'Cordero Asado', relato de Ronald Dahl


La habitación estaba limpia y acogedora, las cortinas corridas, las dos lámparas de mesa encendidas, la suya y la de la silla vacía, frente a ella. Detrás, en el aparador, dos vasos altos de whisky. Cubos de hielo en un recipiente.

Mary Maloney estaba esperando a que su marido volviera del trabajo.

«Exilio», un relato de Edmond Hamilton


¡Lo que daría ahora por no haber hablado de ciencia ficción aquella noche! Si no lo hubiéramos hecho, en estos momentos no estaría obsesionado con esa bizarra e imposible historia que nunca podrá ser comprobada ni refutada.

Sin embargo, tratándose de cuatro escritores profesionales de relatos fantásticos, supongo que el

'Semos malos', relato de Salvador Salazar Arrué


Loyo Cuestas y su «cipote» hicieron un «arresto», y se «jueron» para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en la bandolera; el muchacho, la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de «lata» monstruosa que «perjumaba» con música.

«Kid Stardust en el matadero», un relato de Charles Bukowski


La suerte me había vuelto a abandonar y estaba demasiado nervioso por el exceso de bebida; desquiciado, débil; demasiado deprimido para encontrar uno de mis trabajos habituales como recadero o mozo de almacén con qué tapar agujeros y reponerme un poco. así que bajé al matadero y entré en la oficina.

«Un hombre muerto a puntapiés», un relato de Pablo Palacios


¿”Cómo echar al canasto los
Palpitantes acontecimientos callejeros?”
“Esclarecer la verdad es acción moralizadora.”
EL COMERCIO de Quito 


“Anoche, a las doce y media próximamente, el Celador de Policía No.451, que hacía el servicio de esa zona, encontró, entre las calles Escobedo y García, a un individuo de apellido Ramírez casi en completo estado de postración.

'El nadador', relato de John Cheever


Era uno de esos domingos de mitad de verano en que todo el mundo repite: «Anoche bebí demasiado.» Lo susurraban los feligreses al salir de la iglesia, se oía de labios del mismo párroco mientras se despojaba de la sotana en la sacristía, así como en los campos de golf y en las pistas de tenis, y también en la reserva natural donde el jefe del grupo Audubon sufría los efectos de una terrible resaca.

'Por las azoteas', relato de Julio Ramón Ribeiro


A los diez años yo era el monarca de las azoteas y gobernaba pacíficamente mi reino de objetos destruidos.

Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada: se encontraban allí sillas cojas, colchones despanzurrados, maceteros rajados, cocinas de carbón, muchos otros objetos que llevaban una vida purgativa, a medio camino entre el uso póstumo y el olvido.

Kjell Askildsen: Ajedrez


El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tenga razones para estar tan sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por que vivir tampoco tiene nada por que morir.

Tal vez sea ese el motivo.

'El difunto y yo', relato de Julio Garmendia


Examiné apresuradamente la extraña situación en que me hallaba. Debía, sin perder un segundo, ponerme en persecución de mi alter ego. Ya que circunstancias desconocidas lo había separado de mi personalidad, convenía darle alcance antes de que pudiera alejarse mucho.

'El guardagujas', relato de Juan José Arreola


El forastero llegó sin aliento a la estación desierta. Su gran valija, que nadie quiso cargar, le había fatigado en extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y con la mano en visera miró los rieles que se perdían en el horizonte. Desalentado y pensativo consultó su reloj: la hora justa en que el tren debía partir.

Alguien, salido de quién sabe dónde, le dio una palmada muy suave. Al volverse el forastero se halló ante un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero.

«Brevario de podredumbre», un libro de Emil Cioran (pdf)

«Brevario de la podredumbre», un libro de Emil Cioran (pdf)


(Émile Michel Cioran; Rasinari, 1911 - París, 1995) Filósofo francés de origen rumano cuyo pensamiento se caracteriza por su extremo pesimismo y nihilismo. Hijo de un pope rural, estudió filosofía en Bucarest, tras lo que escribió una tesis sobre Bergson. Viajó a Alemania y fue por breve tiempo profesor de filosofía en Brasov. Logró en 1937 una beca del Instituto Francés de Bucarest y marchó a París, donde, con alguna ausencia, residió hasta su muerte.

Poemas de 'Yusef Komunyakaa'


Camuflando la quimera

Nos atamos ramas a los cascos.
Nos pintamos las caras, y los fusiles,
con el fango de la orilla del río,

colgamos manojos de hierba de los bolsillos
de nuestros uniformes de camuflaje. Nos
fundimos con la selva
contentos de que los colibríes se fijaran en nosotros.
     

Poemas de 'Tadeusz Rozewicz'


Vi a unos locos

Vi a unos locos
caminaban por la superficie del mar 
creían hasta el final 
y se ahogaron

aún hoy voltean 
a mi insegura barca

rechazo estas manos 
sepulcrales 
yo cruelmente 
vivo

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

"Estupor y temblores: La fascinante obra literaria de Amélie Nothomb"

Mi espíritu no pertenecía a la raza de los conquistadores, sino a la especie de las vacas que pacen en las praderas de las facturas esperando la llegada del tren de gracia. ¡Qué hermoso era vivir sin orgullo y sin inteligencia! Hibernaba.

