Y, por último, ¿pueden los gobiernos exigir las vacunas o interponerse en el camino de las empresas o instituciones educativas que exigen pruebas?
 A partir de aquí, se empezó a especular sobre la división social que podría acarrear el estar vacunado frente a los que no lo estuvieran. De hecho, una de las primeros ideas que se barajó para mostrar los peligros de esa posible desigualdad era ejemplificada con la idea de ciudadanos que podían viajar, por estar vacunados, y ciudadanos que no, por no estarlo.
 
Escuchemos todas las campanas:

Pensemos en tres grupos poblacionales que pueden no vacunarse:
 A) Aquellas personas que no pueden, porque tienen una contraindicación médica (edad, condiciones de salud y/u otros factores); 
B) Aquellas personas que no quieren (antivacunas o por simple razón de autonomía); y 
C) Aquellas personas que no tienen acceso a la vacuna. 
¿Estas personas tendrían restringidas sus libertades de movilidad por no tener un pasaporte de vacunación?
 ¿Qué hacemos con estos grupos? ¿Es posible pensar en un mercado negro de pasaportes de vacunación falsificados?
-¿Son descartables los seres humanos?

Imapcto del Corona en las diferentes sociedades  

Toda esta situación, inevitablemente, ha irrumpido con fuerza en nuestra cotidianidad, modificando pensamientos, actitudes y formas de entender el mundo que actualmente nos rodea.
Como vimos al principio, nada es como hace unos meses, todo ha cambiado y junto a este , el miedo, la incertidumbre y, cómo no, el temor al contagio avanzan de una manera impensada hace unos meses atrás. 
Y por supuesto, las consecuencias que hemos debido afrontar desde la aparición del “covicho”, siguen aumentando.
                                                          
1-Consecuencias económicas
2.- Consecuencias sociales
3.- Consecuencias políticas

1- Si su avance prolifera , y se alarga más en el tiempo, las consecuencias económicas de la pandemia del coronavirus pueden llegar a ser todavía más desastrosas.
El hecho es que la pandemia nos está obligando a cambiar hábitos de trabajo para los cuales no estábamos preparados en gran escala.
Por ejemplo, El teletrabajo pasó a implementarse en muchas empresas, de forma rápida, para que los empleados trabajen desde sus casas y evitar la paralización de la actividad administrativa pública y privada.
Con el tiempo esta nueva forma de trabajar ha pasado a ser la habitual, teletrabajar desde casa es la vía que nos queda para que la economía no pare y contribuyamos a frenar la expansión del virus.
Esto sin contar las personas que han ido parar al seguro de paro, y probablemente no regresen a un mercado de trabajo que ha sido diezmado por el accionar de este flagelo.

2- Con la llegada del coronavirus, cosas simples, como el saludo entre dos personas, ha cambiado por completo.
Evitar el contacto físico con personas no convivientes es la premisa desde el inicio de la pandemia. La finalidad es no contagiarse, pese a usar la mascarilla de forma obligatoria. 
La cuarentena y el estado de alarma han llegado a limitar, al máximo, cualquier tipo de interacción social,-salvo virtual- aumentado terriblemente la depresión y el número de suicidios.Eso, sin olvidar “El Síndrome de la Cabaña”,que se basa en el miedo, que consiste en evitar el exterior después de un largo período de aislamiento. Ansiedad, pánico, taquicardias, nervios o miedo anticipativo son algunos de los síntomas que pueden presentarse a la hora de salir.
Sin duda,las redes sociales jugaron uno de los papeles más importantes durante toda la pandemia,tanto a nivel personal como profesional.A nivel usuario, la comunicación con el resto de las personas fue posible, mediante videollamadas, perfiles sociales o apps de mensajería. 
A nivel profesional, las redes sociales sirvieron como medio de difusión para los pequeños comercios que, abiertos o no por la pandemia, pudieran continuar mostrando sus productos. 
Por otro lado, la necesidad de los más pequeños de socializar se ha comprobado más que nunca. Los niños necesitan de otros seres de su misma edad o similar para poder desarrollar todas sus capacidades, algo que en la pandemia ha estado muy limitado.

3- Muchos de los partidos políticos han decidido generar una guerra entre ellos gracias a la crisis sanitaria. Las críticas llueven tanto a la derecha como a la izquierda, algo que, en parte, perjudica a ambos. La crisis política no se ha hecho esperar y los reproches comenzaron, para unos y otros, al siguiente día de la declaración del estado de alarma.
La clave ante una crisis de esta magnitud es la unión de ambas partes, no generar una división que provoque guerras políticas entre ciudadanos.

Conclusión:

El coronavirus nos ha hecho conscientes de que las medidas de autoprotección son necesarias para impedir la propagación de una epidemia o pandemia, y esto depende de nosotros. 
Una infección vírica no conoce de fronteras, se propaga y afecta a todos por igual, de ahí que se tenga que actuar en equipo y contando unos países con otros. 
La unión hace la fuerza, junto con la responsabilidad individual de cada una de las personas para poder frenar la expansión del coronavirus.pero, ¿Cuáles son los límites a nuestra conducta? Eso dependerá de lo que cada uno decida.
Para terminar, resumiremos algunas de las enseñanzas que deberiá dejarnos esta pandemia:
Se desconoce en qué quedará el coronavirus. Lo que sí está claro es que esto puede volver a repetirse, y tenemos que estar preparados.
 Desde el principio de la pandemia nos dimos cuenta de que, a pesar de la mala o buena educación que hemos recibido, las actividades que realizábamos se hacían siempre de manera irresponsable: aglomeraciones, tocar superficies sin lavarnos las manos después, toser o estornudar sin tomar las medidas necesarias. 
Insistimos:Probablemente no será la primera pandemia ni la última, aunque esperamos, con los brazos abiertos, una tregua para poder superar todo esto.Al fin del proceso, todo se puede resumir en tener sentido común y actuar de forma coordinada y responsable. Mantener la cordura ante cualquier peligro desconocido es lo que hoy necesitamos todos, y es lo mejor que podemos aprender de esta situación. 
Caso contrario,sumadas a las terribles pérdidas de vidas humanas que estamos padeciendo, deberemos agregarle el menoscabo de los valores que han mantenido-en mayor o menor escala-unidos a las sociedades ante la principales catástrofes mundiales, y esto sí, puede ser terriblemente peligroso, ya que podría llevarnos, a un resbaladizo camino sin retorno.

Profesora Sheina Leoni Handel, Uruguay, Julio 2021.


Sheina Lee Leoni. Docente, poeta y novelista uruguaya. Activista LGBT. Nacida en Montevideo, Uruguay, en 1962, he publicado 23 libros de poesía y 56 novelas románticas, así como participado en numerosas antologías colectivas .
También he obtenido diversas distinciones y premios en destacados concursos literarios en Uruguay y el extranjero, siendo socia además de importantes instituciones literarias y culturales nacionales e internacionales.
Actualmente , me desempeño como Presidente de Academia Virtual Internacional de Poesia, Arte e Filosofia – AVIPAF -Brasil

Bibliografía



Fotografía de Matteo Jorjoson (en Unsplash). Public domain.

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