'Caos a las tres de la mañana', relato de Freddy Quiñones Serran


Me pregunto: ¿qué vacío el mío a estas horas de los duendes?, donde todo es posible si abrazo desesperadamente un poco de imaginación, pero soy testarudo y no lo hago, me oculto en los ágrafos pensamientos. Mejor descanso y mañana lo escribo, me digo. ¡Vaya estupidez! Como si las palabras, las ideas, se mantuvieran fijas, dispuestas a ser apreciadas cuando tenga la gana de hacerlo. Lo que sea que vaya a ser escrito a las tres de la tarde no será lo mismo a las dos de la mañana. Las palabras son como las aguas de Heráclito, se mueven eternamente por los abismos y las constelaciones perdidas, por lo cual nunca serán las mismas; se

desestimará de puntos y adjetivos, los verbos podrían cambiarse por sus sinónimos, los párrafos se extenderán o abreviarán innecesariamente. En un momento a otro desorganizamos las palabras irremediablemente, puesto que éstas son como los vagones de un tren, pero en nuestra lentitud por atraparlas en el primer acto colocamos el vagón de primera clase en medio, las ordinarias adelante o al final, así en un constante caos. No entiendo porqué tengo sorpresa si el ser humano es una suma conjunta del caos, un reflejo del desorden cósmico. Ya no estoy seguro de lo que intentaba decir. Es claro que he tomado la idea tardíamente: soy un caos. 


Escrito por Freddy Quiñones Serran

Publicaciones: Microrrelato “¿Solo las piedras no se comen?” en revista Filtro y un breve relato “El huésped de mi infancia” en revista Da Vinci.


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