Entre sombras: el erotismo femenino | Laura Isabel Piedrahita García


“No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Virginia Woolf


Entre sombras: el erotismo femenino

El siguiente escrito tiene como propósito delimitar en primera instancia la diferencia entre erotismo y la sexualidad, puesto que el erotismo es un acto perteneciente únicamente al individuo, también, para apreciar las diferencias marcadas culturaly socialmente entre hombres y mujeres respecto a sus experiencias eróticas. 

La culpabilidad que se le ha adscrito a la sexualidad femenina y el plano pasivo al que se le ha obligado a formar y, sin embargo, la apropiación que se ha intentado obtener por medio de la poesía a estos deseos que parecen estar ocultos. 

Acercamiento al erotismo: perspectiva feminista

El erotismo es algo intrínseco al ser humano, a diferencia del animal, el hombre ha transformado el acto sexual en un juego erótico. Comprender el erotismo implica entender la naturaleza humana; una naturaleza violenta, sin embargo, atada a la razón por medio de la prohibición. Esta dualidad domina constantemente al ser humano, siendo bifurcado entre dos mundos: el mundano y el sagrado. Es bajo está prohibición y parte cercenada del ser humano que se encuentra una extensa fascinación, la paradoja constante de someterse a la ley mientras se acerca temerosamente a lo prohibido que se convierte en obsceno; está constante angustia es lo que permite al sujeto vivenciarse en el erotismo y lograr mirar al abismo por más vertiginoso que se presente, está superación de los limites no reconoce leyes, ni culpas. Es así como el erotismo es la pérdida voluntaria del yo y al mismo tiempo una experiencia desde el interior, no podemos considerar el erotismo como una cosa ajena a nosotros. Pero, si atada a la prohibición, y por ende el erotismo debe transgredir y generar la angustia que se concibe al realizar un acto prohibido, un plano cercano a lo religioso, vinculando el pavor con el deseo; el erotismo de Bataille es esta contradicción irreductible, que hace saltar por los aires la superación de las antinomias y la jerarquía de los conceptos en los que se sustenta todo el sistema social y de pensamiento. Sin embargo, este acto que está ligado a todo ser humano, para las féminas, las condiciones de posibilidad de vivenciar su erotismo se encuentran ligado a los arquetipos impuestos social y culturalmente, relegándolas a una situación de pasividad y aceptable dominación. 


El sesgo en el erotismo femenino 

Dando un rápido vistazo a la realidad en la que nos encontramos inmersos, no se necesita de mucho análisis para notar las grandes diferencias a las que las mujeres están expuestas en el plano sexual, deformando lo erótico en una perspectiva dominante, es decir, desde el punto de vista de Bourdieu, se ha soportado y hasta respetado todo un orden de sumisión que él nombra “la dominación masculina”o en el caso de Rubín que considera la sexualidad un acto político que se encuentra organizado en un sistema de poder que alienta y recompensa a algunos individuos, mientras que castiga y suprimen a otros. Un claro ejemplo de esto sería la mutilación genital femenina, practicada actualmente en algunos países con el propósito de eliminar el placer sexual femenino, asegurar la fidelidad a su conyugue y como símbolo de pureza. Otra cara de este sistema sería el matrimonio, una unión que, a lo largo de la historia ha presentado a la mujer como un instrumento para la concepción, alejándola del placer erótico. No sólo eso, con los ejemplos anteriores se devela una idea de pureza arraigada a la sexualidad femenina, despojando a la mujer de las elecciones eróticas sobre su cuerpo y convirtiéndolo en un acto enteramente pecaminoso que corroe en vez de liberar. Por ende, la conducta erótica se censura para proteger las fronteras de la conducta sexual aceptable. 

Caricias perdidas: poesía y erotismo

El individuo se encuentra en conflicto con la sociedad, convirtiendo el cuerpo y su satisfacción erótica en un tema de tabú, la verdadera libertad se encontrará en conjunto con su liberación sexual o al menos la aceptación de su contraparte penalizada socialmente. Esta lucha que toca profundamente a las féminas se ha tomado la literatura y la poesía como un medio de intimidad para relatar sus secretos aconteceres, salir de las viejas ataduras que relacionaban a la mujer con la falta de deseo, develando este mundo atropellado por los decires sociales. Para ello quisiera evocar tres poetisas que tocan con gran delicadeza este tema: Ana Rossetti (escritora, poeta y dramaturga española), Alejandra Pizarnik (poetisa y traductora argentina) y por último Alfonsina Storni (poetisa y escritora argentina). Trayendo a colación tres poemas de las diferentes autoras para contemplar este universo de creación, amor y pasión:



El jardín de las delicias

Flores, pedazos de tu cuerpo;
me reclamo su savia.
Aprieto entre mis labios
la lacerante verga del gladiolo.
Cosería limones a tu torso,
sus durísimas puntas en mis dedos
como altos pezones de muchacha.
Ya conoce mi lengua las más suaves estrías de tu oreja
y es una caracola.
Ella sabe a tu leche adolescente,
y huele a tus muslos.
En mis muslos contengo los pétalos mojados
de las flores. Son flores pedazos de tu cuerpo.


Amantes

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo

se abre
a la delicada urgencia del rocío


Pasión

Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
Pero encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
¡el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
como al golpe de viento las columnas de humo!
La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus sesos.
Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojo blanco, y te arda, ¡y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!



Estas tres mujeres cuya similitud se centra en las potencias de sus voces poéticas, delimitando un nuevo porvenir a la posibilidad de sobresalir en un mundo que se ha centrado en la imagen masculina, ahogando los posibles nuevos rostros femeninos a relucir en el campo de la literatura y poesía. Como casi todo campo, el intelectual no ha sido eludido de consideraciones machistas, particularmente, para hablar del erotismo; es así, que estamos frente a mujeres vanguardistas, cuyo lenguaje nos permite adentrarnos a este mundo cohibido que desemboca en la fortuna de apreciar y aceptar el erotismo femenino.

Conclusiones

Con base en lo anterior podemos observar de que manera cultural y socialmente ha sido violentada la mujer al vivir condicionada a las dominaciones masculinas sobre el cuerpo femenino y su placer erótico; hablar de erotismo es dejar de lado viejas barreras y tabúes que nos fuerzan a volvernos espectadoras de nuestra propia vida, es abrazar el deseo y no condicionarnos a una idea de pureza y virtud que castiga y mutila nuestros cuerpos. El arte, la literatura y como elegí en este caso, la poesía, reconoce y da cabida a un plano donde no sólo somos objetos para procrear u objetos de placer para el otro, por el contrario, permite dar una mirada introspectiva a nuestro propio erotismo. 



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Imagen de portada: Alexander Krivitskiy (en Unsplash). Public domain.

ILUSTRACIONES: las imágenes han sido remitidas por la autora de la obra.



1 comentario:

  1. Excelente, las letras pueden sin duda ser la única materialización de nuestros deseos más prohibidos.

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