«Un poco de hostilidad no puede hacer daño en un mundo melifluo e incruento hasta el hastío».
Pablo López, el Iconoclasta, desenmascara una moralidad esclavizante que solo beneficia a sus valedores. Ridiculiza la religión, la sexualidad y los nacionalismos extremos, cuestionando las convenciones preestablecidas que se mantiene en la sociedad. Ningún orgullo, ninguna soberbia. La posesión de conocimiento no exonera para estar a salvo de su voluntad por derrumbar pedazo a pedazo lo que el hombre construye.