'Las cucarachas negras', por Alfonso Vila Francés

'Las cucarachas negras', por Alfonso Vila Francés

Las cucarachas negras que maté impunemente durante años
son el luto insignificante que me ocupa esta noche.
He pensado en ellas mientras leía un poema de Ángel González
que hablaba de las cucarachas de su casa de Madrid.

Y es una tontería pero he pensado:
¿Esas cucarachas, serían negras, claro?
Ahora ya no quedan cucarachas negras.
Se han extinguido. Han sido sustituidas por las rojas.
Las americanas.
Que vuelan y son
infinitamente más feas y molestas.
Yo he visto a estas cucarachas rojas salir del grifo de un lavabo
en una de esas habitaciones de hostal de mala muerte
que tienen un lavabo junto a la cama
para las putas y los meones borrachos (esto último
lo supongo, yo sólo he vomitado en esos lavabos, y fue
hace muchos años
cuando aún no tenía motivos serios para emborracharme
salvo la tontería de ser joven y sentir
que me habían enterrado antes de tiempo,
pero por suerte estaban los amigos para cantar y llorar conmigo).
Al ver salir de pronto a esa cucaracha intrépida
que me despertó con sus ruidos subterráneos
no pensé (yo era aún muy obtuso)
que ser pobre y tener que pasar la noche en lugares así
no tenía la menor gracia.
Por entonces aún era un niño rico
sin herencia y con un buen montón de prejuicios
(y lo curioso del caso es que yo no era consciente
ni de lo uno ni de lo otro: la vida era fácil y era lógica,
así es como suponía que debía ser para todo el mundo…)
Luego he crecido y he ido matando
impunemente cucarachas, mosquitos, lagartos, hormigas
y esas asquerosas arañas que tenían la desfachatez de pasearse cerca de mí.
Pero de todos estos viles asesinatos los que más me avergüenzan
son los que atañen a las cucarachas negras.
Pues si hago un pequeño esfuerzo de memoria
comprendo que siempre estuvieron presentes en mi vida,
en ese momento de la vida que uno vive con más intensidad,
en ese momento en que una cucaracha negra era simplemente algo curioso, extraño, incomprensible
pero nada amenazante, algo que estaba ahí como las paredes o las bombillas,
o el beso de un pariente
o un buen abrigo.
Y ahora no. Ahora ya no quedan cucarachas negras.
No quedan más cucarachas negras que las de mis recuerdos más lejanos.
Y las que hay ahora son peores.
Y puede que sea una tontería pero me entristece saber
que yo he contribuido a su extinción, que yo las pisé sin motivo.
Y ahora tengo que soportar a sus suplantadoras, sus rivales,
esas odiosas cucarachas rojas
que vuelan y entran velozmente por mi ventana abierta
en el sofoco de las noches de verano
y me despiertan de pronto con su zumbido repentino
(o incluso sus golpes febriles contra el techo)
y me hacen pensar
que no tiene la menor gracia que una maldita cucaracha invasora
te despierte cuando te acabas de dormir

después de un día largo y baldío.




'Las cucarachas negras', por Alfonso Vila Francés
ALFONSO VILA FRANCÉS
Nacío en 1970 en Valencia, donde actualmente reside. Ha vivido en Orihuela, Madrid, Bruselas y Debrecen (Hungría). Ha trabajado como  monitor de tiempo libre, bibliotecario, archivero y profesor de secundaria (Ciencias sociales). Ha escrito en muchas revistas, como por ejemplo: “Cuadernos del matemático”, “Hojas Iconoclastas”,  “Calicanto”, “El vendedor de pararrayos”, “Cuadernos del lazarillo”, “Alhucema”, “Rio Agra”, “Factorum” “Groenlandia”, “Agora”, “Acantilados de papel”, “La bolsa de Pipas”, “Fábula”, “El coloquio de los perros”, “La ira de Mofeo”, y “Jot Down” . También gano algunos premios (entre ellos “Miguel de Cervantes”,  “Jaume Roig”, “Vila de Canals”, “Diputación de Castellón”, Ciudad de Getafe”, “cortes Valencianas”,  “Marco Fabio Quintiliano” y “Mariano Roldán”) . Entre sus publicaciones se incluyen libros de poesía y de relatos. También novelas y ensayo.

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