Yo reino. El poder no me interesa. Reinar es mucho más hermoso. 

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Novela: 'Años de perro', de Günter Grass

Primer turno de madrugada x Cuenta tú. No, cuente usted. O tú cuentas. ¿O ha de empezar acaso el actor? ¿O los espantapájaros, todos a la vez? ¿O vamos a esperar a que los ocho Planetas se hayan apelotonado en el signo del Acuario? ¡Hágame el favor de empezar usted! Al fin que en aquella ocasión fue su perro. Sí, pero antes que mi perro, ya su perro y el perro del perro. Alguien tiene que empezar: tú o él o usted o yo... 

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

'Aquellos días en Odessa', relato de Heinrich Boll

Hacía mucho frío en Odessa aquellos días. Cada mañana íbamos al aeropuerto en grandes y ruidosos camiones, por la carretera mal adoquinada. Allí esperábamos, muertos de frío, a los grandes pájaros grises que rodaban por el campo de aterrizaje. Pero los dos primeros días, cuando estábamos a punto de subir a bordo, llegó una orden en sentido contrario, porque sobre el mar Negro había una niebla muy densa, o bien demasiadas nubes, y volvimos a subir a los grandes y ruidosos camiones y regresamos al cuartel por la carretera empedrada. 

Poemas: Ruth Weiss y Diane di Prima


Segundo día 
Ruth Weiss 


hay que desecharlo todo
apuntes —— números
todas las referencias
incluso la adoración de la nada
espejo —— memoria
todas las bisagras
las puertas giratorias hacia lo posible
incluso el calor — frío
las espaldas desconocidas

Poemas: «Carniceria» y «Supervisores Celestiales...», de Charles Simic

Poemas: «Carniceria» y «Supervisores Celestiales...», de Charles Simic

A veces, caminando tarde en la noche
Me detengo ante una carnicería cerrada.
Hay una sola luz en la tienda
Como la luz con la que el condenado cava su túnel.

Un delantal cuelga sobre el gancho:
Sobre él sangre untada forma un mapa

Selección de poesía de Antoni Tàpies Barba

Antoni Tàpies Barba

HUELLAS

No hago más que seguirte,
por caminos y agrestes bosques,
peñascos arriba, donde anida la niebla
y muere la luz demasiado clara.
Siempre siento tus pisadas,
tu paso firme sobre la roca.
Muy a menudo te pierdo –me pierdo-
y te veo en la cumbre que me esperas.
Rastreo tu huella
tanto en la nieve virgen como en la tierra arada.
Es difícil seguirte cuando la luna se oculta

Poema: «Dióxido de carbono», de N. Krishna Kumari

Nayani Krishnakumari

Soy dióxido de carbono
El enrojecimiento apenas visible
Entre hombre y hombre,
Llamas en recovecos de conciencia
Yo extingo.
Destellos de tejidos marrones,
Conozco la medio-loca despreocupación.
La fea y deformada curva de la mofa

Poemas: «Rompecabezas» y «Momia», de Attila Balázs


¿Hoy es lunes o viernes?
si fuera domingo, sería mayor el silencio
Ensamblo mis miembros desde el baño,
desde el dormitorio, la cocina
- En tales momentos, en la mañana -
Los junto como un rompecabezas

Números y letras se confunden en el calendario
De modo que si se mezclan el caos sería mayor
Miro la red o leo el periódico para ver

«Tortura», un poema de Wislawa Szymborska


Nada ha cambiado.
El 
cuerpo es susceptible al dolor,
tiene que comer y respirar aire y dormir,
tiene piel delgada y la sangre justo debajo,
un adecuado surtido de dientes y uñas,
sus huesos son quebrables, sus articulaciones estirables.
En torturas todo esto se toma en cuenta.
   

Poema: «La mujer lapidada hasta la muerte al caer la noche», de Goenawan Mohamad


La mujer lapidada hasta la muerte al caer la noche
miró a lo largo de la llanura.

El sol estaba aporreado. La silueta urbana,
una quemadura de primer grado.
La noche invadía, y la oscuridad,
como un fantasma, chupó toda su sangre
empapando el cielo del ocaso.
  

'La bolsa del mandado' y 'Flor de guerra', dos poemas de Xhevdet Bajraj


No se cómo te sientes querido amigo mío

pero a mí la vida sigue mordiéndome con dientes de bestia

así que no me queda otra

que también morderla


Tiro el cigarro y cruzo la calle con paciencia

Juan López | Selección de poesía


De
Mirá

Mendoza: Edicones Simples, 2005


mirá

mirá si no llegan a tiempo esos mensajes

y tu objetivo no se cumple

como afanosamente habías planificado

mirá si tu maestro se muere justo en ese momento

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